El ciclónico Alcaraz garantiza otra medalla

El español abruma al canadiense Auger-Aliassime (doble 6-1, en 1h 16m) y buscará en la final del domingo el oro frente al vencedor del duelo entre Djokovic y Musetti

Alcaraz sirve durante el partido contra Auger-Aliassime en la Philippe Chatrier.Edgar Su (REUTERS)

¿Fatiga? ¿Quién dijo fatiga? Nadie diría que en esas piernas de potrillo desbocado hay ocho partidos en la última semana. Vuela de aquí para allá y se golpea el pecho Carlos Alcaraz, ya vencedor, flamante finalista en estos Juegos gracias a otra demostración soberana de fuerza que sufre y paga el canadiense Felix Auger-Aliassime: doble 6-1, en 1h 16m. Tiene España, pues, otra medalla garantizada, a la espera solo de saber cuál será el color: oro o plata. El domingo (hacia las 14.00), frente a Novak Djokovic o Lorenzo Musetti —citados en el segundo cruce de hoy—, se decidirá. Mientras tanto, el prodigioso tenista de El Palmar ya figura en la historia olímpica, unido en su primera participación a los ilustres que obtuvieron el metal individual. Entre ellos, un tal Rafael Nadal, oro en 2008, y antes abrieron paso Jordi Arrese (plata en 1992), Arantxa Sánchez Vicario (bronce en el 92 y plata en 1996), Sergi Bruguera (1996) y Pablo Carreño (bronce en 2021).

“Que [los aficionados españoles] se preparen para el espectáculo que les voy a dar. Voy a darles lo que quieren, el oro”, expresa con rotundidad en la entrevista a pie de pista con Àlex Corretja. “Hoy ha sido un partido muy completo. He jugado a un nivel muy alto, con una concentración muy alta desde el principio hasta el final. Ayer [por el jueves, tras batir a Tommy Paul] tuve mucho más tiempo, muchas más horas de recuperación, así pude hacerlo todo con más calma y, sobre todo, concentrado para estar lo mejor posible hoy. Tengo muchas ganas de jugar mi primera final en unos Juegos”, advierte.

A Alcaraz, vampiro él, van saliéndole los colmillos conforme se adentra en la zona caliente de los torneos. Después de tres compromisos resueltos a base de oficio, con inteligencia y buen hacer mientras alternaba con el dobles, pegó un señor bocado al norteamericano Tommy Paul en los cuartos y le hinca el diente con fuerza este viernes a Auger-Aliassime, un tenista tan sugerente como bajo de ánimo que en los últimos tiempos ha perdido comba (19º el mundo) y trata ahora de reanimarse. Dueño de un chasis portentoso, le sobra pegada en esa derecha y ese servicio, muy difíciles de contener con viento a favor, pero la mente, factor trascendental, ha impedido hasta ahora una explosión que hace no mucho se daba por sentada y que sigue resistiéndose. No termina de pulir el revés y, quizá, un poquito más de mala uva sobre la pista le ayudaría a competir mejor.

Aficionados muestran un cartel de apoyo a Alcaraz.Claudia Greco (REUTERS)

Sin embargo, cada uno es como es. Y ofrece demasiadas pistas esa expresión que languidece conforme transcurre el duelo y van cayendo los breaks. Aliassime, chico extraordinario según los que le rodean, va torciendo el gesto y agachando la cabeza porque no encuentra solución ni salida, ni siquiera por la vía del drive. De derecha a derecha, tampoco hay discusión. Toma carrerilla Alcaraz para efectuar todas esas tremendas descargas desde el muro, al resto, combando la pelota y dirigiéndola hacia el otro fondo con violencia revolucionada, más y más spin, efecto envenenado y mucho peso para hurgar en esa confianza demasiado quebradiza. Absolutamente dominador el murciano, que cierra el primer parcial con tres roturas y pilotando el juego a su antojo, con la seriedad de estos días y el plus adicional que incorpora su raqueta cuando divisa cerca un objetivo mayor.

