España se recompone para alcanzar la final del Mundial: “El alma de este equipo es brutal”
Las jugadoras, el cuerpo técnico y el presidente de la federación señalan la fortaleza mental del grupo y la capacidad para reconstruirse ante las adversidades vividas en el último año
Martes, 15 de agosto. España, de fiesta. Y la selección, también. Durante la comida, unas cuantas jugadoras lideradas por Eva Navarro, entre que las estaban también Rocío Gálvez, Claudia Zornoza e Irene Guerrero, decidieron poner el altavoz a tope para que al final todas se unieran, pocas tan bailongas como Jennifer Hermoso. Las había más serias, como Irene Paredes o Alexia, pero todas descargaron la adrenalina antes de jugar la semifinal como hicieron de camino al estadio, pues pusieron la canción Está por venir, de Elena Farga, y se desgañitaron para después golpear los cristales del ...
Martes, 15 de agosto. España, de fiesta. Y la selección, también. Durante la comida, unas cuantas jugadoras lideradas por Eva Navarro, entre que las estaban también Rocío Gálvez, Claudia Zornoza e Irene Guerrero, decidieron poner el altavoz a tope para que al final todas se unieran, pocas tan bailongas como Jennifer Hermoso. Las había más serias, como Irene Paredes o Alexia, pero todas descargaron la adrenalina antes de jugar la semifinal como hicieron de camino al estadio, pues pusieron la canción Está por venir, de Elena Farga, y se desgañitaron para después golpear los cristales del autocar y animarse. Tocaba partido y no era uno cualquiera. Horas más tarde, saltaban, lloraban, se abrazaban, reían y se felicitaban, pues habían superado a Suecia para alcanzar la final del Mundial. “Hemos puesto a un país de pie y ahora lo que tenemos que hacer es sacarlos a todos a la calle. A la finaaaaal, oe!”, se arrancaba el seleccionador, Jorge Vilda, en un corrillo en el que no faltaba nadie, en el centro del estadio. Por el camino quedaron los problemas vividos en el último año, también los diferentes entuertos que les han planteado las rivales. Suecia no fue menos. Pero quedó apeada como las demás.
No hace tanto, en septiembre pasado, 15 jugadoras escribieron un mail a la federación para decir que no estaban bien, que querían dejar de ser convocables. Sin decirlo en público, sisearon que la federación no era lo suficientemente profesional, que con el técnico, Vilda, no irían a ningún lado. Pero el presidente Luis Rubiales decidió que no se le tocaría, que no cedería a las presiones, por más que se dividiera la selección. “Nos mantuvimos firmes en lo que creíamos”, cuenta Rubiales. Y él creyó que defender a Vilda era prioritario. También a aquellas jugadoras que quisieran vestir la camiseta de España. Con esos mimbres, con unas pocas que se retractaron y volvieron a la selección, y con otras caras más nuevas, se viajó a Australia y Nueva Zelanda, donde se ha llegado, por vez primera, a la final del Mundial.
“No sabemos cómo será el ambiente”, deslizaban en junio desde los despachos de la ciudad deportiva de Las Rozas, preocupados por el regreso de algunas futbolistas como Aitana Bonmatí, Mariona Caldentey u Ona Batlle, además de Irene Paredes, Alexia Putellas y hasta Jenni Hermoso, tres de las que no enviaron ningún mail, pero sí se posicionaron a favor de las disidentes. Y aunque, dicen desde el vestuario, hay cosas que no se olvidan, sí se han arrinconado en beneficio del fútbol, del objetivo común de competir por un Mundial. Los goles y los triunfos, en cualquier caso, han actuado como el mejor pegamento posible.
