Stielike impulsó al Madrid a una espectacular reacción

La furia ya no es española, sino alemana. El desesperado esfuerzo de Stielike en la segunda mitad impulsó al Madrid a la espectacular remontada que le hizo pasar del 0-2 al 4-2 entre los minu-los 70 y 82. El Currobetis, como le llaman sus hinchas por su irregularidad, sólo lució en dos verónicas, sendos saques de falta de Cardeñosa, y a los 23 minutos parecía garador claro del partido. Pero después no quiso arrimarse.El Madrid salió con Pineda a la derecha, para sujetar a Gordillo; Juanito y Del Bosque, de mandones en la media; Camacho adelantado en su banda, pero bien sujeto, por el falso ext...

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La furia ya no es española, sino alemana. El desesperado esfuerzo de Stielike en la segunda mitad impulsó al Madrid a la espectacular remontada que le hizo pasar del 0-2 al 4-2 entre los minu-los 70 y 82. El Currobetis, como le llaman sus hinchas por su irregularidad, sólo lució en dos verónicas, sendos saques de falta de Cardeñosa, y a los 23 minutos parecía garador claro del partido. Pero después no quiso arrimarse.El Madrid salió con Pineda a la derecha, para sujetar a Gordillo; Juanito y Del Bosque, de mandones en la media; Camacho adelantado en su banda, pero bien sujeto, por el falso extremo Parra, y García Hernández un tanto despistado. El Betis, niuy echado atrás, venía acompañado de la aureola de su goleada er, el Manzanares, y el hincha madridista estaba inquieto cada vez que amagaba un contraataque. Ya había fallado Pineda el primero de los varios goles claros que dejaría escapar durante el partido, cuando en el minuto 12 un saque de falta de Cardeñosa, que es, junto con Rojo, el hombre que mejor terripla el balón en las faltas de toda España, fue seguido de fallo de García Remón y se convirtió en gol por cabezazo poco menos que involuntario de Morán. El Madrid trató de sobreponerse, apretó algo más con Stielike y con salidas de Gallego, que no estuvo nada fino, y creó alguna situación de gol, pero a la vuelta de unos pocos minutos otro gran saque de Cardeñosa lo cabeceó impecablemente López.

Daba la impresión de que era terriblemente fácil marcarle goles al Madrid, y casi imposible que éste los consiguiera, porque, aunque Juanito se liaba en regates, García Hernández no terminaba de entrar en juego y Parra tapaba bíen las subidas de Camacho, el ímpetu general hacía que llegaran ocasiones de gol y que sistemáticamente fueran desaprovechadas. En el descanso, los madridistas veían muy negro el panorama. Pero en el vestuario, Boskov tomaba medidas. Soltó una bronca fuerte que motivó a todos y mandó a la ducha a Del Bosque, hombre que no es ideal para remontadas heroicas, para asaltos masivos al área enemiga. Entró como líbero García Navajas, que haría en estos 45 minutos lo mejor de su aún breve carrera madridista, y Gallego pasó a la media. El panorama se oscureció más cuando a los cuatro minutos de la continuación Gallego ganó la línea de fondo en una preciosa jugada, y tras centrar con peligro, se levantó lesionado del suelo. Hubo que sustituirle por Isidro. Con los dos cambios agotados, dos goles por detrás en el marcador y la buena tarea de Esnaola bajo los palos y en salidas por alto, poco se podía apostar por el Madrid.

Tenacidad general

Pero la tenacidad general y el descomunal esfuerzo de Stielike, que se agigantó y desencadenó una auténtica blitzkrieg en el centro del campo, resolvieron la cuestión. El Betis desapareció, abrumado por el atosigante acoso del Madrid, que no dejaba a los andaluces ganar un metro en la media. Cualquier bético que tomara el balón encontraba sobre sí a Stielike y otro más. García Navajas limpiaba lo poco que se acercaba al campo del Madrid y subía el balón con estilo y talento. Los blancos atacaban con cuatro hombres en línea, Juanito, Isidro, Santillana y Pineda, y con García Hernández, Stielike y Camacho prestos a entrar al remate. Las ocasiones de gol empezaron a ser más frecuentes, pero seguían si endo desperdiciadas en el último momento . Pero en el minuto 70, con el Betis ya hecho pedazos, todo el campo convertido en una cuesta en cuyo fondo estaba el atribulado Esnaola, comenzaron a convertírse en gol, y en doce minutos llegaron cinco, uno de ellos anulado por el árbitro. Tres de los goles llegaron a través de saques de faltas, porque el Betis sólo con ellas podía parar la avalancha, y en dos intervino Santillana, bajando bien el balón de cabeza. Y Boskov, optimista donde los haya, comenzó de nuevo a echar cuentas para hacer a su equipo campeón, al menos con el pensamiento. El Madrid desaprovechó demasiadas bazas para pensar en un final feliz.

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