Alcaraz se redime ante Monfils y alcanza los cuartos de Shanghái

El español vence a su verdugo en Cincinnati (6-4 y 7-5, en 1h 27m) y avanza a lomos de una racha de 12 victorias sucesivas. Este jueves se medirá con el checo Machac

Alcaraz golpea la pelota durante el partido contra Monfils en Shanghái.ALEX PLAVEVSKI (EFE)

Degusta Carlos Alcaraz otra victoria, esta si cabe con mejor sabor que las logradas previamente ante Juncheng Shang y Yibing Wu, teniendo en cuenta que había rescoldos. Le dolió sobremanera al murciano la derrota veraniega frente a Gael Monfils en Cincinnati, hace un par de meses, cuando había perdido lucidez y estalló en una secuencia hasta ahora nunca vista. Pero el desfogue de aquella tarde da paso a la impecable intervención del otoño, resuelta por 6-4 y 7-5 (en 1h 27m) y sellada en paz, de algún modo redentora: cuenta saldada. Prosigue la buena marcha el número dos y se topará este jueves en los cuartos de final (no antes de las 12.30, Movistar+) con el checo Tomas Machac (3-6, 6-3 y 6-3 a Tommy Paul), sabiendo que enlaza ya 12 victorias desde que tropezase en Nueva York y que no está lejos de las 15 que conectó hace dos años en su mejor serie. Gestionó con madurez el reto de este miércoles y derribó a un tenista que le traía un mal recuerdo, capaz todavía de inquietar.

Porque a sus 38 años, Monfils, veterano de guerra con casi 900 partidos a las espaldas, sigue siendo un adversario imprevisible al que conviene atar en corto y no permitirle coger vuelo. Ahí queda el episodio de los raquetazos de agosto, día de frustración y también de advertencia, y por ello la decidida puesta en escena del murciano, que este miércoles abordó con todo e intentó rehuir del lío que trataba de imponer el francés. Inteligente, este combinó velocidades, alturas y ángulos para intentar desestabilizar, pero esta vez se topó con una versión bien diferente: la del Alcaraz sólido y paciente de estos días. Lejos de dejarse llevar por la inercia tramposa que iban adquiriendo los peloteos, el español se parapetó en la línea de fondo y fue agrietando desde ahí al galo con sus dos derechas, porque ese revés escupe casi con tanta potencia como el drive.

No faltaron las pinceladas de uno y otro, los dos con espíritu circense, una delicia para el espectador. Sin embargo, el número dos reaccionó a todo con seriedad, sin entrar al juego como pretendía el de enfrente. “No creo que me va a ganar, creo que me va a aplastar. Al cien por cien. Es una leyenda en ciernes”, anticipaba Monfils en la antesala, tirando el primer pelotazo, a ver si con el elogio relajaba al joven y ganaba así algo de terreno para sacarle más partido a sus diabluras. Pero nada de nada. Un entretenido equilibrio, fuego a fuego y pedradas de todos los colores, pero una sola voz a la hora de la verdad, la de Alcaraz. Sin distracciones y con mucha determinación, el murciano supo esperar el momento y arremeter cuando debía, decantando cada parcial con un break; dilatado el primero (al noveno juego) y todavía más el de la culminación (al undécimo).

“He intentado estar calmado, controlar mis emociones y esperar mis oportunidades. En el segundo set tuve algunas opciones de romperle al principio y no las aproveché, pero traté de seguir tranquilo, porque sabía que llegarían más”, apuntó a pie de pista, antes de que se confirmara el próximo pulso con Machac, al que derrotó hace un mes en el contexto de la Copa Davis; lo hizo, eso sí, después de haber cedido el primer set y del abandono del checo tras conceder el segundo a raíz de un problema muscular. Por tanto, guardia alta. “Tenía que tratar de estar lo más calmado posible, porque sabía que eso me ayudaría mucho. Estoy sintiendo la bola realmente bien, mucho mejor que en la gira norteamericana. Así que estoy feliz de haberlo hecho otra vez y espero que sigua así”, manifestó el vencedor, implacable por ahora en este trazado asiático que está devolviéndole el brío perdido después de los Juegos Olímpicos a su tenis.

Elogiable, en cualquier caso, el inquebrantable ánimo guerrillero de Monfils, agarrado al duelo de inicio a fin. Contemporizó, tiró de servicio para compensar el lógico déficit físico —17 años de diferencia entre ambos— y se rebeló contra el autoritario momento del español, pero al final se inclinó. A igualdad de tiros de ganadores (22) y un registro parejo de errores (9-13), decidió el filo con el saque. Más inspirado el de El Palmar, negó la única opción de al que dispuso el rival y selló su acceso a los cuartos de final. Registra, pues, su mejor resultado en el torneo y continúa extendiendo la secuencia post-US Open, mientras en paralelo avanza también Jannik Sinner. El número uno redujo al cañonero Ben Shelton (6-4 y 7-6(1) y se enfrentará este jueves al ruso Daniil Medvedev, que despachó al griego Stefanos Tsitsipas (7-6(3) y 6-3). En caso de progresar uno y otro, Alcaraz y Sinner se reencontrarían en las semifinales del sábado.

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