Automovilismo

Problemas en el calendario nacional de rallyes

El Rallye Internacional Fallas, tercera prueba puntuable para el campeonato de España de la especialidad, que debería disputarse en tierras valencianas el próximo fin de semana, ha tenido que ser suspendido por los organizadores ante la ausencia de inscritos. La medida pone en evidencia, una vez más, el absurdo calendario de rallyes español, nada acorde con la realidad deportiva de este país y, mucho menos, con la situación económica general.El anacrónico calendario nacional se compone de veintidós pruebas, más del doble de lo que suele ser norma en la mayoría de los países europeos. Esta acum...

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El Rallye Internacional Fallas, tercera prueba puntuable para el campeonato de España de la especialidad, que debería disputarse en tierras valencianas el próximo fin de semana, ha tenido que ser suspendido por los organizadores ante la ausencia de inscritos. La medida pone en evidencia, una vez más, el absurdo calendario de rallyes español, nada acorde con la realidad deportiva de este país y, mucho menos, con la situación económica general.El anacrónico calendario nacional se compone de veintidós pruebas, más del doble de lo que suele ser norma en la mayoría de los países europeos. Esta acumulación de carreras en prácticamente diez meses de calendario produce inevitablemente que los pilotos que deseen participar con asiduidad en el campeonato tengan que seleccionar cuidadosamente las pruebas a las que asistirán y las que dejarán de participar en función de su coeficiente, de los premios, kilómetros a recorrer y proximidad de fechas -antes y después- con otras carreras de importancia. Eso al margen de las economías particulares, que obligan aún más a la selección, dado el importante desembolso necesario para disputar una carrera de estas características.

Desde hace varios años han sido muchas las sugerencias que se le han hecho a la Federación Española de Automovilismo para la reestructuración de la temporada de rallyes, pero la falta de energía del presidente -demostrada con creces en muchas otras ocasiones- para imponer un criterio racional a los organizadores de carreras en la confección del calendario ha producido este desorbitado calendario.

La distribución actual parece hecha más para complacer a los presidentes de las federaciones regionales y a los organizadores de las carreras que a una adaptación a la realidad deportiva y económica actual. Así, en regiones como Asturias o Canarias, con un número de licencias muy reducido, debido a lo limitado de las mismas -Canarias incluso está fraccionada en dos federaciones-, tienen hasta tres pruebas puntuables para el campeonato de España, las mismas que regiones federativas extensísimas y de gran importancia, como la catalana-balear o la región centro.

El calendario nacional no de bería sobrepasar nunca las diez o doce pruebas, prácticamente la mitad de las actuales. Con una gran carrera por cada región, que agrupase a las dos o tres existentes en la actualidad, se lograna incrementar notablemente los premios -con lo que la participación sería más importante en calidad y cantidad, pudiendo venir hasta pilotos importantes de otros países-, distribuir las pruebas de forma más racional, molestar menos a los residentes en los lugares de paso, a los propietarios de los caminos -cuando son particulares- y a Tráfico, y reducir considerablemente los gastos y ahorrar energía, algo por lo que, en buena lógica, debe luchar el presidente de la Federación, aun en contra de los protagonismos fuera de lugar y las presiones partidistas de ciertos organizadores y presidentes de federaciones regionales.

La anulación de la carrera valenciana, unida a la pobre participación que ya registraron algunas pruebas en,la pasada temporada, debe hacer meditar a todos los implicados.

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