Dos goles absurdos acabaron con el Las Palmas

Dos goles estúpidos sentenciaron el partido Madrid-Las Palmas. La nieve fue el gran espectáculo del encuentro. El público, que llenó más de la mitad del aforo de Chamartín, mereció el único sobresaliente de la gélida tarde. Juanito, que falló la ocasión más bonita de de todo el partido. se convirtió en el más eficaz delantero, al anotarse los tres tantos; de su equipo. García Remón. aunque tuvo poco trabajo fue el jugador que más kilómetros hizo: el frío amenazó con dejarle como un pajarito y no tuvo otra opción que corretear por SU área.Antonio Ruiz el hombre que estuvo destinado a sustituir ...

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Dos goles estúpidos sentenciaron el partido Madrid-Las Palmas. La nieve fue el gran espectáculo del encuentro. El público, que llenó más de la mitad del aforo de Chamartín, mereció el único sobresaliente de la gélida tarde. Juanito, que falló la ocasión más bonita de de todo el partido. se convirtió en el más eficaz delantero, al anotarse los tres tantos; de su equipo. García Remón. aunque tuvo poco trabajo fue el jugador que más kilómetros hizo: el frío amenazó con dejarle como un pajarito y no tuvo otra opción que corretear por SU área.Antonio Ruiz el hombre que estuvo destinado a sustituir a Miguel Muñoz en el Madrid, cuando la Casa Blanca se tomó en serio su papel monárquico hereditario y que tuvo que conformarse con el papel de segundón, porque se cruzaron en su camino dos yugoslavos, estuvo más de media hora en el banquillo haciéndose falsas ilusiones. Su equipo, bien cerrado atrás, porque renunció a una de las tres plazas del ataque fue capaz de poner cierto interés en un encuentro en el que había que correr mucho para no quedarse tieso. Solamente Cunningham, como es habitual en él, se limitaba a dar alguna que otra carrerita y un par de pases magistrales, pero sin arriesgar un alamar.

El lateral derecho Estévez destrozó la armonía del juego con aquel absurdo pase desde la posición teórica del antiguo medio ala derecho -como hubiera dicho Matías Prats- hacia su guardameta. Juanito, que se había quedado rezagado, se encontró con un balón de oro y lo aprovechó. El maleficio insular quedó redondeado con el segundo gol. Juanito, de rebote, colocó en preciosa parábola el balón por encima de Pérez, un guardameta que le tomó la medida a los córners de Cunningham, por lo que éste tuvo que optar por cambiar la trayectoria del balón.

Las Palmas se hundió con los dos goles primeros, y ya fue incapaz de levantar cabeza. La lesión de Pirri no se llegó a notar, pese a que tuvo que ser sustituido por Sabido que anduvo despistadillo-, y el cambio de Stiellke por García Hernández tampoco bajó la potencialidad del Madrid. Los canarios cometieron el error de bajar a Pepe Juan, teórico extremo derecho al centro del campo, sin la obligatoriedad de intentar, al menos, cortarle el paso a Camacho, que jugó tan a placer, que lanzó uno de los mejores disparos de toda la tarde. Camacho, ante equipos que renuncian al ataque por su banda, está encontrando las máximas facilidades para recuperarse totalmente. Para Camacho. Las Palmas fue un entrenamiento.

El Madrid se encontró con un equipo que dejó jugar, y realizó mejor fútbol que en anteriores encuentros. La nieve, que comenzó a caer antes del comienzo, se adueñó por completo del césped, y en la parte final hubo problemas para distinguir las líneas que delimitan los espacios del terreno dejuego. El campo, que fue helándose a medida que transcurrieron los minutos, no llegó a obstaculizar en demasía a los protagonistas.

En la tarde más fría del año los espectadores se divirtieron más de lo que habitualmente suelen hacerlo. Para las buenas jugadas hubo aplausos fervientes, y, como siempre, para los desviadísimos disparos de Cunningham hubo el debido respeto a los millones que ha costado el chico.

Pese a los dos inocentes goles que encauzaron el triunfo madridista, Las Palmas se hizo acreedora la derrota. El líder estuvo luchador y hasta inspirado en muchos momentos. El Madrid ha tomado el aplomo que le proporciona el saberse líder con todos los pronunclamientos favorables.

El primer gol del Madrid fue el justo castigo a esa desdeñable manía de algunos futbolistas de retrasar el balón para perder tiempo. Es tan execrable esta antifutbolística fórmula como la del gilicórner. Algún día habrá que imponer sanciones a quienes realizan o permiten prácticas que atentan contra el espíritu del buen fútbol.

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