Estados Unidos bate a Serbia y LeBron deja claro quién manda

El Dream Team se impone en su estreno con rotundidad (84-110) a la subcampeona del mundo

Un mate de LeBron James.Evelyn Hockstein (REUTERS)

Cuando su carrera se agota, LeBron James parece poseído de un apetito cada vez mayor. Al borde los 40 años, el Rey persigue su tercer oro olímpico, el quinto seguido para Estados Unidos, convertido en el líder sin discusión de su equipo. Con la bandera en la ceremonia de inauguración sobre el Sena, con su discurso político y, claro, con el balón en las manos. Sus 21 puntos, siete rebotes y nueve asistencias coronaron el rotundo triunfo del conjunto que entrena Steve Kerr ante Serbia, que no es ninguna modesta, sino la subcampeona del mundo. Le acompañó al frente de la estadística Kevin Durant (23 puntos), y enfrente emergió Nikola Jokic con otra hoja de servicios a la altura: 20 puntos, cinco rebotes y ocho asistencias.

Serbia amaneció respondona con un 10-2 a favor. La fase de preparación ya había ofrecido algunas señales a los estadounidenses de que no todo sería coser y cantar como había vaticinado Durant, asegurando que la meta era ganar cada día “por 40 o 50 puntos”. Lo comprobaron pronto. El conjunto de Pesic dominaba el rebote, una faceta que en ocasiones marca la voracidad de los equipos y el sacrificio de su defensa. También ahí se aprecia la mirada diferente de los dos mundos sobre su deporte. Si en la NBA se premia el ataque y la colección de puntos por encima del tajo atrás, sobre todo en la fase regular del campeonato, en el universo FIBA no hay edificio que no se cimente primero en la base.

Estados Unidos reaccionó pronto y mantuvo el mando del encuentro pero sin despegarse a grandes distancias. Jokic conservaba los puños en alto contra Anthony Davis y Embiid. Serbia lucía una buena circulación de balón y una tarea gremial. Era Jokic al servicio del equipo y no al revés, una bendición cuando se trata de un jugador tan inteligente. El armazón no puede contener sin embargo al Rey James cuando roba y enfila el aro. Es uno solo pero parece una estampida.

La secuencia suele repetirse. A una bofetada en un Mundial le sigue la redención en unos Juegos. En el campeonato del mundo compite la selección de Estados Unidos. En la pasarela olímpica desfila el Dream Team. Como si fueran organismos diferentes. A las estrellas de la NBA les agita mucho más el ego un oro que otro. El grupo de Kerr fue cuarto en el pasado Mundial después de tres derrotas, frente a Lituania, Alemania y Canadá. Los Juegos son otra cosa y desde aquella fabulosa final de Pekín 2008 contra España no ha mordido otro metal que el más preciado. El camino hacia la quinta cima seguida arrancó contra Serbia y con LeBron dejando bien claro quién manda.

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