España triunfa en la caldera de Marruecos y buscará el oro contra Francia
La selección masculina de fútbol remonta a un rebelde equipo africano empujado por la grada encendida de Marsella (2-1) y el viernes disputará la final en París
Marsella no fue Qatar ni los Juegos Olímpicos el Mundial. España sobrevivió al fuego de Marruecos en la caldera norteafricana de las gradas del Velodrome y golpeó en el último tercio del partido para descabalgar a un rival rebelde y encendido por su gente. La selección tuvo la virtud de esperar y encontrar el momento tras un encuentro de visitante y a la contra desde que Pablo Barrios metió el pie donde no debía a la media hora.
El fútbol, el hijo pobre (por una vez) del deporte, condenado al desarraigo de competir casi siempre fuera de París, sumó otra medalla para la saca común. La final la disputará el próximo viernes en el Parque de los Príncipes (18.00) contra Francia, que necesitó la prórroga para derrotar a Egipto (3-1). La selección se llevó la plata en 2021 en Tokio y asaltará de nuevo el oro en la capital gala.
La tarde apuntó de nuevo a Fermín como el hombre que abrió la ventana al metal. Mediada la segunda mitad, sin saber todavía España cómo podía hincarle el diente a los Leones del Atlas, el andaluz agarró un balón dentro del área tras un intento de Adrián Bernabé y la ajustó al palo corto. Y en el segundo tanto combinó con Juanlu Sánchez en un descubierto de la defensa marroquí. Él y Bernabé acudieron al auxilio desde el banquillo y terminaron en la foto de la remontada.
El Velodrome ardía por fuera y por dentro. La mayoría de aficionados marroquíes en las tribunas no era absoluta, sino a la búlgara. La Marsella mestiza fue con los suyos. Fue un equipo tan enfebrecido como su grada, muy intenso en los duelos, rascando cada centímetro y rápido arriba. En esta ocasión, además, a diferencia de Doha, no quiso acantonarse mucho atrás. Después del 1-0, siguió lanzándose arriba.
La emotividad en un estadio encendido se imponía al descanso. Los muchachos de Santi Denia amenazaron con varios disparos dañinos, sobre todo uno de Fermín y otro de Baena que acabó tocando el palo, y alguna incorporación por la derecha de Marc Pubill, pero no terminaban de hacerse con el ritmo del choque. Las interrupciones constantes del inicio, incluida la sustitución del árbitro (arrollado de forma accidental por Pubill), no ayudaron.
El impacto de los cambios
Era una España, sobre todo, incómoda. Apenas podía sobar el balón y masticar los espacios. Y, de postre, le penalizó su falta de pillería para no caer en una de las acciones más peligrosas con el chivato del VAR. Amir Richardson, un pívot de 1,97 (hijo del exjugador de la NBA Michael Ray Richardson), estaba de espaldas dentro del área, sus posibilidades de éxito dependían casi exclusivamente de que el defensor llegara tarde y lo golpeara. Es lo que ocurrió. Barrios fue a despejar, impactó en el pie derecho y el árbitro sustituto (Glenn Nyberg) no tuvo dudas cuando consultó en el monitor. Rahimi acertó y luego le bailó el tanto en la cara de Arnau Tenas, que también se llevó la amarilla. Las bengalas y los botes de humo prendieron en las cuatro esquinas del estadio. “En el descanso les he pedido que fueran ellos. Que no podían entrar en parones”, comentó Santi Denia, que se puso como tarea iniciar mejor los partidos.
Tras el intermedio, nada importante se movía cuando el seleccionador operó. El plan A, e innegociable, había encallado e intervino en profundidad con un triple cambio a la hora: Miguel Gutiérrez, Juanlu Sánchez y Adrián Bernabé por Pubill, Miranda, Barrios. Nuevo aire en ambos laterales y en el medio. Uno de ellos, Bernabé, se lanzó a una aventura personal dentro del área con pocas opciones de salir bien, pero Fermín, otra vez él, se llevó el balón suelto y afinó al palo corto. “En la segunda parte hemos tirado más arriba, presionando más y con más personalidad”, analizó el azulgrana.
La igualada no metió atrás a Marruecos. El equipo liderado por Achraf Hakimi compitió mucho y bien. Pero quizá en ese ímpetu encontró su pena. Buscó el segundo y el descampado abierto en la derecha lo agradeció Juanlu Sánchez para cruzar la pelota. Los cambios de Santi Denia habían resultado. “Jugamos cada dos días, con 30 grados y humedad, así que las piernas frescas nos pueden ayudar”, se felicitó el técnico, poco dado a novedades en el once.
Empujaron los marroquíes, la tuvo Abde en un tiro al palo largo, pero los españoles lo acabaron festejando en el suelo. Habían apagado el fuego de Marsella, aunque la federación informó que todavía tuvieron que huir de algún lanzamiento de objetos en la zona mixta a pie de campo.
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