Un nuevo Jorge Martín, más líder, más consciente y más calmado para un nuevo asalto al Mundial de MotoGP
El madrileño, al frente de la clasificación aunque con un escaso margen sobre el campeón Bagnaia, cambia su aproximación a las carreras para ser más completo en la pista y más feliz fuera de ella
Desde bien pequeño, Jorge Martín Almoguera (San Sebastián de los Reyes, Madrid; 26 años) se acostumbró a vivir en el alambre. Era la única fórmula para poder perseguir sus sueños, que le han impulsado hasta el liderato de MotoGP cuando restan cuatro citas para la conclusión de la temporada. Las deudas económicas de la familia que recaían en las espaldas de aquel niño y sus resultados, unos días mejores que otros, no pudieron con él. Tampoco las duras caídas y las lesiones que amenazaron su carrera cuando apenas d...
Desde bien pequeño, Jorge Martín Almoguera (San Sebastián de los Reyes, Madrid; 26 años) se acostumbró a vivir en el alambre. Era la única fórmula para poder perseguir sus sueños, que le han impulsado hasta el liderato de MotoGP cuando restan cuatro citas para la conclusión de la temporada. Las deudas económicas de la familia que recaían en las espaldas de aquel niño y sus resultados, unos días mejores que otros, no pudieron con él. Tampoco las duras caídas y las lesiones que amenazaron su carrera cuando apenas despegaba. El mazazo del año pasado, cuando vio tan cerca el título, fue el enésimo ejemplo de cómo la vida ha ido poniendo a prueba la férrea voluntad de este chaval madrileño, dispuesto siempre a caer y levantarse. En las carreras de motociclismo y en la vida.
“Seguir luchando, no rendirse nunca, así ha sido toda la vida”, constataba hace un par de años a este periódico, días después de recibir las primeras calabazas del equipo oficial de Ducati. Este año, cuando ya le habían dado la palabra de que el mono rojo sería suyo en 2025, un golpe sobre la mesa de Marc Márquez hizo que la fábrica de Bolonia reculara y le dejara tirado. Era la tercera vez en tres años, y pese a la frustración supo mantener su posición preeminente sobre la tabla. “Todo esto me ayudará a conseguir el Mundial algún día”, concluía al pensar en este cúmulo de experiencias.
Al inicio del GP de Australia, antes de la disputa de la ‘sprint’ de este sábado durante la madrugada española, llegaba con 10 puntos de margen sobre el vigente campeón del mundo, su excompañero en Moto3 Pecco Bagnaia. Al término de la sprint, que venció desde la primera posición de la parrilla, dueño de la pole en Phillip Island, ya eran 16. El italiano, que acabó ese primer cara a cara en el cuarto puesto, piensa que el combate, este duelo infinito a 20 asaltos —40 contando las carreras cortas, como la que se disputaba hoy— entre los dos referentes actuales de la categoría reina, volverá a prolongarse hasta Valencia. Peor para sus nervios, mejor para los aficionados. El relato, sin embargo, ha cambiado. También lo ha hecho Martín, renovado en este nuevo asalto donde llega mejor preparado y situado que antaño. A estas alturas de la película, hace un año estaba 27 puntos por detrás del número uno. Ahora es él quien lleva la batuta, y quien la ha llevado durante gran parte del año.
“El 90% de la temporada, Jorge ha estado primero en la clasificación. Ha dado un paso importante y yo diría que su mejoría es porque ha sabido sacrificar algo de velocidad y agresividad para conseguir ser un piloto más completo, mucho más preciso y concreto a la hora de dar indicaciones a los ingenieros dentro del garaje”, comenta Gino Borsoi, jefe de equipo en el Pramac Ducati. “Con el formato que tenemos, con 40 carreras, es importante saber cuándo puedes apuntar a la victoria y cuándo toca pensar en el podio o en intentar llevar la moto hasta el garaje con el máximo de puntos posibles”, añade.
Todo ello ha contribuido a que la regularidad que favoreció a Bagnaia en 2023 se haya transformado en el principal punto fuerte de Martín en 2024. Solo ha caído tres veces en carrera, por siete trompazos del defensor de la corona. Aunque el italiano ha sumado ocho victorias y 12 podios el domingo, e incluso le ha superado en las carreras cortas del sábado por seis a cinco, el español ha sabido maximizar sus tres triunfos y doce podios, esquivando mejor que nadie el factor de las caídas, que ahora se antoja decisivo.
Lo que puede parecer una anécdota puede ahora decidir el título. Ese error bajo el chispeo de la lluvia en Misano, cuando Martín entró al garaje a cambiar de moto y el resto de favoritos acertaron aguantando con los neumáticos de seco, tiene dos lecturas. El curso pasado, el madrileño se hubiera obcecado con la parte negativa del asunto. En esta ocasión, apretó los dientes y remontó de la última a la decimoquinta plaza para evitar el cuarto cero y sumar un tanto que puede, quién sabe, decantar la balanza. “Enfadarse cuando las cosas van mal es absurdo, y no es fácil cambiar en esto. Me ha sorprendido mucho. Ha sido un cambio significativo y rápido, que demuestra su inteligencia y fortaleza”, apunta el expiloto italiano.
“Disfruta mucho más del momento, está más relajado. El año pasado estaba tenso, sufría mucho”, destaca un miembro de su entorno cercano. “Lo que más he mejorado es en el aspecto mental, el año pasado no podía lidiar con la presión, no podía dormir la noche antes de la carrera. Ahora tengo las herramientas para lidiar con todo tipo de situaciones”, indica el propio protagonista. La inclusión de un psicólogo deportivo como elemento clave en su preparación fuera de los circuitos le ha permitido abrirse más a propios y extraños, a mostrar una versión más transparente del Jorge hijo de Ángel y Susana, pareja de María. La sencillez y practicidad de su novia, que le ha acompañado más que nunca dentro de los circuitos, le ha calmado y dado un plus de confianza. “Ella hace que cualquier cosa sea más fácil”, dicen quienes le conocen.
Mismas armas
En Phillip Island, Martín está compartiendo casa con Aleix Espargaró, su gran amigo y valedor dentro de la parrilla. Hasta Oceanía les ha acompañado su vecino y compañero de puertos durante sus duros entrenamientos en bici por Andorra, el exciclista Joaquím ‘Purito’ Rodríguez. Todos, incluidos el padre y la pareja, comparten cenas y risas después de las largas jornadas de trabajo: “Dentro del circuito está siempre concentrado, más serio, pero fuera del mismo es otro mundo. Está siempre bromeando, y ha aprendido a dejarse llevar y divertirse”.
Ante los últimos asaltos de su segundo combate por el título, la nueva versión de Martín destila tranquilidad y confianza. “La presión es un privilegio”, sonríe, citando la célebre frase de la extenista Billie Jean King que recibe a los jugadores antes de saltar a la pista central del US Open. “No pienso tanto en ganar, sino en dar mi 100% y controlar lo que puedo controlar”, sentencia desde el otro lado del mundo. Ducati ha reiterado por activa y por pasiva que van a dar las mismas armas y oportunidades a los dos contendientes, uno juega para el equipo oficial, el otro para un satélite. Además, un alirón del español llevaría el número uno a Aprilia, su nuevo equipo, en 2025.