Los partidos ante las elecciones

Antes de un mes, los partidos políticos pueden empezar a ser una realidad en este país, donde han estado prohibidos cerca de cuarenta años, en un área geográfico-política tan difícil para mantener perpetuas situaciones de marginación como es la europea occidental. Bien es verdad que los partidos españoles, tal y como los configura el proyecto de ley sobre el derecho de asociación, van a ser diferentes de los europeos, que no han de cumplir tantos requisitos para tener vida legal; pero el paso es grande e innegable. Y más, si ello se acompaña de un anuncio de elecciones generales.

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Antes de un mes, los partidos políticos pueden empezar a ser una realidad en este país, donde han estado prohibidos cerca de cuarenta años, en un área geográfico-política tan difícil para mantener perpetuas situaciones de marginación como es la europea occidental. Bien es verdad que los partidos españoles, tal y como los configura el proyecto de ley sobre el derecho de asociación, van a ser diferentes de los europeos, que no han de cumplir tantos requisitos para tener vida legal; pero el paso es grande e innegable. Y más, si ello se acompaña de un anuncio de elecciones generales.

Los periódicos y semanarios reflejan continuamente una situación política aparentemente caótica: minifundismo de fuerzas, centenares de peripecias. Sin embargo, sociológicamente, es difícil pensar en que todo eso se mantenga ante una convocatoria de elecciones mínimamente libres y representativas.

Dos problemas: dinero y exclusiones

Junto a otros escollos, dos son los problemas esenciales para el buen éxito del sistema democrático inicial o de partida: uno, los recursos económicos, cuya posesión otorga ventaja a las formaciones grandes o bien apoyadas frente a las de pequeño calibre; otro, la probable prohibición de ciertos grupos que al poder ejecutivo -o a la Sala del Supremo encargada de velar por las garantías constitucionales- puedan parecerles peligrosos por su extremismo ideológico o su carácter separatista. El problema más inmediato puede plantearse aquí con el partido o los partidos comunistas, formaciones aceptadas actualmente en los países europeos y que en nuestro país constituyen el centro de un debate amplísimo.En cuanto a los recursos económicos, Europa Press distribuyó ayer un despacho según el cual las organizaciones de derecha no cuentan casi con medios económicos, mientras las de izquierdas reciben ayudas de otros países. Afirmación inicialmente tan arriesgada como su contraria, es decir, se puede opinar también que las derechas cuentan con el apoyo de la Banca y las grandes empresas, mientras las izquierdas no tienen un duro.

El tema de las ayudas a grupos políticos dará lugar, sin duda, a nuevos comentarios y especulaciones. Una de las que se plantean en algunos círculos es, por ejemplo, la coincidencia de promotores entre la Fundación Nacional Francisco Franco y las cuatro asociaciones políticas que han constituido recientemente un frente electoral.

Procesos de concentración

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La posibilidad de los partidos y la probabilidad de unas elecciones, sirven para contribuir a los procesos de concentración en marcha. La familia política franquista ya está organizándose, con ese germen que supone el frente electoral de cuatro asociaciones. La reunificación del PSOE y su hipotética unión con el PSP permite pensar en un socialismo relativamente unido. Los socialdemócratas pueden cristalizar pronto en otra familia; los liberales lo están intentando, aunque aquí está menos claro qué grupos podrían llegar a un acuerdo.Algo más difícil está el panorama demócrata cristiano, donde la presencia de un equipo reconocido internacionalmente, o excluye intentos de otros grupos por asentarse en dicho marco político. Y, en fin la complicación parece enorme en el campo falangista, donde la herencia política de José Antonio Primo de Rivera es disputada por una docena de grupos, que pueden reducirse a cuatro corrientes fundamentales. No cabe olvidar otros proyectos, como el PPD español -que quizá se denomine simplemente Partido Popular-, sin que aun se conozca exactamente la realidad sociológica que aspira a representar; y el centrismo reivindicado por «Reforma Democrática.»

De una forma muy controlada, la posibilidad de pasos concretos hacia el cambio abre perspectivas inéditas en nuestro país. Con esto hay que contar. Quizá por ello, una asociación política dispone ya de un completo estudio sobre elecciones, y un partido socialista tiene montada una oficina electoral. Son dos síntomas de que las fuerzas políticas se preparan.

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