Análisis: Simone Biles vuela

La especialista Cristina Martínez Jiménez analiza la primera jornada de la gimnasta tejana en París: “La imprecisión en algunas recepciones que le hemos visto se debe a dificultad de controlar tanta potencia”

Biles en acción sobre la barra de equilibrio.ANNA SZILAGYI (EFE)

La gimnasia artística se ve muy bien en televisión, pero in situ se puede apreciar la diferencia entre gimnastas en cuanto a distancia y altura a la hora de ejecutar los elementos. Simone Biles vuela. La imprecisión en algunas recepciones que le hemos visto se debe a dificultad de controlar tanta potencia.

En barra de equilibrios, como ya se había intuido en los entrenamientos no enlazó directamente con la entrada su serie mixta de saltos de danza y elementos acrobáticos, sino que prefirió hacer una pausa entre ambas. Es la calificación: hay que pensar en el equipo y asegurar puestos en finales. El riesgo y la precisión extrema pueden esperar. Simone Biles parecía algo nerviosa, como el resto de sus compañeras, pero cualquier ser humano lo estaría empezando una competición olímpica en barra de equilibrios. Biles se esmeró y solucionó con solvencia el trámite.

En suelo, una de sus grandes especialidades, realiza dos elementos que llevan su nombre. Uno de ellos es el doble mortal agrupado con triple pirueta. Lleva ya unos cuantos años haciéndolo, desde antes de Tokio, pero, por mucho que nos hayamos acostumbrado a vérselo, es el elemento de mayor dificultad que aparece en el código de puntuación de gimnasia artística femenina actual para cualquiera de los aparatos y que, de momento, solo ella lo presenta en competición en la femenina. El otro de los elementos de suelo que lleva su nombre, un doble mortal en plancha con medio giro en el segundo, ya tiene seguidoras. Compitió con más eficacia que precisión, con una salida del área, sin clavar ninguna serie acrobática y sin marcar los finales de los elementos de danza como les gusta a los puristas, quizás molesta por el dolor en la pantorrilla izquierda.

En salto, Biles hizo historia presentando por primera vez en unos Juegos Olímpicos el salto más difícil del código de gimnasia artística femenina actual: un yurchenko (entrando de rondada para apoyar las manos de espaldas a la plataforma) y dos rotaciones y media en el eje transversal en posición carpada (doblada por la cintura y con las piernas estiradas), algo que ninguna otra mujer hace actualmente en competición. Le salió bastante sobrerrotado, pero consiguió no caerse de espaldas echando un pie atrás. Su segundo salto fue un cheng: entrada de rondada más un medio giro para apoyar las manos mirando de frente a la plataforma y un mortal en plancha con pirueta y media. Otro salto difícil que ella eleva a la estratosfera.

Las asimétricas son el peor aparato de Biles. Tiene tendencia a separar las piernas, y la naturaleza no la dotó de los empeines que aprovechan para lucir otras gimnastas, pero consigue una altura espectacular en sus sueltas y transiciones y realiza una gran salida llamada fabrichnova: doble mortal agrupado con doble pirueta. Ya solo la salida es espectacular y difícil, pero además la realiza directamente enlazada desde un giro completo en vertical.

Cristina Martínez Jiménez es divulgadora de gimnasia artística en gimnastas.net

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