Novak Djokovic, el ingeniero del calendario
El serbio optimiza como nadie sus intervenciones y encara en plenitud la recta final del curso. Ha alzado los mismos trofeos que Medvedev, con 10 torneos menos
Así es él, extraordinario gestor del tempo. La vida le da para todo a Novak Djokovic, que lo mismo toca el saxo ante 20.000 personas en Belgrado que entrega un Balón de Oro en París, donde también disfruta de una final de un Mundial de rugby como pelotea de maravilla en Bercy, fresco como una lechuga. ¿Es real ese pasante de revés prácticamente desde el suelo?
Empleaba Carlos Alcaraz el plural mayestático hace dos días para matizar que, lógico, a estas alturas los t...
Así es él, extraordinario gestor del tempo. La vida le da para todo a Novak Djokovic, que lo mismo toca el saxo ante 20.000 personas en Belgrado que entrega un Balón de Oro en París, donde también disfruta de una final de un Mundial de rugby como pelotea de maravilla en Bercy, fresco como una lechuga. ¿Es real ese pasante de revés prácticamente desde el suelo?
Empleaba Carlos Alcaraz el plural mayestático hace dos días para matizar que, lógico, a estas alturas los tenistas ya están “cansados”, descoyuntados en no pocos casos a raíz del esfuerzo efectuado a lo largo de toda la temporada. No le falta razón al murciano, a quien, sin embargo, se le olvidó hacer la excepción: todos flaquean y todos sufren menos él, Nole, el hombre del depósito interminable, el perfecto ingeniero del calendario que sabe cómo, cuándo y dónde debe golpear. Nadie optimiza como el serbio los esfuerzos.
Tras despachar a Tomás Etcheverry en su estreno en el Masters 1000 de París-Bercy, el tenista (6-3 y 6-2, en 1h 23m) se ve de reojo en el videomarcador que cuelga del techo justo cuando va a cambiarse de camiseta, y como el público está observándole y silba, ¡fiuuu-fiuuu!, le da por bromear: aquí estoy, temedme, soy el Hulk de los Balcanes. Luce torso y luego se retira al vestuario satisfecho, sabiendo que la noche anterior pinchó Alcaraz y que poco antes de que él interviniera ha caído también Daniil Medvedev –apeado por Grigor Dimitrov, con peineta en la despedida–, luego el camino se le despeja de manera considerable. A casi todos les fallan las piernas o el brazo, si no la cabeza. El tenis de hoy es un ejercicio de supervivencia y Djokovic –citado el jueves con Tallon Griekspoor, no antes de las 19.30– maneja los tiempos y las distancias de forma magistral.
“Me siento bendecido por la carrera que he tenido”, dice. “Pero es cierto que a estas alturas necesito un extra de motivación. Mi vida ha evolucionado y tengo dos hijos de 6 y 9 años, así que se me rompe el corazón cada vez que tengo que irme. Debo gestionar este tipo de sentimientos cuando viajo, de modo que cuando lo hago, realmente quiero ganar. Quiero que ese viaje merezca la pena”, añade el rey del circuito, que a sus 36 años –los mismos que Andy Murray y solo superado en edad por Gael Monfils (37) y Stanislas Wawrinka (38) en el top-100– afronta la recta final de la temporada en plenas condiciones, sin rasguños físicos reseñables y con el ánimo por las nubes.
27 títulos otoñales
A buen seguro que contribuye a su felicidad el último registro alcanzado, puesto que el partido disputado este miércoles –1.289 en los 20 años que ha peleado en la ATP– le permite adelantar a Rafael Nadal, ahora uno por detrás. No parece haber freno ni edades para Nole, de nuevo excelente en la gestión. En 2023 ha participado en 11 torneos, además de la fase de grupos de la Copa Davis, de los que ha ganado cinco; esto es, casi la mitad. En total ha jugado 52 partidos que le han guiado a la conquista de tres Grand Slams y un Masters 1000, el de Cincinnati, al margen de estar muy cerca de sellar la temporada en lo más alto del ranking por octava vez en su carrera.
