París se blinda para los Juegos ante el “mayor reto de seguridad de los tiempos modernos”
Garantizar la seguridad durante los JJ OO, y en particular de la ceremonia inaugural en el Sena, supone un reto histórico para el Gobierno francés y el Comité Organizador con el país en un nivel de alerta máxima, como aseguró este martes el ministro de Interior
Aún quedan unas horas para que empiecen los Juegos Olímpicos, pero la capital francesa ya se ha blindado. Desde el jueves pasado, el centro de París es sinónimo de vallas apiladas, barreras que impiden pasear libremente y militares caminando en grupo, atentos a cualquier movimiento sospechoso. En breve se dará el pistoletazo de salida de la cita olímpica, con una ceremonia que por primera vez en la historia tendrá lugar fuera de un estadio. El desafío de seguridad es inmenso. Además de estar ...
Aún quedan unas horas para que empiecen los Juegos Olímpicos, pero la capital francesa ya se ha blindado. Desde el jueves pasado, el centro de París es sinónimo de vallas apiladas, barreras que impiden pasear libremente y militares caminando en grupo, atentos a cualquier movimiento sospechoso. En breve se dará el pistoletazo de salida de la cita olímpica, con una ceremonia que por primera vez en la historia tendrá lugar fuera de un estadio. El desafío de seguridad es inmenso. Además de estar bajo máximo nivel de alerta por atentado, Francia acoge al evento deportivo más grande del planeta en un contexto internacional tenso, marcado por las guerras en Ucrania y en Gaza.
La ciudad, de momento, está lejos del ambiente festivo que acompaña las grandes competiciones deportivas. La cercanía del evento se va notando desde hace una semana, con habitantes enseñando códigos QR para pasar de un lado a otro y turistas dando media vuelta ante la imposibilidad de franquear las zonas acordonadas. Para garantizar la seguridad de la cita, 30.000 policías y fuerzas de seguridad patrullan las calles de París y sus alrededores a diario. Algunos días serán 45.000. También se han sumado más de 20.000 agentes de compañías privadas y cerca de 10.000 militares.
El objetivo es evitar cualquier riesgo, cualquier paso en falso durante una cita que atraerá a más de 15 millones de visitantes. “Es el mayor reto de seguridad de los tiempos modernos”, declaró el martes el ministro del Interior, Gérald Darmanin, ante la prensa internacional. El ambiente es tenso. En los últimos días se produjeron dos ataques con cuchillo en la ciudad, aunque sin relación con los Juegos. Las autoridades también detuvieron a un joven neonazi que planeaba una acción violenta durante el relevo de la antorcha olímpica y a un ruso por sospechas de planear actos de “desestabilización”. El ministro destacó que un millón de personas implicadas de cerca o de lejos en el evento habían sido investigadas y que 4.355 fueron descartadas por representar algún tipo de amenaza: riesgo de injerencia extranjera, radicalismo islamista, pertenencia a grupos de ultraderecha o ultraizquierda. Entre los investigados figuraron los habitantes de los edificios que bordean el Sena, donde tendrá lugar la ceremonia de apertura.
Los JJ OO son un blanco perfecto. Las amenazas son múltiples y provienen tanto del interior como del exterior. En los últimos días se ha podido ver a patrullas policiales de países como España, Qatar, o Brasil echando una mano a las fuerzas francesas y vigilando plazas, parques y estaciones de metro. Pero aun así, un 68% de los franceses sigue preocupado por la seguridad durante el evento, según un reciente sondeo del instituto Odoxa. Darmanin, sin embargo, ha descartado amenazas específicas contra la celebración.
“El atentado islamista sigue siendo la amenaza más importante”, aseguró el prefecto de la policía de París, Laurent Nunez, durante una entrevista con varios periódicos de la alianza europea de medios LENA, entre ellos EL PAÍS, el 16 de julio. El alto funcionario no cree que pueda haber macroatentados organizados en países extranjeros como los que sufrieron Francia y Bélgica entre 2015 y 2016, y apunta más bien a amenazas endógenas. “Siempre puede ocurrir que un individuo aislado coja un cuchillo y empiece a matar gente. O que un individuo cometa una acción en solitario, pero manipulado desde el extranjero, dado que el Estado Islámico se ha vuelto a reorganizar en Siria y en Irak”, detalló. Frente a ese riesgo, el prefecto asegura que toda persona que acceda a los sitios de las competiciones y a la ceremonia inaugural será cacheada antes de entrar.
