Baloncesto: Campeonato de Europa

España, al vencer a Italia, aseguró la cuarta plaza

No constituye ninguna exageración calificar de espectacular y brillante la victoria que la selección consiguió ayer frente a Italia. El equipo español, que aseguró definitivamente el cuarto puesto y que tiene un pie en el podio, demostró además de clase y estrategia, valentía, decisión y un gran espíritu de lucha, y, pese a que tuvo también muchos errores y un tremendo bache en el segundo tiempo, superó a su rival en un final de partido realmente dramático.Díaz Miguel puso en pista al principio a Costa, Epi, Sibilio, De la Cruz y Martín, con el decidido espíritu de doblegar a su rival. Este ci...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

No constituye ninguna exageración calificar de espectacular y brillante la victoria que la selección consiguió ayer frente a Italia. El equipo español, que aseguró definitivamente el cuarto puesto y que tiene un pie en el podio, demostró además de clase y estrategia, valentía, decisión y un gran espíritu de lucha, y, pese a que tuvo también muchos errores y un tremendo bache en el segundo tiempo, superó a su rival en un final de partido realmente dramático.Díaz Miguel puso en pista al principio a Costa, Epi, Sibilio, De la Cruz y Martín, con el decidido espíritu de doblegar a su rival. Este cinco inicial aparecía como extraño, pero lo cierto es que a los tres minutos y medio el marcador señalaba un 12-4 a favor de España, que obligó a Gamba a solicitar un tiempo muerto, que fue efectivo, ya que a los nueve minutos los italianos vencían por 16-18.

Hay que significar, al margen de la lucha que se vio en la cancha, cosa esperada, porque son estas dos selecciones muy igualadas y se conocen muy bien, la batalla estratégica de los banquillos. Por el lado italiano, dos técnicos de la talla de Rubini y Gamba, y en el lado español, Díaz Miguel y Lluís. Todo estaba dispuesto para una guerra sin cuartel, y así fue. Pese a alguna brusquedad y a los lógicos nervios, al final hubo deportividad. Quizá lo más destacado en este aspecto fuese la decisión del seleccionador español de jugarse el todo por el todo en busca sólo de una victoria, cuando, perdiendo por doce puntos (55-67), a falta de nueve minutos, ordenó un pressing que al final, junto a los aciertos ofensivos de sus jugadores, le llevaría al triunfo.

El pressing de la selección española hay que elogiarlo no sólo porque ya no se lleva lo de arriesgar de esa manera, sino porque buscó el «dos a uno» muy bien y sin el menor reparo. De ahí el gran número de faltas que cometió el equipo español. Un equipo que en estos momentos parece el único capaz -aunque la verdad es que es muy improbable- de vencer a la potentísima URSS, que minutos antes dio un recital de fuerza y potencia frente a Checoslovaquia.

Una vez más, y son casi todas en el baloncesto, los tiros libres decidieron. Esto no es nuevo, y precisamente por eso es algo a tener siempre en cuenta. Al margen de esto hay que decir que los tiros de media distancia, en los que sí estuvieron acertados los italianos, y el poder reboteador en una gran parte del partido estuvieron a punto de dejar a España derrotada. De ahí el elogio para el equipo de Díaz Miguel. Cuando se va perdiendo por doce puntos, después de haber tenido un bache en el que en trece minutos -los primeros del segundo tiempo- tan sólo se hacen catorce puntos, el saber ganar es encomiable.

España supo superar la adversidad, así como la de que Brabender, su capitán, hiciera la primera canasta en juego a los 32 minutos. Nada importaba. En el banquillo había fe, y en la cancha, un gran espíritu de lucha en un partido que, sin duda, hay que calificar de durísimo, tremendo de fuerza y tensión, y, en los dos minutos finales, de una emoción inenarrable, que sólo el deporte de la canasta puede brindar. En los últimos segundos, con tres puntos de diferencia para España, la selección, con muy buen criterio y atendiendo los enormes gritos de Díaz Miguel, dejó que Italia hiciera la canasta. Una falta en esos momentos podría haber producido el empate. No hubo, pues, pasividad, sino postura inteligente por parte de la selección.

Resultados: Israel, 87; Yugoslavia, 102, y URSS, 110; Checoslovaquia, 84.

Archivado En