Faltan Iríbar y diez más

Eran Iríbar y diez más, Iríbar se ha retirado, y de aquellos diez, cariñosamente menospreciados por la grandeza del mito, apenas quedan dos. Para el Athlétic se ha pedido un minuto de silencio en Bilbao. Para el entrañable Athlétic ha llegado el momento de la oración por el recuerdo. A una cantera pródiga en grandes guardametas, a un equipo en el que ha habido porteros tan históricos como Blasco, Lezama, Carmelo e Iríbar, no le queda ni el recurso de un hombre milagro.

Blasco, aquel viejo guardameta de la anteguerra y hoy exiliado en México, tras haber realizado sus últimas grandes para...

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Eran Iríbar y diez más, Iríbar se ha retirado, y de aquellos diez, cariñosamente menospreciados por la grandeza del mito, apenas quedan dos. Para el Athlétic se ha pedido un minuto de silencio en Bilbao. Para el entrañable Athlétic ha llegado el momento de la oración por el recuerdo. A una cantera pródiga en grandes guardametas, a un equipo en el que ha habido porteros tan históricos como Blasco, Lezama, Carmelo e Iríbar, no le queda ni el recurso de un hombre milagro.

Blasco, aquel viejo guardameta de la anteguerra y hoy exiliado en México, tras haber realizado sus últimas grandes paradas en Argentina, seguro que lloró ayer cuando conoció la noticia del desastre de Chamartín. Incluso Carmelo, al que el Madrid imperial le metió ocho goles en un partido de Copa, debió sentir ayer una pena inmensa. Porque el Athlétic vapuleado en 1960 era otro Atlilétic y el Madrid del domingo no fue aquel de las grandes gestas europeas.En la pasada temporada, «Séneca» dijo alguna vez, en privado, que el mejor portero que tenía en la plantilla seguía siendo Iríbar. Aguirreoa soñó mucho tiempo con llegar a suplir al «Chopo». Probablemente no podrá cumplir los deseos de toda su vida porque el estigma de los siete goles, cuando todavía no ha alcanzado la consagración, le perseguirá implacablemente. Aguirreoa echó el domingo las diez de últimas.

Nadie se explica que el Athlétic haya caído tan bajo. El domingo los vascos que acudieron a ver a su equipo acabaron por protestar. Hubo quien se acordó incluso de Garaikoetxea, que, por cierto, estaba en la entrega de los trofeos del Campeonato Mundial de Mus que ganaron unos chilenos.

El público del Bernabéu acabó por sentir pena del Athlétic. Es lo peor que le puede suceder a un conjunto tan histórico como este. En Bilbao se habla del montaje de una operación para salvar al equipo. Los más pesimistas han tomado en consideración la posibilidad del descenso a Segunda División. Si tal ocurriera, podría hablarse de catástrofe nacional. Una Primera División sin el Athlétic sería un torneo venido a menos. El Athlétic ha jugado la Liga de Primera durante cincuenta años y, por tanto, es uno de los pocos históricos auténticos.

El Athlétic, al margen de otros muchos errores, como el de fichar entrenadores extranjeros, cuando lo más rentable es echar mano de los Iriondo y compañía que tiene en casa, entre otras cosas porque son quienes mejor conocen la psicología y las características fundamentales de los jugadores vascos, no ha sabido buscar el relevo adecuado para Iríbar. Ahora mismo hay varios guardametas vascos con suficiente solvencia enrolados en equipos de Primera División. Chechu Rojo ya está de vuelta y no puede ser el hombre que dirija en plan estajonovista al equipo. Al Athlétic le quedan pocos jugadores con raza. Y uno de los últimos que había conseguido sacar a flote -Alexanco- lo ha traspasado al Barcelona. De haber hecho lo mismo con Dani, se habría quedado en cuadro.

Lo peor no fueron los siete goles -y uno más cuya anulación fue dudosa-, sino su inconsistencia general. El Athlétic fue un equipo sin genio ni figura. Y lo malo es que a estas alturas pocos refuerzos puede buscar. Ya no le queda ni el recurso de montar una nueva «Operación retorno», que fue el primer síntoma de su decadencia. Resulta más que complicado buscar jugadores con ganas de triunfar en San Mamés. Los que actuaron el domingo en el Bernabéu ni siquiera exhibieron el genio suficiente para enfrentarse a la adversidad. Se conformaron con su suerte.

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