Diez minutos de retraso y la "prima" al Calvo Sotelo salvaron al Getafe

Getafe y Celta empataron «triunfalmente» el partido de los transistores. Los dos equipos lograron al final sus respectivas metas gracias a determinadas circunstancias ambientales y de resultados en otros campos que les favorecieron. El Getafe, sobre todo, tuvo sus mejores aliados en el descendido y colista Calvo Sotelo -alguien apuntó que a los de Puertollano había que hacerlos desde el domingo socios honorarios- con su victoria sobre el Jaén en los minutos de retraso bien «preparados» que al final resultaron vitales.El choque, en principio, no podía presentarse bajo mejores auspicios. El Celt...

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Getafe y Celta empataron «triunfalmente» el partido de los transistores. Los dos equipos lograron al final sus respectivas metas gracias a determinadas circunstancias ambientales y de resultados en otros campos que les favorecieron. El Getafe, sobre todo, tuvo sus mejores aliados en el descendido y colista Calvo Sotelo -alguien apuntó que a los de Puertollano había que hacerlos desde el domingo socios honorarios- con su victoria sobre el Jaén en los minutos de retraso bien «preparados» que al final resultaron vitales.El choque, en principio, no podía presentarse bajo mejores auspicios. El Celta necesitaba, al menos, un empate como mínimo, por lo que pudiera hacer el Baracaldo en Tenerife, pero al Getafe ese mismo punto le podía hundir en el descenso. Bastaba para ello que el Jaén hubiese puntuado en Puertollano, con lo que la igualdad entonces en la tabla entre Getafe y Oviedo se hubiese resuelto en favor de los astures. Las matemáticas, pues, también jugaron su papel.

Y lo cierto es que las cosas no pudieron empezar peor para los madrileños. El Jaén se puso por delante, en Puertollano, y esto obligaba necesariamente al triunfo de los de Poli. El Getafe montó así una estrategema de carácter ofensivo, « Sin pasarse », cubriéndose siempre las espaldas. El Celta, por su parte, se aferró a un descarado planteamiento estrictamente conservador, con sólo Mori en vanguardia. Los vigueses se defendían siempre con orden, y con la única misión de destruir como fuera. Al «cerocerismo» contribuyó lo suyo la absoluta nulidad atacante local. Sólo una ocasión de Polo, que cortó Hortas en acertada salida, y un remate ajustado al palo de Muñoz, detenido también por el meta vigués, dieron señal de que allí podía moverse el marcador. El Celta, nada de nada.

El Getafe, en el descanso -ya el Calvo Sotelo, al menos, había empatado- estaba descendido. Así no tuvo más remeedio que lanzarse a un acoso tan insistente como desordenado e inútil, ante el férreo caparazón defensivo de un Celta que continuaba agazapado. Creó el Getafe entonces algunas ocasiones, pero estaba visto que sus hombres eran impotentes ante el marco rival. Afortunadamente para los dos equipos -sobre todo para el Getafe- las noticias de los aparatos de radio indicaron a diez minutos del final que el Calvo Sotelo ya ganaba al Jaén, y, como segundos más tarde se conoció también que el rival del Celta por el ascenso -el Baracaldo- no había podido pasar del empate en Tenerife, getafenses y célticos, con la igualada, conseguían sus aspiraciones. Los últimos ocho minutos fueron un insultante «trotar» de todos los jugadores aguantando como podían, casi en la línea central de¡ campo, el balón. La entente cordiale se había consumado en estos minutos. El Celta ya está otra vez en Primera, y el Getafe sigue en Segunda. El retraso del comienzo del partido, y una «prima» a terceros -al Calvo Sotelo- otorgada en el momento preciso han sido este año la salvación del Getafe.

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