La nueva madurez de Marc Márquez: “Ahora me toca trabajar más, todo es más duro, más difícil”

El ocho veces campeón del mundo ha aprendido a bajar una marcha dentro y fuera de la pista, un cambio clave en su retorno a la victoria tras cuatro años de calvario físico y deportivo

Marc Márquez durante una sesión de entrenamientos libres en el Circuito Marco Simoncelli de Misano (San Marino) este viernes.DANILO DI GIOVANNI (EFE)

Desde que se rompió en Jerez en aquel fatídico GP de España de 2020, Marc Márquez siempre mantuvo esperanzas de poder volver a ser la mejor versión de sí mismo. Después de arrollar desde su desembarco en el Mundial de MotoGP, con seis títulos en siete temporadas, su cabeza le decía una y otra vez que podría volver a luchar por el título. Nunca, sin embargo, intuyó que tardaría tanto en ratificarlo. Con la inercia del éxito, pecó de cierta precipitación, la misma...

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Desde que se rompió en Jerez en aquel fatídico GP de España de 2020, Marc Márquez siempre mantuvo esperanzas de poder volver a ser la mejor versión de sí mismo. Después de arrollar desde su desembarco en el Mundial de MotoGP, con seis títulos en siete temporadas, su cabeza le decía una y otra vez que podría volver a luchar por el título. Nunca, sin embargo, intuyó que tardaría tanto en ratificarlo. Con la inercia del éxito, pecó de cierta precipitación, la misma que le llevó a intentar correr 13 días después de romperse el maldito húmero y partir las placas que unían su brazo derecho. El calvario, con más bajos que altos, se ha dilatado más de cuatro años, en los que ha crecido como piloto y, sobre todo, como persona. ”Por supuesto que Marc ha cambiado. No solo por el cúmulo de problemas, sino por la edad. Todo ello le ha hecho madurar”, cuenta a EL PAÍS José Luis Martínez, su mano derecha dentro y fuera de la pista. Nadie, más allá de su hermano Álex y su pareja, pasa más tiempo con él hoy en día. “Ha aprendido a contenerse más, a no precipitarse ni en las carreras ni en los entrenamientos, tampoco en el día a día. Ahora ve más los riesgos de apretar demasiado, ya sea en el circuito o en el gimnasio. Con todo lo que ha vivido se ha vuelto un experto en conocer y escuchar su cuerpo. Sabe cuándo tiene que parar y descansar. Antes no pensaba en nada más que entrenar y entrenar, pero ahora se ha convertido en un preparador físico de primera”, detalla su ayudante y mejor amigo.

”Trabajando, sacrificando, he podido volver a llegar aquí, a competir al máximo nivel”, comenta el propio piloto, que mantuvo su buen momento este viernes en Misano, con dos sólidas segundas plazas en los primeros entrenamientos libres. “Lógicamente, toca trabajar más que los demás, o más que antes. Tocan más horas de mantenimiento al motor. Ahora es más duro, más difícil, todo lo que ha sucedido en mi vida ha hecho que esto sea así. Tengo que trabajar más horas, pero esto es mi trabajo y mi pasión, y si compito es porque me veo capaz”, agrega. Ni siquiera ha celebrado a lo grande, como le hubiera gustado de tener un fin de semana libre, su triunfo en Motorland.

”¿Veis esto? Esto no fue por placer, fue para volver a ganar”, les espetó a los jefazos de Honda después de su cuarta y definitiva operación en el brazo, en 2022. Lo decía mientras les enseñaba la tremenda cicatriz que le acompañará el resto de su vida, la prueba visual de su determinación férrea. El octocampeón todavía seguía empecinado en reponerse a todo trapo. Arrancó el curso pasado, por fin plenamente recuperado a nivel físico, empeñado en luchar por el campeonato. “Haré todo lo que sea conveniente para intentar luchar por un título”, afirmaba en una entrevista con este periódico. La triste realidad de la fábrica japonesa le hundió en la miseria, y hubo momentos en los que llegó a plantearse la retirada. ¿Era él o la moto? Supo bajar una marcha y escuchar a su entorno para encontrar la respuesta. Entre quienes más le aconsejaron, leyendas del motociclismo como Mick Doohan, Àlex Crivillé y Alberto Puig, todos curtidos y conocedores del esfuerzo que requiere levantarse de una lesión tan grave y descorazonadora.

De la mano del modesto pero competitivo equipo Gresini, logró subirse a la Ducati, la mejor moto de la parrilla. Solo se fijó en el aspecto deportivo, sacrificando todo el resto. “Desde el primer momento, el objetivo era reencontrarse, y todos teníamos dudas”, asegura Martínez. “Pero ya no las tenemos. Estuvo en un agujero, pero nunca perdió la esperanza y siempre se agarró a ella”. Su círculo siempre se ha preguntado si todo lo vivido valió la pena, desde el desaparecido avi Ramon hasta sus padres. También su pareja. La aparición de Gemma Pinto coincidió con este periplo nefasto en el plano deportivo, y quienes conocen al 93 resaltan su huella en la nueva madurez del Marc persona y el Márquez piloto: “La llegada de Gemma ha sido esencial en este cambio, una influencia muy positiva. En poco tiempo se ha convertido en una parte más de la familia, y ella siempre le suma”.

La nueva versión de Márquez, con la magia de antaño intacta pero más paciencia que nunca, le permite ser más cauto incluso en la sala de prensa. A pesar de haber vuelto a lo más alto del podio tras 1.043 días de sequía, y de ser tercero en la tabla del certamen, a 70 puntos del líder, el de Cervera sigue empeñado en quitarse de la ecuación por el título: “Si puedo acabar a 50 puntos, mejor que a 100. Intentaremos ir recortando, pero para el Mundial no me veía en Aragón y no me veo aquí tampoco”. No es fácil resistirse a expresar ese deseo, natural para cualquier piloto, y más para alguien que hasta el curso pasado, el de las 29 caídas y la desesperación encima de la Honda, seguía creyendo plenamente en sus opciones de terminar el año, siempre, en lo más alto.

Este viernes, en Misano, el catalán desplegó también su nueva madurez sobre el asfalto: “Uno de los puntos en los que más me he enfocado ha sido en no exagerar, no ir más allá de lo que sintiera en todo momento”. El 93 no quiso suplir sus carencias encima de la Desmosedici, ni esconde que estas existen todavía. Las sensaciones que buscaba Márquez son las que ya tuvo en Austria, donde solo el infortunio evitó que se batiera más de cerca con los cabecillas del campeonato. “Allí me di cuenta de que mi decisión era la acertada, más incluso que en Aragón”. En San Marino ha reconfirmado que está más cómodo que nunca con la máquina italiana.

”Lo importante es que se ha reencontrado, eso queda claro. A partir de ahí, es Marc Márquez. Mientras sea matemáticamente posible…”, advierte Martínez cuando le preguntan por el título de 2024. Cita, sin embargo, la necesidad de encontrar esa constancia que sí lucen Jorge Martín y Pecco Bagnaia. “El año que viene, después de un año con la Ducati, y en el equipo oficial, por supuesto que el objetivo será luchar por el Mundial”, concluye una de las personas que mejor conoce al ocho veces campeón del mundo.

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