Continúan los traslados en la prisión de Carabanchel

Continúan los traslados de los presos comunes de Carabanchel hacia otras prisiones españolas. Ayer, 98 reclusos, procedentes de Madrid, ingresaron en el Centro de Cumplimiento y Diligencias de Burgos y en el del Puerto de Santa María. Cuarenta hospitalizados fueron ingresados en celdas de castigo. Hoy, la situación en la prisión madrileña, tras el violento desalojo de la terraza en la noche del pasado martes, puede decirse que es de una intranquila calma y de fuerte tensión. Por otra parte, la Asociación de Familiares de Presos ha comunicado a EL PAIS la solicitud pública de que se abra una in...

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Continúan los traslados de los presos comunes de Carabanchel hacia otras prisiones españolas. Ayer, 98 reclusos, procedentes de Madrid, ingresaron en el Centro de Cumplimiento y Diligencias de Burgos y en el del Puerto de Santa María. Cuarenta hospitalizados fueron ingresados en celdas de castigo. Hoy, la situación en la prisión madrileña, tras el violento desalojo de la terraza en la noche del pasado martes, puede decirse que es de una intranquila calma y de fuerte tensión. Por otra parte, la Asociación de Familiares de Presos ha comunicado a EL PAIS la solicitud pública de que se abra una investigación sobre los hechos ocurridos en Carabanchel durante estos días, «Queremos ver a nuestros hijos y saber cómo están, pero por su, propia boca, no por notas oficiales.»

Más de doscientas personas, familiares de presos, se dirigieron en la mañana de ayer al Ministerio de Justicia para entrevistarse con el secretario de la Dirección General de Prisiones. No fueron recibidos pomo asociación, aunque sí individualmente. Se les prometió que sus peticiones serían trasladadas al presidente del Gobierno a través del ministro de Justicia.«Comprenda -dijeron luego a EL PAIS- que no podemos estar así. No sabemos qué es de ellos. Las versiones qué tenemos son horrorosas, que están en situación no ya inhumana, sino peor, ensangrentados, sin ropa, aislados e incomunicados. No tenemos acceso a ninguna dependencia. No sabemos qué está pasando. Y ya sabe cómo los han desalojado, a punta de metralleta, con un esparadrapo en la boca. Queremos saber dónde están y como están, pero por sus propias palabras. En Ocaña la situación es desastrosa: están en pijama, con unas paredes que chorrean agua. Estamos pidiendo ropas a las iglesias. Están incomunicados, y el Hospital Penitenciario ha sido desalojado. Queremos que se haga una investigación a fondo. Que las autoridades investiguen qué es lo que ha pasado estos días. Porque sí lo que quieren es matarlos que los maten directamente. Esta situación no se puede consentir.»

Los traslados se originaron tras haber desalojado la terraza del Hospital Penintenciario de Carabanchel, adonde habían sido trasladados unos cuarenta reclusos que, a modo de protesta, se habían cortado las venas y se habían producido lesiones de distinto tipo. El problema se inició el pasado sábado, cuando más de cincuenta reclusos fueron trasladados a- los penales de Ocaña y Zamora. Fuentes oficiales hablaron entonces de «traslados rutinarios». Sin embargo, en la prisión hubo una fuerte reacción que se intentó reprimir con dureza. Ante la actitud tomada, una serie de reclusos de la Comisión Organizadora de Presos Españoles en Lucha (COPEL), en número de cuarenta, se produjeron a sí mismos distintas lesiones -muchos se cortaron las venas-. Pasaron entonces al Hospital Penitenciario, cuya terraza ocuparon. Así trascurrió todo el día del martes. A última hora fueron desalojados.

Desalojo

Fuentes consultadas por EL PAIS indican que el desalojo y reducción de los presos de la terraza tuvo una dureza extremada. Hacia las seis y media de la tarde la fuerza pública penetró en el Hospital. En la planta primera se encontraban once presos políticos y algunos comunes, internados, que fueron encañonados con metralletas, golpeados y, puestos contra la pared, cacheados repetidamente. A continuación las fuerzas subieron a la segunda planta, en la que estaban cincuenta presos comunes, heridos y enfermos, que trataron de cerrar el paso,- atrancando las puertas con mesas y colchones. No obstante, las fuerzas antidisturbios pasaron arrancando, con picos, las puertas de hierro. Algunos presos, antes de ser sacados a golpes de la planta, se cortaron las venas nuevamente.Durante este desalojo se produjeron algunos disparos y lanzamientos de botes de humo.

