Marruecos, sin escudo en el desierto de Jor
El portero Bono, que solo había recibido seis remates en cinco partidos, encaja el 1-0 en el primer tiro francés y el 2-0 en otro error atrás
Jawal El Yamiq, el marroquí pucelano, acabó el partido de los cuartos de final contra Portugal besando la cabeza de Pepe. El excentral del Madrid tuvo la última ocasión en un balón aéreo muy franco y la mandó fuera para más inri de Cristiano Ronaldo y éxtasis del defensa del Valladolid, que cerró el duelo como el jugador con más robos (10). El parte médico había obligado al seleccionador, Walid Regragui, a tirar del banquillo y El Yamiq (en su primer partido como titular en el torneo) echó más fuego en la hoguera marroquí. ...
Jawal El Yamiq, el marroquí pucelano, acabó el partido de los cuartos de final contra Portugal besando la cabeza de Pepe. El excentral del Madrid tuvo la última ocasión en un balón aéreo muy franco y la mandó fuera para más inri de Cristiano Ronaldo y éxtasis del defensa del Valladolid, que cerró el duelo como el jugador con más robos (10). El parte médico había obligado al seleccionador, Walid Regragui, a tirar del banquillo y El Yamiq (en su primer partido como titular en el torneo) echó más fuego en la hoguera marroquí. Contra Francia, fue de nuevo de la partida; sin embargo, no tardó en aparecer en la foto del 1-0 de Theo Hernández. Midió mal en un intento de corte y ese fue el inicio de un desmontaje en cadena de la última línea marroquí. El lateral del Milan, en escorzo, con mérito también, no tuvo piedad de Yassine Bono.
¿Dónde estaba hasta entonces el libro de instrucciones de Marruecos? Croacia, Bélgica, España, Portugal y la ínclita Canadá se habían perdido en Qatar buscándolo. Los norteafricanos solo habían encajado un gol, y había sido en propia puerta (Aguerd) contra los norteamericanos. Francia tardó cinco minutos en encontrar el libreto. Un poco se lo dieron también los marroquíes, un poco por una quiebra muy temprana de su escudo de protección. A Bono, en cinco partidos, solo le habían rematado a puerta seis veces. Esta vez, la primera llegó a los cinco minutos y dentro. Y en el tramo final, el segundo remate entre los tres palos (además de un palo), también acabó en la cazuela.
El Yamiq, de 30 años y uno de los ocho convocados que nació en ese lado del Estrecho, no estaba de paso en el desierto de Jor. Tampoco en el área contraria. ¿De dónde se sacó esa chilena? Su equipo había botado un córner al borde del descanso y, en la segunda acción, se elevó como un equilibrista de circo o un contorsionista para agarrarla arriba y estamparla en el palo de Lloris.
Marruecos llegó hasta las semifinales defendiendo mucho y bien, pero, sobre todo, desplegándose con un ardor guerrero sin igual que iba mucho más allá de una cuestión futbolística. De nuevo con una masa en las gradas que solo admite comparación en el anfiteatro argentino, los muchachos de Regragui sudan como maratonianos y van a todas. No hay vía para la negociación. Si Mbappé gana la línea de fondo, Amrabat se tira con las dos piernas en una decisión que solo tenía dos soluciones: blanca o negra. Marruecos no negocia y Amrabat, el pivote al que en Italia le apodaron El Monstruo, menos.
El golpe inicial les obligó a salir de la cueva y amasar lo que no quisieron durante casi todo el campeonato: la pelota. Francia, que funciona a otra velocidad que el resto del mundo, les llevó al filo en varias contras. A cambio, los norteafricanos replicaban con Ziyech o Ounahi, ese del que Luis Enrique se sorprendió tras el duelo de octavos. El atacante del Chelsea, mientras, cogió el partido por la pechera tras el descanso. Un gran pelotero al que, tres meses antes del Mundial, le pasaron la mano por el lomo para surfear todos juntos la ola de la bahía de Doha, muy cerca de su hotel blindado de West Bay.
