Otra goleada engañosa del Madrid

El Madrid volvió a ganar ampliamente, pero de forma engañosa. No hizo el ridículo como el día en que venció por 3-1 al Salamanca, pero su triunfo, en un partido aburrido y malo, fue esta vez aún más injusto y con suerte. El Burgos le desbordó por completo en la segunda parte y pudo incluso hasta ganar. Wolff salvó en la línea un tiro de Chazarreta (autor del gol y revulsivo de¡ equipo burgalés) y Portugal estrelló dos remates en la madera. El centro del campo madridista, con el «tocado» Del Bosque en el banquillo -pero que no necesitó salir, con lo «increíblemente bien» que fue el marcador-, f...

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El Madrid volvió a ganar ampliamente, pero de forma engañosa. No hizo el ridículo como el día en que venció por 3-1 al Salamanca, pero su triunfo, en un partido aburrido y malo, fue esta vez aún más injusto y con suerte. El Burgos le desbordó por completo en la segunda parte y pudo incluso hasta ganar. Wolff salvó en la línea un tiro de Chazarreta (autor del gol y revulsivo de¡ equipo burgalés) y Portugal estrelló dos remates en la madera. El centro del campo madridista, con el «tocado» Del Bosque en el banquillo -pero que no necesitó salir, con lo «increíblemente bien» que fue el marcador-, fue nuevamente un desastre.La fortuna, que pocas veces ha abandonado al Madrid esta temporada, apareció otra vez por Chamartín como un hada madrina. El equipo blanco, que dio nuevamente un lamentable ejemplo de ¡noperancia en el juego, sí tuvo la suerte de abrir otra vez el camino a su efectividad cara al gol. Marcó dos tantos en la primera parte, cuando el Burgos aún era un enemigo sin peligró, pero ya con una malla defensiva prudente y ordenada: el primero, en saque de falta, y el segundo, en una de sus pocas jugadas destacables. Incluso pareció sentenciar el partido con el tercero, de penalti, nada más Iniciarse la segunda, y el colmo fue ya al final del encuentro, luego de sufrir un verdadero «baño» por parte del Burgos, cuando el defensa Sabido, en su única intervención, logró el cuarto. Realmente linda entre lo injusto y lo inexplicable. La marcha del Madrid en su terreno, donde hasta ahora ha ganado ocho partidos y empatado cuatro, sin perder increíblemente ninguno, es de una injusticia flagrante. Sobre todo, porque ha marcado veinticinco goles y sólo ha recibido diez, y da la sensación, con los números fríos, que en su campo es poco menos que inexpugnable. Sin embargo, la realidad es bien distinta.

Molowny sacó esta vez a Jensen de claro centrocampista y el danés fue un alma en pena según avanzó el partido, pues al no saber marcar dejó en la libertad más absoluta a Chazarreta, que salió en la segunda parte por el menos ofensivo Navarro. El astuto Arsenio se dio cuenta de ello sobre la marcha, lo mismo que del precioso pasillo que quedaba por el lado derecho. López se llevaba a Isidro hacia el centro o al otro extremo, y como el novel García Hernández, por lo visto, sólo prefiere el juego bonito de construir, pero no el sacrificado de destruir, Valdés y hasta el defensa Gómez podían internarse tranquilamente hasta la misma línea de córner. La suerte para el Madrid fue que los jugadores no le respondieron por ese lado a Arsenio, y si unas veces les llegaron tarde los balones, en otras no anduvieron rápidos para centrar o rematar con mayor peligro. Valdés, desesperante, fue, sobre todo, el mayor culpable, pues pudo ser la clave. De cualquier forma, ya en la segunda parte, cuando estas dos ventajas burgalesas se hicieron aplastantes, incluso Portugal, que había tenido gran parte de culpa en el segundo gol madridista, al no seguir a San José cuando se abrió el extremo, estrelló por dos veces el balón en la madera. También antes de¡ gol, Wolff, que al menos sostuvo a Carreño (oscuros ambos), sacó a Chazarreta un tiro en, la misma línea, y Adorno cabeceó un balón a milímetros del poste derecho.

El Madrid podía dar gracias de que sin ningún alarde, olvidado, como siempre, el juego por los extremos -Juanito y Aguilar fueron dos completos desastres- y hasta desaprovechado Santillana, pues al no estar Del Bosque ni siquiera hubo los centros de rigor sobre puerta, se había adelantado con un clarísimo 3-0. Así podía permitirse el lujo de ser «bailado». Pese a haberse pasado todo el primer tiempo jugando por el centro (la falta del primer gol no pudo estar más centrada) y con el eterno juego horizontal (menos en la jugada del segundo tanto) o hacia atrás, sínto:mas todos del impotente que no sabe cómo progresar, tenía ya prácticamente resuelto el partido. El Burgos, además, parecía sin aspiraciones, con el miedo del conformismo. Por eso, como tampoco el equipo de Arsenio jugó excesivamente bien -sus dos hombres punta decepcionaron- o con convicción, fue todavía más lamentable su tremenda superioridad de la segunda parte. ¡Cómo estaría el Madrid! De haber acertado cara al gol y sin las facilidades que dio, como en el último gol, descompuesto el equipo, ya al ataque, podría haberse llevado algún punto, sin que nadie pudiera tomarlo como injusto. Pero el afortunado Madrid, aunque parezca increíble, le goleó. Así es el fútbol actual en Chamartín.

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