El Castilla y el Granada empataron en un mediocre partido

Castilla y Granada jugaron ayer en Chamartín un partido mediocre. La vulgaridad de ambos equipos fue nota consustancial de un choque en el que apenas cabe destacar la magnífica actuación del eterno gran meta que sigue siendo Izcoa, los destellos de José Luis y algunos pases de Blanco. La primera parte fue especialmente tediosa y la segunda tuvo una mínima historia de dominio blanco tras la expulsión del torpe y marrullero lateral granadino Juan Carlos. El «cerocerismo» mandó, y refleja bien a las claras la nulidad de unos y otros, aunque en los últimos minutos la obligada presión del Castilla ...

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Castilla y Granada jugaron ayer en Chamartín un partido mediocre. La vulgaridad de ambos equipos fue nota consustancial de un choque en el que apenas cabe destacar la magnífica actuación del eterno gran meta que sigue siendo Izcoa, los destellos de José Luis y algunos pases de Blanco. La primera parte fue especialmente tediosa y la segunda tuvo una mínima historia de dominio blanco tras la expulsión del torpe y marrullero lateral granadino Juan Carlos. El «cerocerismo» mandó, y refleja bien a las claras la nulidad de unos y otros, aunque en los últimos minutos la obligada presión del Castilla resultó angustiosa para sus rivales.Ben Barek, técnico granadino, ha aunado un bloque defensivo sólido, auténtico soporte de los buenos resultados que está cosechando el equipo granadino. Sólo José Luis logra con su fútbol vistoso salir de la vulgaridad, y es el único jugador con capacidad de remate en su equipo.

El Granada había llegado a Madrid como líder de Segunda, posición que ha alcanzado casi sin proponérselo. Y a tenor de lo exhibido ayer el fútbol en esta categoría alcanza unos niveles de ínfima calidad. El Granada arrancó su positivo sacrificando posibles lucimientos en aras de una férrea defensa.

Hasta el minuto veintiocho no se había producido nada destacado, salvo dos remates de José Luis. En ese minuto, Castro -desafortunado siempre, como el resto del filial blanco- había hecho que Izcoa justificara su trabajo, y el meta granadino resultaría, a la postre, decisivo con cuatro espléndidas intervenciones que abortaron los fuegos ofensivos del Castilla. La expulsión de Juan Carlos, a poco de iniciada la segunda mitad, hizo que el Granada se cerrara ya de una forma descarada y se decidiera por guardar celosamente su portal. La sustitución de José Luis acrecentó la defensiva del equipo de Los Cármenes, y obligó a un reajuste total en las líneas de ambos equipos, buscando Santisteban forzar su ofensiva. Izcoa y Benítez fueron en estos minutos finales los hombres clave para que el marcador no se alterase.

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