Reportaje:

Los festivales de "rock" han perdido su mística

Krebworth, una pequeña villa al norte de Londres, cuna y solar de los muy honorables Litton Krebworth, sede del mayor festival al aire libre que este año se celebrará en Europa.El festival, que presentaba a Brand X, Atlanta Rhythm Section, Devo, Tom Petty and the Heartbreakers, Jefferson Starship y Genesis, ocupaba una superficie de más de 240.000 metros cuadrados (sin contar con los espacies dedicados a aparcamientos, servicios administrativos, etcétera).

A partir de las 8.30 de la mañana fueron entrando en el recinto todos aquellos que habían pagado religiosamente las novecientas pese...

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Krebworth, una pequeña villa al norte de Londres, cuna y solar de los muy honorables Litton Krebworth, sede del mayor festival al aire libre que este año se celebrará en Europa.El festival, que presentaba a Brand X, Atlanta Rhythm Section, Devo, Tom Petty and the Heartbreakers, Jefferson Starship y Genesis, ocupaba una superficie de más de 240.000 metros cuadrados (sin contar con los espacies dedicados a aparcamientos, servicios administrativos, etcétera).

A partir de las 8.30 de la mañana fueron entrando en el recinto todos aquellos que habían pagado religiosamente las novecientas pesetas que costaba la entrada. De esta forma, más de 100.000 personas ya se encontraban pacíficamente sentadas a eso de las 10.30. Un público que a lo largo del día bebió poco (sólo cerveza) y fumó menos, un público que no parecía encontrarle a aquello el menor contenido esotérico y que a diferencia de los Woodstock, Wight, o Monterrey, no se acercaba allí para vivir una experiencia comunitaria, sino para pasar doce horas de buena música bajo el incierto clima británico. Así las cosas y poco antes del comienzo del festival, salieron al escenario (unos ochenta metros de frente por veinte de alto y unos treinta de fondo) una pareja de folkies ingleses que a base de canciones intimistas consiguieron desinflar aún más el dormido ambiente de Krebworth.

Una vez que hubieron finalizado y a las once en punto (la organización y previsión fue nota omnipresente del festival) salieron a escena Brand X. Grave error, ya que la música del grupo filial de Genesis (jazz-rock europeo para definirlo de alguna forma) no era lo más propicia para despertar a los ciudadanos que se habían despertado a eso de las cinco de la mañana para coger sitio. Sin embargo, Brand X hizo una música de primera, extremadamente compleja y sufiente, a pesar de las circunstancias adversas, como para considerarle un grupo de primera línea.

Tras ellos, una corta espera para colocar nuevo equipo y dar un paseo. Aquí surgen nuevamente finos detalles de organización (pases de todos tipos, para invitados, prensa, invitados de los artistas, artistas, administración, sonido, técnicos) que llegaban, asimismo, hasta el restaurante para invitados. Un restaurante de verdadera traca, montado en una tienda, lleno de colgaduras, menús impresos, lámparas de brazos; muy underground en suma.

Y sale a la palestra la Atlanta Rythrn Section, un grupo sureño americano que comenzó hace varios años como divertimento de unos cuantos músicos de estudio y que se han convertido en vendedores multimillonarios. Esta era su presentación en Europa y debido a ello existía una gran expectación por ver lo que podían dar de sí. La Atlanta es un gran grupo instrumental. El bajo realizó un solo increíble, el batería mantuvo una pulsación metronómica y los guitarras son grandes solistas con un sonido típicamente sureño. El fallo del grupo es el cantante, que no puede materialmente aprovechar la base que le ofrecen sus compañeros. En el estudio esto se arregla, pero en vivo y con fallos de sonido al principio de la actuación, su gran mérito fue ir a más, repitiendo dos canciones ante un público que les había recibido de manera bastante apática.

Tras de la Atlanta, Devo, DeEvolution (nombre ampliado del grupo) representan en estos momentos junto a Pere Ubu, Suicide y algunos norteamericanos más, el culmen de la música apocalíptica. Vestidos de jugadores de rugby y con gafas negras, Devo se mueven como azogados por el escenario, sumergidos en una música brutal que por momentos pasa del rock & roll a lo experimental. El público demostró no estar a la altura del grupo y pareció no inmutarse ante, la avalancha de fuerza que se le venía encima.

Ya continuación, más norteamericanos en un festival montado en ese mismo estilo. Tom Petty and the Heartbreakers, que tuvieron un comienzo de actuación decepcionante para finalizar con unos números bárbaros, unos arreglos magníficos y una reacción sorprendente por parte de la gente, que a estas alturas (cinco de la tarde) comenzaba a sentir los efectos de la cerveza consumida en cantidades industriales.

La Jefferson Starship, siguientes en orden, no tienen crítica, si exceptuamos la de sucesos. Grace Slick protagonizó un escándalo monumental en Alemania que finalizó con un público airado que destruyó y quemó el escenario y el equipo, por valor de unos cuarenta millones de pesetas. Grace no salió a cantar en Lorele (al igual que en Krebworth) debido a una presunta enfermedad. La realidad es que Grace se encuentra muy mal, debido a sus ya míticos abusos de alcohol y de drogas. Los demás hicieron lo que pudieron.

Genesis cerraron el festival. Con una actuación indéntica a la que realizaron en París y gracias a que los espejos esta vez sí funcionaron repitieron su multitudinario éxito. El muzak sinfónico sigue dando resultado.

Aquí acabó todo. Una larga caravana de gente agotada volvió a Londres tan dormida como vino, unos cuantos se quedaron a dormir allí. Los grandes festivales son sólo música, las vivencias que les dieron forma han desaparecido.

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