Se esfuma el sueño para Alcaraz, 16 años menor y que para atrapar los seis títulos que ha obtenido –líder en este apartado– ha necesitado de cinco torneos y 21 encuentros más. Aún más reseñable es la comparación con el ruso Medvedev (27), que ha desfilado por 21 y ha saltado 80 veces a la pista.
“No podía pedir una temporada mejor. Me he quedado a un partido [en Wimbledon] de ganar los cuatro grandes. Tengo el lujo de poder planificar dónde juego y elegir los torneos”, explica Djokovic, ganador de 96 títulos individuales, de los que 27 proceden de la fase otoñal, tras el US Open: seis Copas de Maestros y otras tantas de Bercy y Pekín; cuatro triunfos en Shanghái, uno en Viena y otro en Basilea; festejó la única vez que pasó por Tokio, Astaná y Tel Aviv. En el mismo periodo, Nadal ha cosechado cuatro de sus 92 –Pekín (2), Tokio y Madrid, cuando este último se disputaba en octubre– y el suizo Roger Federer es el único que ofrece una productividad superior, con 26 laureles (de los 103 que posee).
“Me siento joven”, expresa. “La consistencia es la clave y también el deseo de mejorar; yo trato de hacerlo año tras año y semana tras semana. La mejora es un proceso constante”, receta Nole, que ha hecho muy buenas migas con Alcaraz, más allá del hermoso cuerpo a cuerpo que han protagonizado a lo largo del último ejercicio. “Hay quienes prefieren dejarlo cuando están en la cima, pero yo prefiero hacerlo cuando ya no pueda ganar o cuando no pueda batirles a los jóvenes. Amo este deporte y me encanta competir; es tan simple como eso”, simplifica el de Belgrado, como pez en el agua en esta franja del año en la que a la gran mayoría les saltan las costuras.
MEDVEDEV: “NO ERA UNA PEINETA, SOLO ESTABA REVISÁNDOME LA UÑA”
Medvedev se las tuvo tiesas con la grada de Bercy durante el duelo contra Dimitrov, que finalmente venció por 6-3, 6-7(4) y 7-6(2), tras casi tres horas. Al ruso le molestó la actitud del público y en un determinado instante se negó a jugar.
“Lancé la raqueta [jugó un punto con el arco de la herramienta roto] y me abuchearon, no hay problema; pero luego, cada vez que iba a sacar continuaban, así que he dicho: ‘Vale, no voy a jugar’. Después he pensado que iba a ser descalificado y entonces he jugado”, afirmó.
El ruso, tercero en el ranking de la ATP, se despidió haciendo una peineta justo cuando iba a acceder al túnel de la pista. “No, no es así. Solo estaba revisándome la uña. ¿Por qué iba a hacerlo algo así a la fantástica grada de Bercy?”, ironizó. “Tengo muchos amigos franceses y no les gusta demasiado este torneo. Por algo será…”, zanjó.
Su derrota presidió una jornada en la que también se despidió Roberto Bautista, el último representante español. El castellonense no pudo con Hubert Hurkacz, que además del triunfo (6-3 y 6-2) alcanzó un meritorio registro: 1.000 aces esta temporada. Este siglo solo habían sido capaces de conseguirlo John Isner (ocho veces), Ivo Karlovic (3), Kevin Anderson, Milos Raonic (2), Andy Roddick y Reilly Opelka (1).
Por otra parte, la caída de Casper Ruud ante Francisco Cerúndolo (7-5 y 6-4) aparta al número ocho del mundo de la Copa de Maestros que comienza el día 12 en Turín. Sí avanzaron Alexander Zverev (6-4, 6-7(3) y 7-6(5) contra Ugo Humbert), Holger Rune (6-4 y 6-2 a Dominic Thiem) y Stefanos Tsitsipas (6-3 y 7-6(4).
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