Bonifacio Gutiérrez Santos,

ferroviario de profesión desde hace aproximadamente dos décadas, cogió a las siete de la mañana de ayer el tren para trasladarse, corno cada día, desde Las Matas a la estación de Chamartín. Imposible adivinar en su ademán que podía ser portador de un boleto con catorce resultados acertados (sesenta millones de pesetas).En la rutina de un despacho de equipajes de Renfe, Bonifacio Gutiérrez creyó encontrar la mejor manera de desmentir la fortuna que le atribuía el vecindario de Las Matas. Anoche, su mujer, parapetada detrás de la contraventana, repetía una y mil veces y juraba por sus hijos, des...

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ferroviario de profesión desde hace aproximadamente dos décadas, cogió a las siete de la mañana de ayer el tren para trasladarse, corno cada día, desde Las Matas a la estación de Chamartín. Imposible adivinar en su ademán que podía ser portador de un boleto con catorce resultados acertados (sesenta millones de pesetas).En la rutina de un despacho de equipajes de Renfe, Bonifacio Gutiérrez creyó encontrar la mejor manera de desmentir la fortuna que le atribuía el vecindario de Las Matas. Anoche, su mujer, parapetada detrás de la contraventana, repetía una y mil veces y juraba por sus hijos, después de preguntar al periodista si creía en Dios, que no sabía nada de la quiniela de catorce.

Sin embargo, en el pueblo hay quien ha visto el boleto afortunado, como es el caso de Vicente Virtos, factor de la estación de Las Matas. «El domingo, Bonifacio entró en la cantina de Renfe, cuando regresaba de trabajar de Madrid. Entre vino y vino, Bonifacio me enseñó la quiniela. El sabía que tenía trece resultados seguros y yo le confirmé que también había acertado el resultado del partido Málaga-Linares», afirma el factor.

Bonifacio siguió de vinos como si nada hubiera pasado y no hizo ningún comentario posterior. Nadie de los que le conocen se sorprende de que continúe yendo a trabajar a su despacho de equipajes. No obstante, un habitual de la cantina de la estación de Las Matas tomó nota ayer de la siguiente anormalidad: por primera vez en muchos años, Bonifacio no entró a tomarse el vino de siempre.

El afortunado quinielista está casado y tiene dos hijos.

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