Él simbolizó los nuevos aires que corrieron en la selección con la llegada al cargo de Regragui. En gran parte, fue una operación de salvar al soldado Ziyech, en las mazmorras del bosnio Vahid Halilhodzic. Y él asumió el liderazgo en la carga a la puerta gala en la segunda mitad. Casi todo pasaba por él, inclinado en el costado izquierdo. No les sobraron las ocasiones a Marruecos y Francia, sin importarle ese guion, bien abrigada, vivía con la espada afilada. No se sentía incómoda.
Así discurría la trama en el último cuarto del choque, con la intriga de las ventajas mínimas, hasta que regresó a escena el actor secundario El Yamiq, de nuevo en la foto del 2-0. El defensa pucelano falló en una salida de balón y Mbappé se lo hizo pagar con sangre. Le llegó la pelota dentro del área y escapó de la cárcel de defensores marroquíes que le acosaron para que Kolo Muani fulminara la noche.
Los jugadores de Marruecos acabaron derrengados sobre el césped, exhaustos, mientras su grada rompió en aplausos. A la espera del duelo por el tercer puesto del sábado, en el imponente Al Bayt, en el desierto de Jor, acabó la historia más emotiva de Qatar. Aquí hincaron la rodilla los Leones del Atlas.
“Jugamos un fútbol honesto y de trabajo”
Marruecos progresó en el Mundial y asombró a todos con su enorme despliegue físico, y fue precisamente el físico lo primero que le falló. Ya sufrió por el parte médico en cuartos contra Portugal y ayer, ante Francia, perdió a Aguerd en el calentamiento, a Saiss en el minuto 21 y a Mazraoui en el descanso. Tres de los cinco defensas que Walid Regragui había dispuesto. Con la salida de Saiss, se resituó en línea de cuatro. Muchos imprevistos en un equipo que, lógicamente, no iba sobrado y que se vio castigado en la zona en la que más seguro debía sentirse.
“Hemos tenido varios lesionados y eso no ha ayudado. Había demasiados jugadores al 60% o 70%. Con todos en forma, les habríamos creado más problemas. Queremos digerir esta derrota, pero sentimos que podíamos haber ido más lejos. Los pequeños detalles deciden los campeones”, expresó el seleccionador, que lamentó también que el 1-0 para el minuto cinco les sacó de rueda. “Didier [Deschamps] es muy listo. Hoy tuvimos mucha posesión y nos castigaron cuando la perdimos. Ante una selección como la francesa, el más mínimo error se paga”, admitió Regragui, que se presentó como un tipo “ambicioso”. “Si no llegábamos a semifinales, sería un fracaso y me iría”, aseguró. Llegaron y todos dan por descontado que continuará. “Ahora queremos terminar terceros”, añadió.
Lamidas las heridas y lamentados los imprevistos, fue el momento de la reivindicación por el histórico Mundial (primera selección africana y árabe en alcanzar las semifinales) y de mirar atrás en paz. “Hemos demostrado que el fútbol marroquí existe. Dimos lo mejor de nosotros”, proclamó. “Nos damos cuenta de que hemos conseguido algo grande ya. Vimos las fotos y lo felices que están en nuestro país. Queríamos mantener vivo el sueño. Les dije [a los jugadores] que estaba orgulloso de ellos, el rey también, igual que el pueblo marroquí. Jugamos un fútbol honesto y de trabajo. Ha sido una buena imagen de Marruecos y de África. Representábamos a nuestro país y a nuestro continente. Hemos mostrado a los africanos que podemos tutear a los grandes. Ahora debemos mostrarlo de manera regular”, desarrolló Regragui.
Francia no fue España ni Portugal, sino una selección mucho más directa y clínica ante Yassine Bono. “Los dos goles fueron jugadas muy extrañas. Los jugadores de Francia, con lo buenos que son, aprovechan todo”, lamentó el portero del Sevilla, que reconoció que el primer tanto tan tempranero les obligó a salirse del guion. “Francia estuvo muy replegada y debimos tener protagonismo. Hoy [POR AYER]nos encontramos con un partido distinto. El primer gol nos hunde, pero seguimos insistiendo y tuvimos varias ocasiones. Luego llegó el segundo gol y ahí se acabó”, analizó el meta.
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