Ni Torrejón ni Moscardó se preocuparon por la victoria

Insultos, agresiones, brusquedades, la caza del contrario y todo aquello que nada tiene que ver con el fútbol, fue la nota dominante del encuentro que libraron Torrejón y Moscardó. Sabida es la rivalidad que existe entre estos dos equipos, pero que la situación llegue a los límites del domingo no es permisible, ni tampoco tolerable. Pero sí es la cantinela que se detecta todas las temporadas entre los equipos madrileños del segundo grupo de la Tercera División. EI deporte es algo más que agredir al contrario cuando el árbitro -está de espaldas y, luego, el propio agresor poner cara de bueno y ...

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Insultos, agresiones, brusquedades, la caza del contrario y todo aquello que nada tiene que ver con el fútbol, fue la nota dominante del encuentro que libraron Torrejón y Moscardó. Sabida es la rivalidad que existe entre estos dos equipos, pero que la situación llegue a los límites del domingo no es permisible, ni tampoco tolerable. Pero sí es la cantinela que se detecta todas las temporadas entre los equipos madrileños del segundo grupo de la Tercera División. EI deporte es algo más que agredir al contrario cuando el árbitro -está de espaldas y, luego, el propio agresor poner cara de bueno y llamar la atención al árbitro en busca de la sanción para su víctima. Aunque antes del encuentro todos eran amigos. De anormalidades de este estilo podíamos decir muchas cosas, de fútbol bien pocas. El que en noventa minutos de juego sólo existieran dos ocasiones de auténtico peligro, una para cada bando, es dato más que elocuente para de mostrar la poca efectividad de estos dos equipos madrileños que ( mucho mejoran, o a medida que avance el campeonato se le acrecentarán los problemas que en sólo tres jornadas ya se han hecho bien patentes. A los nueve minutos de comenzado el partido, una buen, galopada de Lope, al que Valbuena no puede seguir, le permite centrar para que Gárcía López rematar y Arnaz detenga muy bien en si salida. Luego, a los quince minuto: de la segunda mitad, es Bellido el que se entretiene demasiado con el balón, al final logra disparar, Mingo salva bajo los palos. Luego todo fueron golpes, caídas -algunas por agresión del contrario-, la ya consabida expulsión de Calvo: un final accidentado y con los nervios a flor de piel.

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