La agencia francesa de ciberseguridad, a su vez, se ha preparado para los ciberataques. La pregunta no es si habrá, sino cuántos. “No podremos evitar todos los ciberataques”, admitió su director general, Vincent Strubel, al diario Libération. El objetivo, aclaró, es evitar la mayoría y sobre todo, controlar sus efectos.
Por el centro se suceden estos días personas con gafetes y walkie-talkies. Tres zonas de seguridad blindan los alrededores del Sena, con 14 km de vallas. “Lo más complicado fue encontrar un equilibrio entre la seguridad y el día a día de la gente”, confesó Nunez. En tiempos normales, turistas de todo el mundo pasean por los muelles del icónico río y afluyen a los cafés en busca de un breve receso. Pero las terrazas y los comercios lucen ahora vacíos, algunos encajados entre vallas como la habitualmente abarrotada brasserie Le Nouvel Institut, situada a pocos metros del río, en el distrito V de la capital. “No hay nadie, solo unos pocos empleados de los Juegos”, se queja Jad Meroue, uno de los gerentes veinteañeros del café, que ha pasado de tener 50 cubiertos al mediodía a tan solo 20.
A pocos metros, Maxime Morin, responsable del bar La Fac, hace una observación similar. “El despliegue policial está creando una psicosis en lugar de tranquilizar”, afirma este parisino de 39 años. “Desplazarse es un infierno. Tengo un amigo que tardó tres horas y 45 minutos en recorrer siete kilómetros”, cuenta. Un poco más allá, en el bulevar Saint-Germain, Annick Gobert, una señora apuesta de 75 años, relativiza las molestias causadas: “Me parece normal, nos han avisado con tiempo y también sabemos que no durará, que sólo es para la ceremonia”.
El primer reto, ante todo, será asegurar el buen desarrollo del evento de apertura en el Sena, a la que asistirán 120 jefes de Estado, incluido el presidente israelí, Isaac Herzog. Durante el acto, más de 6.000 atletas desfilarán en 90 barcos sobre un recorrido de 6 km. Se desconoce si los deportistas israelíes tomarán parte. La delegación, precisó el ministro del Interior, será protegida las 24 horas por una entidad de élite de la gendarmería, debido a las tensiones provocadas por la guerra contra el movimiento islamista palestino Hamás en Gaza.
Además de los 35 barcos de policía que escoltarán a los atletas y el trabajo de desminado previo, habrá francotiradores desplegados en los edificios y 80 equipos especializados en sistemas antidrones. El espacio aéreo estará totalmente cerrado en un radio de 150 km. El dispositivo de seguridad también incluye perros detectores de explosivos y cámaras equipadas con inteligencia artificial para evitar agrupaciones demasiado densas. El desafío es colosal y supuso inquietudes desde el principio.
En el libro La face cachée des JO [La cara oculta de los JO, en español], Sébastien Chesbeuf, un exmiembro del Comité de Organización de los Juegos Olímpicos, y los periodistas Thierry Vildary et Jean-François Laville, cuentan cómo el Consejo de Administración de los Juegos Olímpicos tomó en 2021 la decisión de organizar la ceremonia en el Sena sin tener en cuenta la problemática de la seguridad. El entonces prefecto y antecesor de Nunez, Didier Lallement, advirtió a las autoridades del carácter “irrazonable” del proyecto, que inicialmente preveía acoger a dos millones de espectadores y permitir a una parte de los parisinos asistir libremente al desfile.
La realidad y el contexto internacional acabaron imponiéndose. De dos millones de espectadores se pasó a los 320.000 actuales. También se abandonó la gratuidad del evento para una parte del público. El profesor de criminología en el Conservatoire National des Arts et Métiers Alain Bauer calificó en mayo la decisión de mantener la ceremonia en el río de “locura criminal”, y apuntó en particular al riesgo de un ataque con dron o de las consecuencias de una estampida, que podría arrojar al agua a cientos de personas. Nunez, el prefecto de París, asegura sin embargo que solo se recurrirá a un plan B “en caso de ataque terrorista o si hubiera una amenaza probada inminente”. “No es en absoluto el caso a día de hoy. Demostraremos [a Bauer] que se equivocó”, sentenció.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter. También, puedes incribirtirte aquí para recibir la newsletter diaria sobre los Juegos Olímpicos de París.