La fortuna acompañó al Real Madrid

Con un juego prudente y más bien pobre el Madrid consiguió vencer al Stal Mielec, que hizo las mejores cosas durante el partido, pero que se estrelló con el buen momento de forma de Miguel Angel. El Madrid sólo hizo buen juego durante una fase del segundo tiempo, inmediatamente después de su gol.El Madrid salió a jugar contra el Stal Mielec con la consigna de la prudencia o con el vicio de la comodidad, que eso nunca puede saberse. En su juego lento y poco profundo había mucho más deseo de mantener como válido el gol de ventaja conseguido en Mielec que de acompañarlo con otros. Ni los laterale...

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Con un juego prudente y más bien pobre el Madrid consiguió vencer al Stal Mielec, que hizo las mejores cosas durante el partido, pero que se estrelló con el buen momento de forma de Miguel Angel. El Madrid sólo hizo buen juego durante una fase del segundo tiempo, inmediatamente después de su gol.El Madrid salió a jugar contra el Stal Mielec con la consigna de la prudencia o con el vicio de la comodidad, que eso nunca puede saberse. En su juego lento y poco profundo había mucho más deseo de mantener como válido el gol de ventaja conseguido en Mielec que de acompañarlo con otros. Ni los laterales, Uría y Camacho, se arriesgaban mucho a abandonar sus posiciones defensivas para colaborar con los compañeros de ataque; ni Velázquez y Del Bosque se mostraban muy inclinados a acercarse al área contraria, y preferían quedarse cerca de la propia, para esperar los contraataques del Stal y no verse desbordados con la facilidad con que esto suele ocurrirles, dadas sus escasas condiciones para el marcaje y falta de velocidad para el repliegue. El juego del Madrid, pues, quedaba reducido casi a lo que pudiese organizar Pirri, tesonero y fuerte, que dio la impresión de retomar con gusto a su vieja demarcación de centro campista, y a la laboriosidad de Jensen y Guerini, corretones siempre. De Santillana nadie se acordó durante los primeros cuarenta y cinco minutos, y consumió este primer período en inútiles carreras en busca del desmarque y de algún lanzamiento o de alguna entrega corta que devolver en pared.

Poco más de un cuarto de hora tardó el Stal en perderle el miedo al Madrid. Cuando vio que los madridistas no pretendían ganar el partido, decidió intentarlo, y sus jugadores perdieron ese aire acomplejado que se les vio en el partido de Mielec, a salvo de los últimos minutos, los jugados sin luz. Supo el Stal aprovechar la ventaja de un centro del campo más fuerte y de hombres más veloces; desequilibrio éste que se notaba más que en ningún otro en el duelo Del Bosque-Oratowski. Este último hombre, que casi siempre se veía solo, supo sacar partido de esa situación, y sus compañeros de vanguardia, en especial SekuIski, a quien tocó mejor suerte en el marcaje (se emparejó con Uría, claramente inferior y mucho menos duro que Benito y Camacho), cooperaron bien con él en la creación de huecos, y consiguieron que el primer tiempo se consumiera con más inquietudes para Miguel Angel, que además de confirmar su espléndido momento de forma llegó a ver cómo un tiro de Oratowski se estrellaba en un palo, que para Kukla. Para éste también hubo momentos de inquietud, pero Guerini, el que más oportunidades tuvo de chutar, desperdició algunos buenos balones.

El segundo tiempo comenzó sin el menor propósito de enmienda por parte del Madrid. El Stal, cada vez más confiado, Comenzó a parecer un serio enemigo, y la impresión era de que la eliminatoria estaba en el aire. Pero el Madrid tuvo la suerte de marcar en el que fue su primer ataque en este Período, poco más de un cuarto de hora después de la reanudación y gracias a un golpe franco en el que la barrera polaca dejó, con ingenuidad, que Velázquez se inscrustara en ella para después dejar hueco libre al disparo de Pirri, y ahí acabó la incertidumbre que ha comenzado a cernirse sobre la eliminatoria. Al Madrid su gol desperezó, e hizo un bonito y bien ligado fútbol durante un cuarto hora, con colaboración por parte de todos y bastantes disparos puerta. No llegó a marcar, aunque Santillana estrelló un cabezazo el palo, pero su juego sirvió, al menos, para mantener al Stal lejos Miguel Angel. Sólo en los último minutos los polacos se rehicieran parte por desesperación y parte por las facilidades que el cansancio de algunos madridistas les proporcionaban, pero se encontró otra vez con Miguel Angel y el partido llegó a su final sin más goles. El Madrid tuvo, sin duda, más suerte de la que mereció.

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