Una estrategia truncada

Fernando Castedo, el recién dimitido director general del Ente Público Radiotelevisión Española, inició su carrera política en las postrimerías del franquismo, como secretario general técnico del Ministerio de Información y Turismo.Castedo, un lucense de cuarenta añeis, goza fama de hombre cauto, pero abierto y dialogante. Su trayectoria de nueve meses al frente de la complicada casa situada en el predio que se llama Prado del Rey demuestra que las especificaciones del catálogo corresponden a la realidad de la mercancía. Aun sus detractores admiten que la radio y Ja televisión, durante este ti...

Fernando Castedo, el recién dimitido director general del Ente Público Radiotelevisión Española, inició su carrera política en las postrimerías del franquismo, como secretario general técnico del Ministerio de Información y Turismo.Castedo, un lucense de cuarenta añeis, goza fama de hombre cauto, pero abierto y dialogante. Su trayectoria de nueve meses al frente de la complicada casa situada en el predio que se llama Prado del Rey demuestra que las especificaciones del catálogo corresponden a la realidad de la mercancía. Aun sus detractores admiten que la radio y Ja televisión, durante este tiempo, se ha hecho más dialogante, más participativa, más viva.

Castedo tenía treinta años cuando ocupó su primer cargo en la Administración central. Antes había ejercido su profesión en las delegaciones de Hacienda en Santander y en Madrid. De siempre se le consideró persona próxima a los presupuestos políticos de Pío Cabanillas, que le nombró subsecre tario del departamento cuando aquél fue designado ministro de Cultura. Con Pío Cabanillas fundó y alentó el, Partido Popular, que acabaría integrándose en Unión de Centro Democrático, que ganó las primeras elecciones generales. Del Ministerio de Cultura salió catapultado hacia el Instituto de Cooperación Iberoamericana, organismo de reciente creación, con el que se pretendía sustituir a la actividad puramente retórica del Instituto de Cultura Hispánica.