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Daniel Castellanos, campeón de España de descenso: “Mi padre es mi mecánico, mi cocinero, mi mánager… mi todo”

El madrileño de 20 años, se cuela en la élite del descenso de mountain bike sin pertenecer a ningún equipo UCI

“Para bajar muy rápido, se trata de ser uno con la bici, sin pelearte con ella”, resume con sencillez Daniel Castellanos, Campeón de España de descenso, o DH. Su afirmación esconde, en realidad, toda la exigencia de una disciplina que ha cobrado una gran notoriedad en el mundo de ...

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“Para bajar muy rápido, se trata de ser uno con la bici, sin pelearte con ella”, resume con sencillez Daniel Castellanos, Campeón de España de descenso, o DH. Su afirmación esconde, en realidad, toda la exigencia de una disciplina que ha cobrado una gran notoriedad en el mundo de la bicicleta de montaña. La televisión tiene, en parte, la culpa. Este domingo, los Mundiales de mountain bike que se celebran entre el 1 y el 14 de septiembre en el Valais suizo vivieron uno de sus días grandes con las finales masculina y femenina de DH. Por una vez, Dani Castellanos pudo decir que se desplazaba arropado por un equipo, la selección española en este caso.

Este madrileño de 20 años compite en la Copa del Mundo de la especialidad sin pertenecer a ninguno de los grandes equipos UCI, todos patrocinados por los mejores fabricantes mundiales de bicicletas que encuentran en este escenario un enorme prestigio. “Soy lo que se llama un ‘privado’: no me quejo porque es lo que conozco y me he acostumbrado. Viajo con mi padre en autocaravana y él es mi cocinero, mi mecánico, mi Team Manager, mi todo… . Es bonito, pero es cierto que a veces pasamos por ciertas dificultades porque no se puede ocupar de todo y nos faltan ojos para ver, por ejemplo, cómo se modifican las trazadas con el paso de los pilotos. Yo le ayudo mucho con la mecánica, pero los días se hacen largos y no puedo estar solo centrado en competir y descansar. Tengo ayuda externa de ciertas marcas que nos dan productos como el cuadro de la bici, los componentes, la ropa y alguna marca nos da algo de dinero, pero luego en las carreras estamos los dos solos. Y lo habitual es que pongamos dinero de nuestro bolsillo”, resume Castellanos.

Pese a tanta precariedad, el madrileño ha cumplido el objetivo del curso, que era entrar en una final de la Copa del Mundo: se coló en las de Andorra e Italia. Es decir, figura entre los 20 mejores pilotos del mundo y con apenas dos temporadas en la élite todos entienden que su margen de progresión es amplio.

El paddock donde paran los equipos de DH luce camiones, terrazas, comedores, equipos de mecánicos, cocineros, entrenadores pero no demasiados pilotos por equipo: dos mujeres y dos hombres por conjunto suele ser lo habitual. Después, una legión de ‘privados’ que tiran de pasión y artesanía para sobrevivir. Ayer, en un circuito que presentaba 580 metros de desnivel negativo, Castellanos logró el puesto 28 de entre 80 finalistas, entre ellos el también español Ignacio García (puesto 57): “el trazado no era de mi estilo, pero me gusta correr en este tipo de bajadas para corregir mis debilidades. Se me dan bien los circuitos lentos y muy técnicos, y este del Mundial de Champèry era rápido, se podía volar, era del tipo bike park, es decir, no tan natural”, analiza. Frente a un equipo de siete franceses, el país que domina la disciplina, el canadiense Jackson Goldstone, 21 años, (los dos últimos sin apenas competir superando una grave lesión de rodilla), confirmó que sus recitales en la presente Copa del Mundo señalan un cambio de generación. Más aún, indican que el DH se traslada a un nivel jamás visto con anterioridad.

“Se puede llegar a creer que cuando un piloto se mueve mucho sobre la bici y va despendolado significa que va más rápido que el resto, pero suele ser al contrario: cuando un piloto fluye, se le ve estable, encima de la bici, ganando inercias, es decir cuando tiene mucho flow consigue ir más rápido”, explica Castellanos, y su apreciación puede aplicarse a Goldstone, menudo, fibroso, ligero, imparable. Cuando parecía imposible batir al alemán Henri Kiefer, llegó la hora del canadiense y decidió que con rodar no bastaría: sería preciso volar, justo lo que hizo en la zona baja del trazado para llevarse el oro. Invirtió 2 minutos y 54 segundos y el público se marchó convencido de que acababa de presenciar algo mágico.

También hubo algo inesperado en el cuarto título mundial consecutivo logrado por la austriaca Valentina Höll, desaparecida en la Copa del Mundo pero siempre capaz de confundir a todas para volverse al vestir el arcoiris. Segunda, la francesa Myriam Nicole sigue repasando mentalmente dónde pudo dejarse las centésimas que le separaron del oro. Las hermanas Menéndez, Cristina y Natalia, finalizaron respectivamente en los puestos 31 y 36.

Varios participantes no pudieron acabar la prueba, evacuados tras sufrir severas caídas: “miedo no paso sobre la bici, pero respeto tengo. Hay muchas zonas en las que vas muy confiado y en otras zonas sientes que vas realmente al límite y existe un respeto porque los sustos y las caídas se dan con frecuencia. Yo no suelo ir por encima de mis posibilidades y no he tenido lesiones”, confía Castellanos. Las potencia mundiales del DH son los países del arco alpino, Canadá y Estados Unidos, “donde no solo tienen las infraestructuras adecuadas y niños que practican la bici de montaña desde muy pequeños, sino que poseen la cultura precisa para que salgan buenos pilotos. En España hasta cadetes, con 15 años, no puedes empezar a competir y apenas hay cuatro carreras por año, con lo que te plantas con 17 años en la categoría élite sin apenas recorrido y así es imposible ser competitivo en la Copa del Mundo porque te las ves con rivales que llevan desde muy pequeños compitiendo asiduamente”, explica Castellanos. Mientras busca un hueco en alguna estructura UCI, su padre Chus, un referente nacional del BMX y del descenso, sigue siendo su equipo.

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