MOSCU 80

A España le faltó altura

Al equipo español le faltó la presencia de un gran pivot para derrotar a Italia. El equipo español se quedó sin hombres de altura en los momentos decisivos. Expulsado .De la Cruz, Romay duró un abrir y cerrar de ojos. Sibilio, cargado con cuatro personales, no pudo combatir a pleno rendimiento cuando se estaba decidiendo la contienda. Díaz-Miguel no echó mano de Santillana porque no confió en la frialdad de este jugador para resolver el partido. La ingenuidad hispana no fue capaz de echar de la cancha a Sylvester hasta bien avanzado el encuentro. Y Meneghin, sin nadie que se le opusiera...

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Al equipo español le faltó la presencia de un gran pivot para derrotar a Italia. El equipo español se quedó sin hombres de altura en los momentos decisivos. Expulsado .De la Cruz, Romay duró un abrir y cerrar de ojos. Sibilio, cargado con cuatro personales, no pudo combatir a pleno rendimiento cuando se estaba decidiendo la contienda. Díaz-Miguel no echó mano de Santillana porque no confió en la frialdad de este jugador para resolver el partido. La ingenuidad hispana no fue capaz de echar de la cancha a Sylvester hasta bien avanzado el encuentro. Y Meneghin, sin nadie que se le opusiera, resolvió en la segunda parte un partido jugado a cara de perro.En estos Juegos en los que se ha hecho por profesión de fe de las ausencias habría que hacer hincapié también en la falta fundamental de Rafael Rullán, al que una lesión dejó en Madrid. Con el pivot madridista en Moscú, España probablemente hubiera podido ganar no sólo a Italia, sino incluso a Yugoslavia. En estos dos encuentros fundamentales es cuando se ha dejado notar la falta de un hombre capaz de defender bajo su aro y capaz de puntuar en el contrario.

Sibilio ha sido el recurso de última hora de Díaz-Miguel. Es un hombre que cumple, que anota y que rebotea bajo la canasta contraria, pero defiende menos.

Romay cayó ayer ingenuamente en los viejos trucos de los italianos y antes de que nos diéramos cuenta desapareció de la pista. Díaz-Miguel se jugó el todo por el todo con bases y aleros y el falso pivot que es Sibilio. Italia, que en la primera fase perdió un encuentro y en la segunda dos, se ha convertido en finalista de pura carambola. Italia parece un equipo pasado de forma. Quizá hasta aburrido de tan larga concentración como ha tenido que soportar antes de venir a Moscú. Ante España se adjudicó el triunfo, quizá por errores del adversario.

Porque lo cierto es que España volvió a cometer errores de entrega, errores en el lanzamiento a canasta y fundamentalmente fallos psicológicos ante la barrera impuesta por Italia en su zona.

Sandro Gamba prefirió durante la mayor parte del encuentro marcar a los españoles hombre a hombre y con superioridad en centímetros hubo momentos en los que pareció imposible que España pudiera lanzar a canasta. El recurso de Flores para lanzar a la media distancia también duró poco, porque sumó las cinco personales con demasiada rapidez.

La primera mitad, con los dos equipos enteros, resultó equilibrada. Aunque el marcador siempre fue favorable a los italianos, éstos no pasaron de los cinco puntos de ventaja.

En la primera jugada del segundo tiempo Romay se fue al banquillo y a partir de ese instante se produjo un tremendo bache en el juego hispano, que permitió a los italianos despegarse. Con la salida de Sylvester España hizo pressing por toda la cancha, pero la casi in mediata pérdida de De la Cruz volvió a hundir al equipo. En unos minutos de auténtico desconcierto, con López Iturriaga, Solozábal y Llorente entrando y saliendo de la cancha en cambios desesperados, Italia consiguió quince puntos de diferencia. A partir del minuto quince se produjo una gran reacción, bien orquestada por Corbalán, que llegó. a reducir la diferencia a cinco puntos. Los españoles lucharon bravamente en busca de la igualada, pero ésta no pudo llegar. Los italianos en los dos minutos finales amarraron al máximo e imposibilitaron convertir en realidad una ilusión que se había comenzado a cimentar cuándo ya se daba todo por perdido.

Un partido en el que Brabender es anulado por Marzorati, lo más natural es que se pierda. Un encuentro en el que Brabender no pasa de los diez puntos es una derrota segura.

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