Fórmula 1

El Williams de Alan Jones superó la verificación

Las verificaciones efectuadas en el motor del Williams de Alan Jones no han permitido descubrir ninguna anomalía. La peregrina idea de que la cilindrada hubiese sido incrementada de 3.000 centímetros cúbicos a 3.300 ha quedado totalmente fuera de lugar. El australiano, por extraño que pueda parecerle a algún comisario -como el suizo Kurt Schild-, ganó por méritos propios.En realidad, los rumores sobre una posible anomalía en la cilindrada del motor de Alan Jones venían desde que, en Gran Bretaña, superaba a los Renault turboalimentados. Pero nadie se atrevía a decirlo de forma oficial, a travé...

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Las verificaciones efectuadas en el motor del Williams de Alan Jones no han permitido descubrir ninguna anomalía. La peregrina idea de que la cilindrada hubiese sido incrementada de 3.000 centímetros cúbicos a 3.300 ha quedado totalmente fuera de lugar. El australiano, por extraño que pueda parecerle a algún comisario -como el suizo Kurt Schild-, ganó por méritos propios.En realidad, los rumores sobre una posible anomalía en la cilindrada del motor de Alan Jones venían desde que, en Gran Bretaña, superaba a los Renault turboalimentados. Pero nadie se atrevía a decirlo de forma oficial, a través de una reclamación en toda regla. El comisario suizo, empujado quizá por algún equipo que no quería dar la cara, incautó el motor del Williams y ordenó su verificación técnica, realizada en Londres en los pasados días.

Aunque resulte difícil de comprender, el Williams domina actualmente el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 en los circuitos donde el Renault, ayudado por el turbocompresor, debería ganar con cierta holgura. El problema del turbo el que da una respuesta un poco lenta al acelerador, ta to en aceleración como en desaceleración. Por eso, en los circuitos muy virados, con cambios constantes y bruscos de velocidad, el Renault está en desventaja, mientras que en los rápidos, donde se mantiene una misma y elevada velocidad, donde el acelerador siempre permanece en la misma situación -preferenternente a fondo-, los coches franceses, únicos por el momento que utilizan motores sobrealimentados, cuentan con una amplia ventaja.

Que sea precisamente en esos circuitos, como son los que forman esta segunda mitad de la temporad a donde esté brillando el Williams, no deja de ser sorprendente. Pero su éxito se debe al gran diseño de su chasis, que, paradójicamente, es una copia casi exacta del Lotus 79, el del pasado año, y a la gran labor que ha realizado Alan Jones en su puesta a punto y luego en su conducción. Intentar buscar otros argumentos a las victorias de los Williams -que han ganado las tres últimas carreras, pero que a punto estuvieron de hacerlo también en Montecarlo, el polo opuesto- es no saber digerir los éxitos ajenos.

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