El Getafe concretó su victoria en la segunda parte

El Getafe supo aprovechar sus ocasiones y materializó su justo triunfo en dos acciones de fortuna con dos goles de los denominados psicológicos. El primero, al comenzar la segunda parte, y el definitivo a un minuto del final. El Murcia dio la impresión de «ser» algo más de lo que demostró en Las Margaritas, y especialmente se confirmaron las condiciones del futurible extremo Amorós, jugador que fue objeto de especial vigilancia sobre el césped y fuera de él.El Murcia se desplegó con evidente orden defensivo y dio la imagen, inicial de que podría hacer daño al Getafe. Pero poco a poco se fue di...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El Getafe supo aprovechar sus ocasiones y materializó su justo triunfo en dos acciones de fortuna con dos goles de los denominados psicológicos. El primero, al comenzar la segunda parte, y el definitivo a un minuto del final. El Murcia dio la impresión de «ser» algo más de lo que demostró en Las Margaritas, y especialmente se confirmaron las condiciones del futurible extremo Amorós, jugador que fue objeto de especial vigilancia sobre el césped y fuera de él.El Murcia se desplegó con evidente orden defensivo y dio la imagen, inicial de que podría hacer daño al Getafe. Pero poco a poco se fue diluyendo y, especialmente su centro del campo, muy luchador y pegajoso en los marcajes, no se mostró tan eficaz a la hora de alimentar de balones a los puntas. Amorós, un jugador de brillante porvenir -si antes la dureza de sus marcadores no le corta de raíz sus todavía intactas posibilidades-, buscó en solitario profundizar, pero generalmente no pudo tampoco concretar en los metros finales. Quizá también acusó nerviosismo con el pensamiento puesto en los numerosos «espias» que le sometieron en las gradas a otro riguroso marcaje, Luis Molowny y Víctor Martínez, entre otros.

La fortuna se alió con el Getafe, al marcar Crespo el tempranero gol tras el descanso, y a partir de ese momento el equipo madrileño mostró ya un nivel superior y se fue arriba, utilizando las armas de la garra y el afán por asegurarse un partido que se le había presentado difícil de solventar en la primera parte. Creó el Getafe ocasiones, y su victoria final resultó inapelable.

Archivado En