Víctor Ullate, 18 meses al frente del Ballet Clásico Nacional

Hoy se inicia la temporada de ballet en Madrid con la presentación en el teatro de la Zarzuela del Ballet Clásico Nacional, bajo la dirección artística de Víctor Ullate. Creado en febrero de 1979 por iniciativa del Ministerio de Cultura, respondiendo a una necesidad cultural planteada durante largo tiempo, el ballet se presentó en Zaragoza en septiembre de dicho año y al mes siguiente en la capital de España. Ahora, tras cosechar éxitos internacionales, esta formación, de más de una veintena de bailarines, ofrecerá, hasta el 5 de octubre, un repertorio con música de Bach, Schubert, Vivaldi, Sa...

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Hoy se inicia la temporada de ballet en Madrid con la presentación en el teatro de la Zarzuela del Ballet Clásico Nacional, bajo la dirección artística de Víctor Ullate. Creado en febrero de 1979 por iniciativa del Ministerio de Cultura, respondiendo a una necesidad cultural planteada durante largo tiempo, el ballet se presentó en Zaragoza en septiembre de dicho año y al mes siguiente en la capital de España. Ahora, tras cosechar éxitos internacionales, esta formación, de más de una veintena de bailarines, ofrecerá, hasta el 5 de octubre, un repertorio con música de Bach, Schubert, Vivaldi, Saint Saëns y otros, y coreografías de Maurice Béjart, Alain Luafi, Oliver Perriguey y el propio Ullate.

«El ballet quiere llevar un programa de estilo contemporáneo», dice Víctor Ullate, «y, por supuesto, haremos; coreografía con música española; queremos que los músicos nos escriban composiciones». De momento, el grupo interpreta a los clásicos. Y un clásico ya de la danza contemporánea, Maurice Béjart, que intervino en la junta selectiva de los bailarines españoles, es el creador de cuatro momentos del ballet que ahora presenta. El considera a Víctor «uno de los bailarines más completos del mundo» y en el espectáculo autobiográfico que su Ballet del Siglo XX realizó en 1978 confió a Ullate el papel principal.Víctor Ullate, zaragozano como su mujer, Carmen Roche, comenzó muy joven en la danza, con la profesora de baile clásico María de Avila. Ambos obtuvieron su primer contrato en los ballets de Madrid, y mientras que Carmen pasó como primera bailarina al Ballet de Gulbenkian, Víctor entró en 1964 como solista principal en los ballets de Maurice Béjart, hasta que en 1976 dejó esta compañía, con permiso indefinido, para cumplir diferentes contratos como artista invitado en los ballets Clásico de Francia, Royal de Wallonie, London Festival, Nacional de Canadá y de Cuba (representando en éste a España).

Sin romper su relación profesional con Béjart, Ullate y Carmen (profesora del Conservatorio de Bruselas y de la escuela Mudra del bailarín francés) volvieron a España en 1978 para hacerse cargo del Ballet Clásico Nacional y de la Escuela de Aspirantes al mismo. «Pensaba reunir las figuras españolas de la danza», manifiesta Ullate, «pero unas, tenían compromisos, y otras desconfiaban de la viabilidad del ballet». Así las cosas, fueron seleccionados bailarines muy jóvenes, recién salidos de las escuelas de danza en su mayoría, con más ganas de trabajar que temores sobre el inestable futuro del proyecto, y en siete meses de durísimo entrenamiento alcanzaron un nivel que sorprendió en su presentación nacional y en distintos festivales fuera del país.».

« Es una pena que falten aquí escuelas donde preparen verdaderamente a los que aman la danza», se queja Víctor Ullate. «Hay diversidad de academias, sí, y en los colegios se ofrecen clases de danza, pero se ha montado en muchos casos un comercio con el baile». Algo que al bailarín le molesta, pues «la danza es peligrosa. Para enseñar», dice, «hay que conocer la "gramática" del baile y la música, y también anatomía, porque si a un niño no se le atiende puede dañarse su cuerpo y su futuro como bailarín. Y en España existe mucho interés por la danza, hay gentes muy capacitadas, con una sensibilidad y un sentido del ritmo especial». Lo que pasa», añade, «es que las inquietudes no se han podido analizar. No se ha podido formar una tradición de bailarines; por tanto, ha faltado una tradición de profesores. Aunque figuras españolas aisladas, como en otros campos de las artes, siempre han destacado».

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