La fuerza pública subió después a la terraza, mientras los reclusos que la ocupaban amenazaban con cortarse las venas o matarse tirándose al suelo. Según otras fuentes, hubo un claro intento de suicidio al intentar arrojarse al vacío uno de los reclusos. Cuando la fuerza pública llegó a la terraza se produjo un violento enfrentamiento que acabó con la reducción de los amotinados. Estos, junto a la mayoría de los que se encontraban en la segunda planta, fueron trasladados desde el Hospital a la prisión. El Hospital, según las únicas fuentes que pudo consultar EL PAIS, confirmadas después por algún miembro de COPEL, ha quedado con rastros de sangre, puertas desquiciadas, cristales rotos y algún casquillo de bala y botes de humo por el suelo. En los pasillos de la cárcel algunos presos escribieron con sangre la palabra COPEL.

Según nuestras fuentes, el total de trasladados desde el hospital son los veintiséis protagonistas de los incidentes y otros cuarenta más que están en celdas de castigo.

Se calcula que unos cien reclusos de la quinta galería han sido trasladados a otras prisiones. Los internados insisten en que la situación es desesperada, con un ambiente de gran tensión y un sentimiento generalizado de horror.

Informábamos ayer de la fuga del Gran Hospital de la Beneficencia de la calle Diego de León, de Madrid, del recluso Diego Albarrán, de 31 años, que había sido trasladado allí tras ingerir el pomo de un grifo. La fuga, al parecer, se produjo hacia las dos de la madrugada.

Sin embargo, la versión de la fuga no es única. Otras fuentes dudan sobre el hecho, dado que Albarrán ingresó en estado grave al Gran Hospital. Los familiares de presos comentaron ayer que era prácticamente imposible una fuga en las condiciones del muchacho, fuga de un edificio vigilado, y que, de haberse producido, tendría que ser saltando verjas que, en sus condiciones, nunca podría.

Según la policía, a las dos y treinta y cinco de la madrugada, Diego Albarrán que ocupaba la habitación 711, cama 34, fue visto por la pareja de policía armada de servicio correr por el pasillo. Tras seguirle por diversas dependencias, unas en penumbra y otras a oscuras, el recluso, que iba en pijama y con un chaquetón tres cuartos, desapareció. Según fuentes policiales debió de salir por la puerta de urgencia y saltar una valla de un metro, Inmediatamente se dio una batida por la zona, sin éxito. Puestos al habla con el administrador del Gran Hospital para conocer el parte facultativo del ingreso, nos comunicó que nada podía decirnos sobre el particular, ya que es información que concierne a la dirección del centro. El director no se encuentra en Madrid. En cuanto a cómo pudo fugarse, sigue siendo una incógnita. «Si ustedes saben cómo se escapó, díganoslo, porque aquí lo desconocemos. A esa hora todas las puertas permanecen cerradas. Todas, incluso la del garaje de coches. No sabemos nada más".A última hora de la tarde de ayer, sin embargo, fuentes de COPEL han indicado telefónicamente a EL PAIS, al parecer, que Diego Albarrán ha muerto. EL PÁIS no ha podido confirmar por otra fuente esta noticia.

Comunicado de COPEL

La Comisión Organizadora de Presos Españoles en Lucha (COPEL) ha hecho público un extenso comunicado explicando qué son y qué pretenden. Tras hacer patente la «disconformidad y repulsa con los partidos políticos denominados democráticos por toda su actuación hasta la fecha, en contra de los recluidos y marginados sociales que pueblan las cárceles españolas».Comentan los diferentes tratos que reciben los presos políticos, y muestran su apoyo a la CNT «el único grupo que puso en conocimiento de la opinión pública la degradante situación en que se encontraban y hoy todavía se hallan los presos comunes». Comentan más adelante la creación de la COPEL y su único fin: «conseguir, costara lo que costara, que de una vez por todas nos trataran como personas y fuéramos ante todo respetados en la integridad física y moral de nuestra persona».

Añaden que no pertenecen a ningún partido político y piden comprensión a la sociedad y en especial a quienes dicen ser democráticos. Exponen sus puntos reivindicativos que mañana analizaremos.

Los presos políticos se solidarizan

Los presos políticos de Carabanchel han expresado, en un comunicado hecho público, su apoyo firme a la Comisión de Presos en Lucha (COPEL), organización de los penados por delito común, así como la garantía de que respetarán totalmente su autonomía como movimiento.Al mismo tiempo, el comunicado denuncia los malos tratos infligidos a numerosos reclusos y la presencia de funcionarios armados de pistolas -el 21 de enero se perdió una pistola perteneciente a uno de los funcionarios-, por el peligro que entraña y por ser contrario al reglamento de prisiones.

Más adelante, los presos políticos califican como provocaciones la actitud de la dirección del centro -a la que señalan como única responsable de los hechos-, la suspensión de las comunicaciones para los comunes, mientras siguen estando permitidas a los políticos, y la presencia de la fuerza pública en los accesos a la prisión.

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