El conflicto entre pilotos y federación pone en peligro el Mundial

El nuevo enfrentamiento entre la Federación Internacional (FISA) y los pilotos que forman parte del Circo de la fórmula 1 vuelve a poner en el aire todo el desarrollo del Campeonato del Mundo de esta temporada. Como novedad respecto a los enfrentamientos precedentes es que, en esta ocasión, la Asociación de Constructores (FOCA) está del lado federativo.

El origen del enfrentamiento se remonta prácticamente a la llegada al poder federativo del francés Balestre. En una federación tradicionalmente dirigida por personas de mucha edad, la presencia de Jean Marie Balestre, que aún no h...

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El nuevo enfrentamiento entre la Federación Internacional (FISA) y los pilotos que forman parte del Circo de la fórmula 1 vuelve a poner en el aire todo el desarrollo del Campeonato del Mundo de esta temporada. Como novedad respecto a los enfrentamientos precedentes es que, en esta ocasión, la Asociación de Constructores (FOCA) está del lado federativo.

El origen del enfrentamiento se remonta prácticamente a la llegada al poder federativo del francés Balestre. En una federación tradicionalmente dirigida por personas de mucha edad, la presencia de Jean Marie Balestre, que aún no ha cumplido los setenta años, supone un revulsivo para la FISA.Balestre, apoyado por el español Fernando de Baviera, considerado internacionalmente como su delfín, accedió a la presidencia de la FISA y decidió entrar de lleno en el complejo entramado de la fórmula 1, hasta entonces coto cerrado del británico Bernie EccIestone.

Ecclestone, por su parte, se había hecho con el control del Circo a través de la Asociación de Constructores (FOCA), y después de haber comprado su escudería al ex piloto y antiguo campeón mundial Jack Brabham. Una vez controlado el entramado, Ecclestone, un hombre de negocios más que un deportista, proyectó el relanzamiento de la fórmula 1, que de su mano alcanzó niveles de popularidad y volúmenes de dinero jamás soñados anteriormente.

Cuando Balestre pretendió controlar ese complejo mundo, del que poco o nada sabe en su parte técnica, ni en la económica, chocó frontalmente con EccIestone, que no quiere ceder un control que a él le reporta impresionantes beneficios materiales. Ecclestone, apoyado por los restantes constructores y por los pilotos, que saben que la actuación del padrino les ha reportado también importantes beneficios económicos, se lanzó a la lucha contra Balestre.

El primer conflicto grave, gesta do mucho antes, pero sin que llegara a materializarse, surge en el Gran Premio de España de 1980 con las consecuencias ya conocidas para el organizador español, el RACE, que se pone de parte de pilotos y constructores y en contra de la FISA, con la que se alinea la Federación Española.

A partir de entonces, la lucha entre Balestre y Ecclestone -FISA y FOCA, respectivamente- cobra fuerza, hasta llegar a una ruptura total al término de la pasada temporada. La Federación Internacional lanzó su ataque definitivo, para que EccIestone se rindiera. Pero el británico, consciente de que él tiene la fuerza de controlar todo lo que es el Circo, consiguió la victoria final. A cambio de ceder algo en lo económico y algunos gestos de representatividad, ambas cosas muy del gusto de Balestre, EccIestone firmó los Acuerdos de la Concordia, que, pese a alguna interpretación inicial a la ligera, da mucho más poder y fuerza a Ecclestone.

La nueva exigencia federativa

Desde entonces, entre federativos y constructores los conflictos han sido mínimos. La FISA ha cedido a todas las pretensiones de Ecclestone, pese a que éstas, en muchas ocasiones, vulnerasen manifiestamente la reglamentación vigente.

Sin embargo, el comienzo de esta temporada ha vuelto a presentar un conflicto más. En esta ocasión, la FISA aparece apoyada por la FOCA y ambas enfrentadas con los pilotos, que aparecen como próximo objetivo que doblegar. La nueva pretensión federativa, nuevo origen del problema, es que los pilotos firmen un largo documento de adhesión al Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Pero los pilotos, que en Kyalami han demostrado una unión sorprendente, no quieren aceptar alguno de los puntos del documento. En concreto, se niegan a firmar un artículo en el que se comprometen a correr para un equipo determinado, lo que, según ellos, les dificulta la posibilidad de pasar de un equipo a otro. En opinión de los pilotos, son los contratos que firman con sus respectivas escuderías los que deben regular estos fichajes, en los que no tiene por qué entrar la FISA.

El otro punto conflictivo del acuerdo es aquel en el que "la Federación Internacional exige a los pilotos que se comprometan a no hacer nada que perjudique los intereses materiales o morales, o a la imagen del deporte automovilístico internacional, o al Campeonato del Mundo de Fórmula 1 de la Federación Internacional". En opinión de los pilotos, esta exigencia federativa, a la que podría dedicarse no pocos calificativos, es absolutamente inaceptable, porque pone en manos de la Federación Internacional la posibilidad de expulsar de la fórmula 1 a quien quiera so pretexto de no cumplir con este punto. Los intereses materiales, los intereses morales y la imagen del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 son conceptos suficientemente vagos como para que su interpretación dé cabida a cualquier tipo de atropello.

Al negarse los pilotos a firmar el documento que les fue presentado poco antes de la primera carrera de la temporada, en el circuito surafricano de Kyalami, la FISA resolvió no dejarles tomar parte en la prueba. Tras muchas negociaciones entre los federativos y el francés Didier Pironi, representante de los pilotos, se llegó a un principio de acuerdo. Ambas partes acordaron dejar las discusiones para después de la carrera y, con más tiempo, seguir negociando. De esta forma, el público no pagaba las consecuencias del enfrentamiento.

Sin embargo, terminada la carrera, los pilotos comprobaron que la Federación Internacional, con el pretexto de que los comisarios de la carrera habían planteado una queja por las modificaciones sufridas por el enfrentamiento, había decidido sancionarles con la retirada de sus respectivas licencias. Los pilotos acusaron a la FISA de traicionar el acuerdo alcanzado, y, por su parte, la Federación Internacional contestó que en dicho acuerdo inicial nada se decía de posibilitar a la FISA de ejercer su poder.

Sea como fuere, lo que parece claro es que, una vez más, la temporada de la fórmula 1 comienza marcada por el signo de la polémica y de los conflictos. Algo que perjudica notablemente al normal desarrollo del campeonato y que hace que el público se retraiga de acudir a los circuitos. En estas condiciones, la posibilidad de que se dispute una carrera en España, parece tanto más improbable como menos interesante.

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