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Alexander Haig,

secretario de Estado norteamericano, se sintió incómodamente sorprendido pocos momentos intes de iniciarse la sesión plenaria de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa cuando se le acercó un señor obeso que le cogió la mano y le repitió incongruentemente: "fútbol", "Kissinger". El señor en cuestión no era otro que el presídente del comité organizador del Mundíal de Fútbol, Ralmundo Saporta que, tras saltarse un control policial y la invitación de una azafata para abandonar el plenario, pretendía hacerse una fotografía junto al político americano al tiempo que trataba de trans...

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secretario de Estado norteamericano, se sintió incómodamente sorprendido pocos momentos intes de iniciarse la sesión plenaria de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa cuando se le acercó un señor obeso que le cogió la mano y le repitió incongruentemente: "fútbol", "Kissinger". El señor en cuestión no era otro que el presídente del comité organizador del Mundíal de Fútbol, Ralmundo Saporta que, tras saltarse un control policial y la invitación de una azafata para abandonar el plenario, pretendía hacerse una fotografía junto al político americano al tiempo que trataba de transmitirle una invitación para que su antecesor Kissinger, asistiera al Mundial.

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