Checoslovaquia, tercera en la Eurocopa-80

La banda de música de la marina, que amenizó el encuentro durante el descanso fue lo mejor de la noche napolitana en la final de consolación. Los 93 músicos proporcionaron los mejores momentos. Checoslovacos e italianos dieron la nota desafinada, aburrieron a las amapolas del campo. Los graderíos habría sido un funeral, de no haber hecho acto de presencia Manolo el de Huesca, con su bombo, que levantó la moral de los tiffosis italianos y les indujo, en un acto de psicosis colectiva, a gritar como si sobre el césped estuviera produciéndose algo brillante.Italia inició la renovación de s...

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La banda de música de la marina, que amenizó el encuentro durante el descanso fue lo mejor de la noche napolitana en la final de consolación. Los 93 músicos proporcionaron los mejores momentos. Checoslovacos e italianos dieron la nota desafinada, aburrieron a las amapolas del campo. Los graderíos habría sido un funeral, de no haber hecho acto de presencia Manolo el de Huesca, con su bombo, que levantó la moral de los tiffosis italianos y les indujo, en un acto de psicosis colectiva, a gritar como si sobre el césped estuviera produciéndose algo brillante.Italia inició la renovación de su equipo con Baresi en la media y Altobelli en la delantera. Pero Bearzot fue demasiado tímido. Hubiera sido mejor cambiar a medio equipo. El actual es como Pompeya y Herculano: una ruina con detalles ilustrativos de lo que fueron, pero ruina. Causio tiene la mente embotada y no le sale casi nada bien. Bettega anda como en un desfile de modelos y, más que elegante, parece amanerado. Bearzot le sacó de su puesto habitual para hacerle jugar en el centro del campo. Italia echó de menos al tosco, pero eficiente, Benetti, que a sus 33 años pone más ardor que algunos jóvenes. Benetti camina como un segador de arroz, pero es más práctico que el senatore Bettega, cuya retórica futbolística podría compararse con aquel personaje de Arniches de Los caciques que era un fiel remedo de Sánchez Toca.

Ruina histórica es también Zoff, al que de noche todos los balones le parecen pardos. Desde cuarenta metros envió un recado por alto Jurkernic y se lo tragó como aquellos dos del Mundial argentino que hicieron recordar a Albertossi, que tiene dos años más que él, o sea, cuarenta. Hubo aficionados que notaron la falta de Albertossi para el Mundial. Ahora ni siquiera les cabe de recurso, porque el veterano guardameta fichó por el equipo de la cárcel de Regina Coeli.

Los checos, que hasta esta tarde eran los campeones de Europa, hicieron su partido de equipo visitante. Guardaron bien su área y detrás tuvieron un portero, Netolika, que está en la línea de los grandes guardametas de su país. El juego checo, como es habitual, basculó sobre Masny, Panenka y Nehoda. Su defecto fue tratar de dominar el balón, entreteniéndolo en el centro.

El empate logrado por Graciani cuando el resultado empezaba a darse por bueno proporcionó todas las emociones de golpe. Italia perdió un gol en el minuto 79 y Checoslovaquia en el contraataque desperdició la mejor ocasión de la noche. Kozak, solo ante Zoff.

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