El Madrid resurgió en Valencia

El Madrid resurgió en Valencia. Con un juego, terriblemente práctico y a veces preciosista obtuvo un justo empate porque el Valencia también empujó lo suyo. Los goles se consiguieron en la primera parte, precisamente cuando menos se buscaron, pero tras el descanso, ambos equipos se lanzaron en pos de la victoria y con un juego velocísimo las ocasiones de gol se sucedieron con, lucidas actuaciones de los porteros.La primera parte se jugó a ritmo de samba. El Madrid se pasó minutos enteros dominando el balón a base de retrasarlo, formación de triángulos y desmarque de sus jugadores. El Valencia,...

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El Madrid resurgió en Valencia. Con un juego, terriblemente práctico y a veces preciosista obtuvo un justo empate porque el Valencia también empujó lo suyo. Los goles se consiguieron en la primera parte, precisamente cuando menos se buscaron, pero tras el descanso, ambos equipos se lanzaron en pos de la victoria y con un juego velocísimo las ocasiones de gol se sucedieron con, lucidas actuaciones de los porteros.La primera parte se jugó a ritmo de samba. El Madrid se pasó minutos enteros dominando el balón a base de retrasarlo, formación de triángulos y desmarque de sus jugadores. El Valencia, también temeroso de encajar un gol, retrasó mucho su centro del campo y limitó sus acciones ofensivas a las galopadas de Diarte, espléndidamente marcado por Sol. Los goles en este período evitaron que el aburrimiento llegara más lejos de lo que puede desprenderse de ver a un equipo reteniendo el juego, el de Miljanic, y otro, el de Pasieguito, a la espera de ptoducirse una situación favorable para el contraataque. El Madrid jugó lento, pausado y por esto, apenas intentó el gol en la primera parte. Macanás era, por lo tanto, desaprovechado por su velocidad y con Santillana ocurría otro tanto, ya que se hilaba un juego técnico, impropio de las características del niontañés. Pero esta táctica le resulto positiva al Madrid. Evitó el temido ataque valencianista y obligó siempre a que Rep tirara de lejos y a que para que jugara Diarte, sus compañeros tuvieran que arriesgar en exceso el balón. El Madrid tuvo, además, la suerte o el acierto de empatar el partido a la jugada siguiente de la que le produjo la momentánea derrota y la segunda parte se iba a afrontar, por tanto, como al parecer eran las pretensiones madridistas, igualadós.

Fue entonces cuando el Madrid sorprendió a propios y extraños.

La cohesión entre sus líneas seguía siendo máxima, pero al jugar con mayor rapidez y más a los espacios abiertos, comenzó a almacenar ocasiones de gol que casi siempre evitó Pereira, hombre que demostró ser un verdadero manojo de reflejos. A los doce minutos de la segunda parte, el cuerpo de este gallego había rechazado los remates de Santillana, Jensen y Macanás, todos realizados en condiciones favorables para la consecución del gol.

El Valencia, que había resultado roto, comenzó a organizarse y salió de su despiste. Faltaba media hora dejuego y aún no había hecho apenas nada destacable. Sus estupendos jugadores comenzaron a hacer fútbol y en tres minutos los fulminantes disparos de Kempes, Juan Carlos y Tirapu fueron la tarjeta de visita de lo que le esperaba a Miguel Angel. Este, a los 64 minutos, envió a córner, increíblemente, el remate de Rep que culminó una estupenda jugada de Saura y Tirapu, y poco después, desviaría el balón lo justo para que fuera rechazado por el poste otro del holandés. Este vendaval de juego no amilanó al Madrid, continuó jugando a gran velocidad, ya aprovechando las cualidades de Macanás y Del Bosque, en plan maestro, y Vitoria, en plan obrero de lujo, continuaron repartiendo juego para todos. Jensen quiso colocar excesiva mente un cabezazo y el balón sa lió fuera, Del Bosque cabeceó muy esquinado y Pereira se estiró con lo que el balón se paseó por la línea de gol, Kempes y Diarte no llegaron a un balón que sólo ne cesitaba empujarle para que lle gara a la red; en fin, fue toda la segunda parte una lección de fútbol por parte de dos equipos que esta vez sí demostraron su encuadre dentro de los grandes del fútbol español. Justo será, por tanto, pedirles mayor responsabilidad.

El partido concluyó con empate a uno, pero igual de fácil pudo acabar con empate a tres o cuatro goles. Este posible resultado fue evitado más por las acciones de los porteros que por fallos rematadores de los delanteros. Fue un gran partido, producto de los buenos jugadores que ambos clubs tienen en sus filas, que esta vez sí demostraron el dinero de sus fichajes. Si en el Valencia el trío de vanguardia llevó peligro, en el Madrid todas las líneas se desenvolvieron con acierto y soltura. Sol hizo olvidar,a Benito, que no jugó para dejar un sitio a Rubiñán, y sus demás compañeros se esforzaron en este partido, fundamental para las aspiraciones madridistas. Sólo Jensen en los primeros compases del encuentro perdió numerosos balones en malogrados regates a su par, lo que daba la impresión de que el danés lo que buscaba siempre era al marcador en lugar de intentar deshacerse de él. Pero luego realizaría un gran papel en la media punta, sitio donde realizaba grandes partidos con el Borussia.

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