Automovilismo

Los pilotos españoles, olvidados

Escribo este comentario atendiendo el ruego de nuestro inefable presidente conde de Villapadierna, que al encontrarnos con ocasión de los entrenamientos del Gran Premio de Francia de Fórmula 1, me pidió que mencionucu en el periódico su presencia en la carrera, junto con la del vicepresidente, señor Arnau. Atiendo sus deseos con mucho gusto, ya que según ellos, es conveniente que los aficionados españoles al automovilismo sepan de la preocupación y los desvelos de quien dirige los destinos de nuestra Federación.No me cabe la menor duda de que la asistencia a estas grandes manifestaciones depor...

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Escribo este comentario atendiendo el ruego de nuestro inefable presidente conde de Villapadierna, que al encontrarnos con ocasión de los entrenamientos del Gran Premio de Francia de Fórmula 1, me pidió que mencionucu en el periódico su presencia en la carrera, junto con la del vicepresidente, señor Arnau. Atiendo sus deseos con mucho gusto, ya que según ellos, es conveniente que los aficionados españoles al automovilismo sepan de la preocupación y los desvelos de quien dirige los destinos de nuestra Federación.No me cabe la menor duda de que la asistencia a estas grandes manifestaciones deportivas puede ser motivo de profundas cavilaciones que ayuden a despejar en el futuro el paupérrimo horizonte de nuestro querido deporte.

Alojados en un hotel próximo al circuito (quién sabe si por cuenta de los 10.000.000 que raquíticamente concede la Delegación Nacional de Deportes), atareados sin duda por la complejidad que significa repartir abrazos y sonrisas entre viejos amigos, y mientras los monstruos sagrados de la fórmula 1 entran y salen en boxes sin mirar a los pobres mortales, es razonable que no tuvieran tiempo de ver las listas de participantes de otras carreras, que tenían lugar entre los platos fuertes, y en las que había inscritos dos modestos pilotos españoles -Babler y Jean Claude-, que envueltos en la grasa que proporciona la desesperación de las averías de última hora, van desde hace años arrastrando por los circuitos europeos la pobreza de medios que la gestión de quien tiene la inexcusable obligación de hacerlo puede remediar.

Yo he tenido suerte, he podido saludar a nuestros directivos antes de la carrera; Babler y Jean Claude no han tenido el mismo honor, ni antes ni después.

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