Los problemas internos amenazan de nuevo la estabilidad del PSOE

Los secretarios generales y de organización de las federaciones del PSOE concluyeron ayer su reunión de dos días en Madrid, durante los cuales discutieron los procedimientos para mejorar el funcionamiento de su partido. La ejecutiva trata de aumentar la cohesión de las estructuras de militantes, potenciar la figura de los secretarios de organización y acelerar la formación de cuadros, como forma de atajar los problemas internos y evitar repercusiones negativas de los enfrentamientos internos en la estrategia de la dirección.Aparentemente, en el PSOE no pasa gran cosa. Después del éxito público...

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Los secretarios generales y de organización de las federaciones del PSOE concluyeron ayer su reunión de dos días en Madrid, durante los cuales discutieron los procedimientos para mejorar el funcionamiento de su partido. La ejecutiva trata de aumentar la cohesión de las estructuras de militantes, potenciar la figura de los secretarios de organización y acelerar la formación de cuadros, como forma de atajar los problemas internos y evitar repercusiones negativas de los enfrentamientos internos en la estrategia de la dirección.Aparentemente, en el PSOE no pasa gran cosa. Después del éxito público de la moción de censura, la figura política de Felipe González se ha revalorizado de nuevo; la ejecutiva parece más ajustada en sus mecanismos internos, los líderes introducen al partido en polémicas de gran altura -desde el tema de RTVE hasta las más recientes teorías sobre neutralidad internacional-, e incluso el PSOE desafia los intereses que respaldan la ley de Centros Docentes, con el anuncio de un recurso de inconstitucionalidad. Todo esto, pocas semanas después de haber colocado contra las cuerdas al presidente del Gobierno. Pero, al mismo tiempo, la inquietud interna vuelve a manifestarse de diversas formas, de manera que la estrategia política de la dirección se superpone a los síntomas de desunión de la militancia.

Desde hace más de un año, el partido socialista es el escenario de una contradicción que va más allá del puro enfrentamiento ideológico. Por una parte, parece demos,trar capacidad suficiente para acosar, e incluso derribar, al Gobierno de UCD; pero, de otro lado, cada encuentro de los militantes socialistas en sus congresos se convierte en un hecho traumático, del que generalmente se difunde la impresión de que dicho partido está integrado por algunos dirigentes, serios, responsables, carismáticos y por un conjunto de militantes en buena parte irresponsables, infantiles o incoherentes, por citar sólo los adjetivos que aparecen con mayor frecuencia en la descripción de estos congresos.

Dicha imagen, tan difundida durante la crisis de 1979 -abierta con el 28º congreso federal y cerrada con el congreso extraordinario- parece lejos de haberse difuminado; sucesivos congresos regionales -Andalucía, País Valenciano, Cataluña- han provocado pequeñas crisis, en los que el malestar aflora por unos u otros cauces, de forma que no llega a coagular una línea política definida. Falta por ver lo que ocurrirá en el PSOE gallego, que también ha entrado en crisis hace pocos días, en este caso por cuestiones relacionadas con el Estatuto de Autonomía.

Lo sucedido en el reciente congreso de Cataluña tiene, al margen de las lecturas específicas en dicha región, una interpretación muy diversa en los medios socialistas de Madrid; desde el calificativo de «congreso impresentable», que se escucha en ambientes próximos a la ejecutiva, hasta el de «ceremonia de la confusión», que pronuncian medios cercanos al sector crítico del PSOE.

A este respecto, cabe destacar que Raimon Obiols, vencedor en el reciente congreso del socialismo catalán -como principal figura de la tendencia que ha copado la totalidad de la dirección del PSC-PSOE- fue una persona clave en el congreso extraordinario del partido socialista, contribuyendo a legitimar las posiciones adoptadas frente a los críticos. Sin embargo, nueve meses después la ejecutiva federal se encuentra con una solución al problema catalán que no es precisamente la que prefería Felipe González y sus principales colaboradores, quienes han comprobado la imposibilidad de un arreglo satisfactorio. No se ahorran críticas a Joan Reventós, reelegido secretario general del, PSC-PSOE; se considera bastante quemados a los líderes de lo qúe fue federación catalana del PSOE -ahora deno-minada «corriente obrerista»,- y se cree que va a ser muy fuerte el desgaste de Reventós e incluso de Obiols.

A todo esto, se cierne la tormenta sobre el PSOE del País Valenciano, donde a los problemas anteriores hay que añadir la reciente expulsión del diputado Antonio Torres y, sobre todo, el expediente disciplinario a Joan Pastor, parlamentario por Valencia, que es el más destacado opositor a la actual ejecutiva socialista en dicha región. También hay problemas en el PSOE de Córdoba, cuya dirección -una de las pocas en manos del sector crítico- se encuentra enfrentada a la ejecutiva del PSOE de Andalucía.

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Este conjunto de problemas plantea la incógnita de la soldadura interna del PSOE, que parece no haber digerido el paso de unos millares de militantes a cinco millones y medio de votos.

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