Estados Unidos pierde su hegemonía en natación, repartida ahora con Australia, Francia o China
Los norteamericanos cosechan ocho medallas de oro de las 34 en juego en la piscina de París, el menor porcentaje en Juegos Olímpicos desde Melbourne en 1956
El campeonato olímpico de natación comenzó cuando Katie Ledecky denunció el encubrimiento institucional del dopaje de los nadadores chinos y proyectó a la piscina la guerra semifría que libra Estados Unidos con la gran potencia de Asia. El contencioso culminó una semana después en la batalla de los relevos de estilos, último acto de Pan Zhanle. El chino se convirtió en el primer hombre...
El campeonato olímpico de natación comenzó cuando Katie Ledecky denunció el encubrimiento institucional del dopaje de los nadadores chinos y proyectó a la piscina la guerra semifría que libra Estados Unidos con la gran potencia de Asia. El contencioso culminó una semana después en la batalla de los relevos de estilos, último acto de Pan Zhanle. El chino se convirtió en el primer hombre en nadar 100 metros por debajo de 46 segundos y entregó a su país la medalla de oro del 4x100 estilos, el título que condecora al equipo más completo, un trofeo que Estados Unidos no perdía desde que se instauró en los Juegos de 1960.
El bólido del gorro rojo partió tercero en la última posta. Cuando Francia, lanzada por Ndoye, Marchand y Grousset, iba primera con Manaudou, y Estados Unidos avanzaba segundo con Hunter Armstrong. Lo que siguió quedará para los anales de la ciencia. Porque Pan volvió primero con un metro de ventaja. Tocó la última pared en 45,92s y encumbró a China con el trofeo más prestigioso del cierre de la competición más pobre del equipo masculino americano desde 1956.
Fue en los Juegos de Melbourne, en 1956, cuando Estados Unidos se colgó más del 15% de las medallas de oro de natación. Fue la cota más baja de una hegemonía. Un país que desde entonces acaparó más del 30% de los oros —un porcentaje que llegó a superar el 50% en varias citas olímpicas— hasta que en los Juegos de Tokio, en plena pandemia, ya sin Michael Phelps ni Ryan Lochte, dio síntomas de agotamiento y se quedó con el 29% de los triunfos. Hostigado en París por Australia (7), Francia (4), Canadá (3), Italia (2), Hungría (2) o China (2), el equipo azul recolectó el 23% de los oros. Ocho de un total de 34. La peor cosecha en más de medio siglo, la segunda peor de la historia olímpica. No habría sumado ni un solo oro individual masculino en natación si Bobby Finke no hubiera aparecido en escena ayer.
“China, Italia, Francia... ¡La riqueza se ha repartido!”, proclamó Caeleb Dressel, ganador de cinco oros en Tokio, y conforme en París con un oro en 4x100 libre y una plata en 4x100 estilos. “Creo que esto genera una incertidumbre que vimos en el relevo de estilos y es buena para el deporte. Dicho esto, en París ganamos ocho oros, más que ningún otro equipo”.
Desde que los Estados Unidos presentan equipos de carreras, en los Juegos de 1904, siempre ganaron oros en pruebas masculinas individuales. El descrédito se cernía sobre la delegación cuando Finke se lanzó a defender su título olímpico de 1.500 en Tokio después de quedar por detrás del irlandés Daniel Wiffen en 800. Había toneladas de reputación en juego. Finke no defraudó. Desde el metro uno nadó a ritmo de récord mundial. Con Gregorio Paltrinieri hostigándole sin tregua en la calle central, el hombre de Tampa tuvo que preocuparse por mantener el ciclo de patadas. Los pies debían quemarle cuando tocó la última pared en 14m 30,67s. La marca recortó en medio segundo el récord de Sun Yang, establecido en los Juegos de 2012: 14m 31,02s. Hoy Sun Yang está sancionado por incumplir las normas de la Agencia Mundial contra el Dopaje. Pero los récords que registra Omega no se borran.
La organización de los Juegos de París y el fabricante de piscinas Myrtha, la empresa que hizo los vasos más profundos y rápidos de la historia, alegaron desde el primer día que la piscina prefabricada en La Défense era rápida. A pesar de su escasa profundidad relativa, de 2,2 metros, algo que desde 2023 va contra la normativa de World Aquatics, y que está probado que frena la propulsión de los nadadores, sobre todo de los hombres. El veredicto de París fue de 16 récords olímpicos y cuatro récords mundiales, incluyendo el relevo mixto. En Tokio se batieron 25 récords olímpicos y cinco récords mundiales; en Río, 15 olímpicos y ocho mundiales; y en Londres, 16 olímpicos y ocho mundiales. En Pekín, Atenas y Sídney, cuando los bañadores impermeables todavía eran legales, más todavía.
El promedio indica que París, por tanto, registró las carreras más lentas del siglo. Que en este escenario Pan Zhanle bajara de 46 segundos en los últimos 100 libres del relevo acentúa la dimensión de su marca. “Es lo que esperaba”, dijo, impasible. “Es lo normal. Me propuse bajar de 46s a principios de año y lo he conseguido”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir la newsletter diaria de los Juegos Olímpicos de París.