La victoria de Llopart se fraguó en México

Jorge Llopart era hasta el sábado un desconocido. Tanto, que un entrenador confundió en el aeropuerto de Madrid, antes de la partida hacia Praga, a unos periodistas con él y sus compañeros de marcha. Desde hace unos días todo es distinto. Tras su victoria en la capital checoslovaca fue reconocido por la calle y llegó a firmar autógrafos durante ocho minutos ininterrumpidamente. Un atleta español fue por un día el vencedor al que se le rinde tributo. Ayer llegó a Barcelona, donde se le tributó un gran recibimiento. Josef Tarradellas acudió al aeropuerto del Prat.El flamante campeón de Europa de...

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Jorge Llopart era hasta el sábado un desconocido. Tanto, que un entrenador confundió en el aeropuerto de Madrid, antes de la partida hacia Praga, a unos periodistas con él y sus compañeros de marcha. Desde hace unos días todo es distinto. Tras su victoria en la capital checoslovaca fue reconocido por la calle y llegó a firmar autógrafos durante ocho minutos ininterrumpidamente. Un atleta español fue por un día el vencedor al que se le rinde tributo. Ayer llegó a Barcelona, donde se le tributó un gran recibimiento. Josef Tarradellas acudió al aeropuerto del Prat.El flamante campeón de Europa de los cincuenta kilómetros marcha comprende que antes nadie la conociera: «La marcha es una especialidad que estaba, ahora ya no creo, apagada. Ni siquiera se conocían las marcas. Los entrenadores, por lo general, ven a los marchadores como los atletas que no valen para otra cosa.» Esto no es así. El entrenamiento de Llopart ha demostrado que para vencer en una prueba de marcha hay que sufrir: «Hay que entrenarse un mínimo de seis horas diarias para los cincuenta kilómetros. Incluso al día siguiente después de ganar me levanté a las siete y media de la mañana para hacerme diez kilómetros. La preparación no puede descuidarse y tengo a finales de mes una carrera en Bélgica. »

Llopart tiene veintiséis años, novia con la que se casará después de los Juegos Olímpicos de Moscú, y trabaja como auxiliar administrativo del negociado de Hacienda en el Ayuntamiento de Prat, con un sueldo de 25.000 pesetas mensuales. De la Federación Española recibe una ayuda de 14.000 pesetas al mes; hasta julio percibía 6.000. Apenas fuma, bebe poco, pero hace lo que sea preciso para prepararse a fondo.

Quisiera ser apolítico, pero reconoce que esto es casi imposible y se ve identificado con la renovación: «Voté a UCD en las elecciones, porque era lo que más conocía.»

Sus comienzos en el deporte fueron a una edad muy temprana. Su padre, que es su entrenador, le inició. Hizo primero mucho cross, y en edad juvenil comenzó con las pruebas de 1.500 y 3.000 obstáculos hasta que en categoría junior descubrió que podía ir bien en la marcha, especialidad que ya no dejó, alternándola, eso sí, con el cross. También practica por afición el piragüismo, la inmersión y la natación.

Bajo de estatura

Su físico no llama la atención. De estatura más bien baja, ha roto el mito de que el marchador debe ser de 1,80: «Primero fueron los mexicanos los que demostraron que el biotipo del marchador no tenía que ser necesariamente alto. Yo creo que lo importante es poner las ganas. »

El triunfo de Llopart fue el de un conjunto: familiar, de apoyo federativo, de haberse preparado en México y del propio atleta. El haberse entrenado en México fue fundamental. Primero marchó en enero dos meses al no poder ir Marín y Jorba. Luego, antes de los campeonatos, volvió con Marín. Su preparación allí resultó decisiva para correr los cincuenta kilómetros: «Si me hubiera entrenado en España sólo participaría en los veinte kilómetros. Al estar en México a plena dedicación para la marcha, con servicios de rehabilitación y masaje, la preparación es completa e increíble la resistencia que se adquiere por la altitud a la que estás.» Ahora, al ser campeón de Europa, puede que los mexicanos le vean como máximo rival para los juegos de Moscú y sus viajes tengan más dificultades, aunque ellos prometieron que no sería así.

Llopart tiene la suerte de que el Ayuntamiento de Prat le da facilidades para que se prepare a fondo con permisos sin sueldo. Confia en que siga todo igual, porque esta victoria le ha dado fe para prepararse aún mejor y hacer un papel en los juegos Olímpicos: «Por eso hasta que pasen no me casaré. Soltero me puedo permitir el lujo de estar cuatro meses sin cobrar.»

La victoria, reconoce Llopart, le ha venido grande: «Todo el mundo me felicita, pero me siento el misrno de antes. Lo más emocionante para mí fue la entrada al estadio con el público aplaudiéndome. Vi la victoria clara en el kilómetro 35. Antes me conformaba con cualquier medalla. A partir de ese momento sólo la de oro era mi objetivo. Me concentré para no sentir mi cuerpo, para no sentir dolor. Recordaba entonces cuando íbamos los tres españoles en el grupo de cabeza y los marchadores soviéticos nos miraban como diciendo que quiénes éramos nosotros. Luego me emocioné bastante cuando oí el himno nacional. Me encontré inhibido hasta que comprobé que duraba mucho. Entonces pensé que para una vez que suena que sea hasta el final. Luego, por la noche, fue cuando vinieron los nervios y no pude conciliar el sueño. Fueron horas de tensión, en las que no me pude relajar. »

Tras su victoria sólo recibió una llamada de felicitación desde España, la de José María Villagrasa, presidente del Comité Catalan de Marcha, que junto con Garcés y Pajarón luchó para que los marchadores fueran a los Campeonatos europeos. Y ahí está el resultado: un primer puesto y un quinto. De Benito Castejón no tuvo noticias. No es de extrañar. Castejón no hizo acto de presencia en los Campeonatos nacionales de atletismo que se celebraron en julio a escasos metros del Consejo Superior de Deportes. El atletismo resulta demasiado complicado parra él, según Juan Manuel de Hoz. Ayer sí había recibido un telegrama del presidente del Gobierno.

Ahora Llopart está ilusionado, porque espera que el Rey le reciba: «Tengo mucho inteyés en conocer le, porque le admiro en muchos detalles. » Mientras tanto se seguirá entrenando, aunque la gente sonría al verle: «Espero que ahora se rían menos por este triunfo, pero no por eso los marchadores vamos a dejar de mover el "pompis". »

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