Pleno en grandes finales

De menos a más, detectando perfectamente cuándo debía dar el acelerón, desarmó a Paul el día anterior y una vez desplegadas las alas, disfruta todavía más frente a Aliassime. Enrosca la bola, se invierte cuando toca, tapa todos los huecos y deslumbra con los pelotazos a aquellos que todavía no habían tenido la oportunidad de presenciar su explosivo tenis en directo. Deliciosa la propuesta, seguramente incomparable hoy día porque ningún jugador ofrece tanta armonía entre lo técnico, lo físico y lo mental. Es un todo en ebullición, pero se advierte en su equipo un significativo margen de mejora. No es ya lo que se ve, sino lo que puede llegar a ser el día de mañana. Suele ir y venir en los partidos, pecados de juventud, exceso de confianza; sin embargo, compensa esos desvíos pasajeros con ese despliegue abrumador y esa capacidad para rehacerse que rompe psicológicamente a los rivales.

No tarda en pinchar el canadiense, que busca vías y replica como puede, persiguiendo la bola y preguntándose cómo demonios hace todas esas cosas el rival. Brillante cuando lleva la iniciativa, a la defensiva le saltan las costuras y vuela plácidamente Alcaraz por la Chatrier, sabiendo que más pronto que tarde, el de enfrente va a caer. Y así sucede otra vez. Otro resbalón, misma secuencia. El precio de ir al límite, de inicio a fin con la lengua fuera. Al igual que en la primera rotura de la manga inicial, Auger-Aliassime comete otra doble falta que le cuesta el servicio y, en la misma línea, su intento por levantarse va sucumbiendo a la embestida progresiva del español, que cierra con autoridad y mira con decisión a la cita definitiva del domingo, sabiendo que los hechos están ahí —no ha concedido ningún set— y que la estadística le acompaña. Hasta ahora ha disputado cuatro grandes finales (Roland Garros, Wimbledon (2) y US Open), y en todas ellas prevaleció. Demasiado suculento el tesoro olímpico como para dejarlo escapar.

“Nuestro objetivo a principio de año era conseguir el oro; no ya medalla, sino el oro. La medalla la tenemos asegurada, así que vamos a intentar disfrutar de esta final, porque va a ser un momento muy bonito para mucha gente: para mi equipo, para mi familia, para mí en mi vida... Así que vamos a intentar ir a por todas. Lo he visualizado, algo que me anima y me da energía”, remata Carlitos, aspirante ahora a convertirse en el campeón masculino más joven (21) en la historia de la competición —logro que hasta hoy retiene el suizo Marc Rosset, triunfador en Barcelona a tres meses de cumplir los 22— y que también intentará emular los tripletes firmados previamente Steffi Graf (Seúl 1988) y Nadal (Pekín 2008): París-Londres-Juegos. Y ahí que va él, plenamente convencido. Un refrescante ciclón olímpico.

SORRIBES Y BUCSA, A POR EL BRONCE

A. C.

Sara Sorribes y Cristina Bucsa no pudieron con el dúo formado por Mirra Andreeva y Diana Shnaider (6-1 y 6-2, en 1h 15m), pero el domingo (12.00) tendrán la oportunidad de luchar por la medalla de bronce ante las checas Karolina Muchova y Linda Noskova.

A diferencia de las ucranianas en los cuartos, las rusas —que compiten sin bandera ni simbología alguna por la invasión sobre Ucrania— no concedieron ninguna opción. En su palco figuraba Conchita Martínez, preparadora de la joven y prometedora Andreeva, 20 del mundo a sus 17 años.

Esta vez, el instinto guerrillero de las españolas no fue suficiente y después de haber encadenado ocho triunfos, desde el despegue de mayo en Madrid, terminaron inclinándose. En cualquier caso, “esto no se acaba aquí”, recuerda Sorribes; “confío mucho en nosotras”.

En la modalidad individual, la número uno del mundo, Iga Swiatek, se adjudicó el bronce al superar a la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova por 6-2 y 6-1.

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