Las brusquedades, protagonistas del Getafe-Almería

El Getafe sigue adelante en su racha positiva, y esta vez se impuso a un dificil Almería, que plantó cara en Las Margaritas. El partido no reunió los suficientes aditamentos de calidad. Todos se acumularon en la balanza de las brusquedades, en la que destacaron elementos de suma peligrosidad para la integridad fisica del contrario. El árbitro, que no sacó ninguna tarjeta antes del descanso, se resarció luego, a la vista del cariz que tomaba la montería del tobillo y otras partes de la anatomía ajena.Unos y otros se aferraron a los marcajes rígidos, según costumbre, pero el de Maxi a Pepe Juan ...

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El Getafe sigue adelante en su racha positiva, y esta vez se impuso a un dificil Almería, que plantó cara en Las Margaritas. El partido no reunió los suficientes aditamentos de calidad. Todos se acumularon en la balanza de las brusquedades, en la que destacaron elementos de suma peligrosidad para la integridad fisica del contrario. El árbitro, que no sacó ninguna tarjeta antes del descanso, se resarció luego, a la vista del cariz que tomaba la montería del tobillo y otras partes de la anatomía ajena.Unos y otros se aferraron a los marcajes rígidos, según costumbre, pero el de Maxi a Pepe Juan fue de síameses, y por ahí comenzaron las guerrillas particulares. El defensa protagonizó la primera entrada escalofriante del partido al «inotor» getafense. Este se calentó, y el resto de jugadores hicieron lo propio ante la pasi-nosa pasividad del colegiado. El árbitro gallego se inhibió luego en otra durísima entrada de Cruz a Garay, y más tarde en un peligroso incidente entre Laguna y Oscar López. Laguna comenzaba ya a volver a demostrar sus habilidades guerreras, aunque sería luego Cruz quien mandara a vestuarios, lesionado, a Gregorio. Entre tanto, había llegado el gol de Pepe Juan, la retirada también por lesión -ésta fortuita, en choque con el excelente meta César- de Galán, y alguna que otra ocasión desaprovechada por cada equipo.

Si antes había estado pasivo, el árbitro se desmelenó luego, en la reanudación. No era para menos. Sacó ocho tarjetas, casi todas por juego peligroso, aunque el color rojo siguió sin aparecer. Maxi y Piñero se hicieron acreedores a terminar el partido antes de tiempo por sus durísimas entradas, y lo de Laguna no tiene nombre: agredió, sin balón, a Rojas en el cuello. Repartió «planchazos» a granel y se convirtió -no es la primera vez- en amo y señor feudal del partido, con la complacencia arbitral. Solamente en el último cuarto de hora se volvió a intentar jugar al fútbol.

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