Baloncesto

Expectación ante la asamblea de preparadores

Existe gran expectación ante la Asamblea de la Asociación de Preparadores -ente importante en el mundo del baloncesto- que se celebrará mañana, y de la que tendrá que salir un nuevo presidente tras la dimisión del actual, Ramón Bravo. La Asociación, a modo y semejanza de las existentes en el fútbol de jugadores y árbitros, nació en la oposición, pero se «entregó» últimamente al poder establecido sin que sus asociados fueran en ningún momento consultados acerca de esta postura. Bravo -que posiblemente pase a formar parte de la propia Federación- ha aplazado, en contra de los estatutos, las elec...

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Existe gran expectación ante la Asamblea de la Asociación de Preparadores -ente importante en el mundo del baloncesto- que se celebrará mañana, y de la que tendrá que salir un nuevo presidente tras la dimisión del actual, Ramón Bravo. La Asociación, a modo y semejanza de las existentes en el fútbol de jugadores y árbitros, nació en la oposición, pero se «entregó» últimamente al poder establecido sin que sus asociados fueran en ningún momento consultados acerca de esta postura. Bravo -que posiblemente pase a formar parte de la propia Federación- ha aplazado, en contra de los estatutos, las elecciones y quiere que Martín Caño se haga cargo de la presidencia durante catorce meses, aunque con carácter interino.Es evidente que Ramón Bravo cumplió perfectamente su ciclo. Su diplomacia le llevó, primero, a conseguir que la Española admitiese oficialmente la existencia de dicha asociación, pero poco a poco todo se tradujo en un «matrimonio» bien avenido y los preparadores españoles han vuelto a quedar en manos de la Federación, del poder establecido.

José Antonio Gasca, que se mantiene fiel a su postura y sigue en la oposición, es el líder, en la sombra, pero (los federativos lo saben) de una proposición que en verdad carece de entidad. Y en esta falta de entidad se ha apoyado el mando para alertar a Ramón Bravo, que echó marcha atrás con respecto a la carta escrita en el boletín de su asociación y se inclinó por lo fácil. Bravo decía en esa carta que él se iba y que a partir de entonces debían ser los preparadores de toda España los que decidieran democráticamente cuál debía ser el futuro de la asociación.

A última hora, los altos mandos o, si lo prefieren, los poderes fácticos, no lo consideraron oportuno - se mantiene el temor a Gasca- y convencieron a Ramón Bravo para que lo dejara todo atado y bien atado. La asamblea de mañana, de democrática va a tener lo justo. Muchos mostrarán su disconformidad.

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