“La leche como está de unido este vestuario. Las jugadoras están felices, contentas, han creado una familia”, explica Rubiales tras el encuentro, con los ojos rojos porque se le habían escapado las lágrimas. “Nos lo estamos pasando genial, tenemos un grupazo y en estos momentos es cuando se demuestra que estamos fuertes y que nos reponemos a cualquier adversidad”, apunta Olga Carmona, la goleadora definitiva de la noche. “Nos estamos uniendo mucho, es muy bonito lo que estamos viviendo desde dentro. Ahora podemos hablar de un alma del equipo brutal”, subraya Tere Abelleira. Por detrás de la gallega, en ese instante, pasa Jenni y dice a grito pelado: “¡Vamos! ¡Que estamos en la final del puto Mundial!”. Para eso, las han pasado canutas en algún encuentro, por mucho que solo cayeran derrotadas ante Japón en la fase de grupos; fueron superiores ante el resto, también en las eliminatorias, rondas que no habían superado nunca antes.
Suiza les empató después de un autogol de Laia Codina. Holanda lo hizo en el tiempo de añadido. Y de las dos dieron buena cuenta, como también este martes ante Suecia, que puso las tablas a falta de dos minutos para el final y que perdió sobre la bocina con un gol de Olga Carmona. “Una vez más, este equipo ha demostrado que está preparado en lo mental. Las jugadoras lo llevan dentro, en el ADN. Es su mérito, por más que yo les dije que no dejáramos de creer”, dice Vilda. “Este equipo se ha hecho muy fuerte. Lo que tenemos ahora y no antes es la mentalidad ganadora, de creer, de no dar nada por perdido, de no bajar los brazos y, sobre todo, de saber sufrir”, se suma Aitana, que ni siquiera recordaba haber cogido el balón tras el gol rival para plantarlo en el centro del campo; como gesto de rabia y liderazgo. “¿He hecho eso? Ni idea, ni idea… Sé que me he cagado en todo y he aplaudido para animar. Y todas hemos respondido”, admite. “Tras nuestro primer gol hemos dicho que esto no se nos escapaba”, agrega Mariona, que bromea; “pero en la siguiente jugada van y nos hace gol. Vaya pringadas…”. Aunque Codina coge el relevo: “Tras eso, nos hemos dicho que no pasaba nada. Y mantener la sensación de ir a por el partido es lo que nos hace grandes”.
Desde el palco ocurrió algo similar. El vicepresidente Rafa del Amo soltó tras el gol sueco: “¡No puede ser!”. Rubiales se giró y replicó: “No te preocupes, que vamos a ganar”. Y lo hicieron. “Nos caracteriza la fortaleza mental del equipo y los Mundiales y grandes campeonatos se ganan con eso”, desliza Codina. “Será que tenemos unos cojones así de gordos y que creemos hasta el final siempre”, interviene Alba Redondo. “Jugamos con el alma, con todo. Nos meten y no nos venimos abajo, sino que queremos más”, ahonda Cata Coll. “No nos rendimos nunca”, añade Olga. Aunque Rubiales ahonda: “Son las 23 mejores futbolistas que he conocido, 23 hermanas. Es un grupo que se ha reconstruido sobre muchas críticas e intereses de resentimiento en un tiempo récord”.
Aunque, en ese tiempo, pocos lo pasaron peor que Vilda. “He llamado a mi mujer y a mis hijos, también a mi padre, mi madre y mi hermano. Somos una familia pequeña y esto es algo de todos, porque ellos han sufrido este año. Aunque hemos tirado hacia delante en los momentos duros hay que dejarlo archivado”, resuelve. “Este triunfo también es por el cuerpo técnico, que se ha repuesto a un momento y un año muy difícil, con trabajo, humildad, valentía y sin entrar al trapo de ese 0,0001% de quienes han querido hacernos daño”, incide Rubiales. Vilda, el cuerpo técnico y las jugadoras están en la final del Mundial. Quedan cinco días y tres noches. La de hoy no cuenta. Habrá fiesta en el hotel Hilton, donde se concentra la selección. De hecho, por primera vez en toda la concentración, dejarán que entren las familias de las jugadoras. Al día siguiente irán a Sidney, última parada del Mundial. Y si hay problemas, la selección está dispuesta a afrontarlos. Será por callo.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.