El Atlético, finalista "por los pelos"

Un sólo gol, marcado por Leivinha a los 87 minutos de juego, le valió al Atlético el paso a la final del Carranza. El encuentro que enfrentó a los madrileños con el Nacional de Montevideo y que servía para abrir el torneo, resultó lento y perezoso, y no agradó al público, que en algunos momentos hizo patente su protesta.Luis sorprendió con la alineación inicial, al dejar fuera de ella a Rubén Cano, el más destacado refuerzo del equipo para la temporada entrante y que por el momento está dando muy poco juego. En su lugar, daba entrada a Aguilar, mucho más veloz que el argentino. Con ello, Luis ...

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Un sólo gol, marcado por Leivinha a los 87 minutos de juego, le valió al Atlético el paso a la final del Carranza. El encuentro que enfrentó a los madrileños con el Nacional de Montevideo y que servía para abrir el torneo, resultó lento y perezoso, y no agradó al público, que en algunos momentos hizo patente su protesta.Luis sorprendió con la alineación inicial, al dejar fuera de ella a Rubén Cano, el más destacado refuerzo del equipo para la temporada entrante y que por el momento está dando muy poco juego. En su lugar, daba entrada a Aguilar, mucho más veloz que el argentino. Con ello, Luis trataba de jugar la baza de la velocidad, arma que suele resultar útil con los equipos uruguayos, acostumbrados a acariciar la pelota y a jugar con lentitud. Tal vez el partido estuviese bien concebido a priori por Luis, pero lo cierto es que no resultó. El Atlético, sobre todo en la primera parte, fue un desastre, porque el esquema nunca llegó a funcionar a causa del pesimo partido que jugó en la media Robi, la otra adquisición. El barbudo centrocampista entregó mal casi siempre y perdió también muchos balones por retenerlos de forma inoportuna. Su compañero de media, Leal, tampoco estuvo muy afortunado, y el Atlético se partió por el eje central durante todo el primer tiempo. Mientras, el Nacional se limitaba a hacer su juego pero sin alardes. Y su juego es el de todos los buenos equipos uruguayos: lento, bien disciplinado tácticamente y montado sobre la base de la buena técnica d e sus jugadores para defender el balón. El Nacional aguantaba bien atrás y se defendía con soltura, para luego salir hacia el ataque en mansos y lentos avances. Planteadas así las cosas, muy rara vez se desbarataron los esquemas defensivos de uno y otro equipo, y cuando eso ocurrió fue debido, casi siempre, a fallos de colocación en algunos de los hombres de la retaguardia. El partido, que en sus primeros minutos atrajo al público por el posible duelo que se vislumbraba entre la velocidad del Atlético y el juego reposado del Nacional, comenzó a aburrir pronto, y de cuando en cuando se dejaron oír palmas de tango. Por parte del Atlético sólo Pereira, con su desenfadado juego defensivo, sobrado de recursos, se mantenía a la altura de lo que el público esperaba. Pero esto era un islote en el equipo, condenado al fracaso por el mal funcionamiento de la línea media. En cuanto al Nacional, sólo podía salvar el espectáculo con algunos destelleos de buena técnica individual de sus hombres, entre los que destacaban justamente el otro Pereira, un excelente centrocampista.

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En la segunda mitad, Luis, a la vista de que aquello no funcionaba, dejó fuera a Aguilar y colocó a Rubén Cano, confiando en que ya que no podía jugar la baza de la velocidad, el equipo sería capaz, al menos, de recobrar aquella capacidad de crear combinaciones profundas cerca del área, un tipo de juego en el que Luis espera que encaje Rubén Cano. A Robi le concedió la oportunidad de seguir en el campo unos minutos más, pero antes de que se cumplieran los diez de la continuación le tuvo que sustituir por Alberto, a la vista de que su aportación individual no mejoraba. Con los cambios y, hay que decirlo, la fatiga del Nacional, el Atlético mejoró algo. No es que jugase bien, que de conseguir esto se quedó muy lejos, pero al menos hubo en su fútbol continuidad y acoso a la puerta contraria. Los uruguayos, paralelamente, fueron para abajo, más que nada por la fatiga general. Los dos cambios que introdujo el preparador de nada valieron y el Nacional fue cediendo terreno poco a poco y propiciando la mayor presión atlética. Las ocasiones en la meta de Rodríguez, un buen portero pero con mucha tendencia a entregarse a la espectacularidad, se sucedieron con alguna frecuencia, pero los rematadores atléticos no estaban tampoco en día de atinar. Al fin, tres minutos antes del final, Leivinha acertaba a recoger un balón suelto en el área y marcar el único gol del partido, que si daba al Atlético el paso a la final no hacía olvidar los muchos defectos que mostró durante el encuentro y que hacen temer por sus posibilidades cara al comienzo de la Liga. Hoy, en la final, tendrá la oportunidad, ante Televisión, de borrar esas impresiones pesimistas.

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