El camino hacia los Juegos Olímpicos de París: bien calzados y por la vía privada
El modelo del equipo de atletismo OAC beneficia a varios españoles, “empleados” de la firma suiza de zapatillas On, que pugna con las más grandes
Corren tiempos en los que lo disruptivo mola y, en atletismo, On es su marca.
Nike y Adidas se embarcan en una carrera armamentista, zapatillas más ligeras, más y mejor espuma, plataformas de cuatro centímetros de grosor, más bote, placa de carbono en la media suela que actúa como un muelle y logra que el suelo, asfalto o tartán, devuelva gran parte de la energía que se le entrega con cada pisada. Carrera de récords imposibles en todas las pruebas de fondo y en la reina de todas, el maratón –...
Corren tiempos en los que lo disruptivo mola y, en atletismo, On es su marca.
Nike y Adidas se embarcan en una carrera armamentista, zapatillas más ligeras, más y mejor espuma, plataformas de cuatro centímetros de grosor, más bote, placa de carbono en la media suela que actúa como un muelle y logra que el suelo, asfalto o tartán, devuelva gran parte de la energía que se le entrega con cada pisada. Carrera de récords imposibles en todas las pruebas de fondo y en la reina de todas, el maratón –el de hombres, para la marca norteamericana, Kelvin Kiptum (2h 35s), el keniano muerto tan joven hace tan poco; el de mujeres (2h 11m 53s), para las tres bandas por medio de la etíope Tigst Assefa–, en un codo a codo encarnizado que ha transformado la forma de correr y devaluado el valor de las marcas. Y en el que súbitamente, surgida de la nada se entrometió una marca suiza fundada por un triatleta que tuvo en 2010 un momento Eureka cuando pisó descalzo una manguera. Así como el fundador de Asics cuenta que viendo a su hija usar una esponja en la bañera, que se deformaba y recuperaba su forma inmediatamente, dio con la idea de usar espumas en las suelas de las zapatillas, Olivier Bernhard, el triatleta de On, descubrió en las mangueras el elemento diferencial de amortiguación, la nube que la marca proclama, que añadir a la suela bajo las espumas y las placas de carbono de la concurrencia.
“Ya es un honor que se nos compare con Nike y Adidas”, dice en Barcelona Philipp Hagel, uno de los responsables de calzado deportivo de la firma de Zúrich, a la que llegó desde el gigante alemán. Y en 2024, año olímpico, debe multiplicarse para promover novedades de cara a París aún secretas. Los Juegos Olímpicos son la gran feria de la innovación y el espionaje. Solo meses después se descubrió, por ejemplo, el misterio de las Nike con las que Eliud Kipchoge voló en el maratón de Río 2016, las espumas y las placas. “Me gustaría contar más sobre el producto que vamos a lanzar en los Juegos Olímpicos, pero no puedo decir mucho. Somos exploradores que buscamos el cambio. Cambiar no solo la idea de cómo un zapato está diseñado y cómo está construido. El espíritu de los fundadores es hacer las cosas diferentes. Y como marca joven y más pequeña podemos ser más dinámicos, más ágiles. La inocencia positiva llevó también a los fundadores a hablar con atletas de alto rendimiento para colaborar, para poner nuestras ideas y visiones en marcha, y con algunas ha funcionado”.
Calzando unas zapatillas de la marca suiza, Roger Federer anunció que se había convertido en uno de sus mayores accionistas y había convencido a Iga Swiatek, la mejor tenista del mundo, para dar raquetazos sobre sus suelas mullidas y vestir su ropa. Con unas zapatillas de la marca suiza la keniana Hellen Obiri ganó en abril el maratón de Boston y en noviembre el de Nueva York; el suizo Tadesse Abraham el reciente maratón de Barcelona; y, corriendo en un club financiado por ellos, el OAC, pueden ser profesionales y vivir del atletismo algunos de los mejores españoles, como Marta García, Mario García Romo o Mohamed Attaoui, que brillarán en los Juegos de París. Es la iniciativa privada superando, en cierta manera, los límites del sistema público de ayuda a los deportistas.
“No está dentro de nuestra estrategia desembarcar con dinero, firmar a no sé cuántos atletas y se acabó. Nosotros queremos hacerlo de forma sostenible y realmente proporcionando una solución”, señala Jaime García Romo, uno de los responsables de la relación entre la marca y los atletas, que subraya su diferencia con las marcas ya establecidas. “Por eso ahora mismo solamente tenemos unos 150 atletas en total, en toda la marca y no tenemos 2.000. Los atletas son también personas que el día de mañana dejarán de ser atletas y tendrán que seguir con su vida, como Nicola Spirig, campeona olímpica de triatlón en 2012, que trabaja conmigo. Esa es un poco la visión. Tenemos con los atletas no tanto una relación de sponsor, sino también casi de empleado. Les damos la seguridad de que cuando se retiren tengan trabajo aquí”.
Los miembros del equipo viven juntos en una de las cuatro residencias de la empresa —en Estados Unidos, Suiza, Sudáfrica y Australia—, donde cuentan con entrenadores, fisiólogos, nutricionistas, fisios, psicólogos, y se entrenan juntos. “Si quieres tener resultados importantes tienes que hacer tus concentraciones, tienes que controlar tus entrenamientos, las cargas de trabajo, hay que tenerlo todo supercontrolado. Ahora es todo mucho más científico, pero tiene que serlo si quieres estar allá arriba, si no, es muy complicado llegar”.
Sigue así la senda que inició a comienzos del siglo Nike con el entrenador Alberto Salazar, el gurú del fondo con el equipo de Oregón que se desbandó hace una década a raíz de las acusaciones de dopaje y la suspensión de Salazar. Uno de los atletas que contribuyó a su caída, denunciando que Salazar les suministraba medicación con hormona tiroidea fue Dathan Ritzenhein, precisamente el entrenador en el OAC, en Boulder (Colorado), de Mario García Romo, el mejor español en 1.500m. Como su hermano, Jaime García Romo, salmantino de Villar de Gallimazo, estudió en una universidad estadounidense, en Kentucky, con una beca concedida por sus capacidades atléticas. “Este sistema de entrenamiento en grupo del OAC me recuerda mucho al sistema americano de las universidades. Tienes atletas de diferentes partes del mundo a los que la universidad proporciona una beca de estudios, instalaciones, te lleva a las competiciones, y te proporciona ropa y zapatillas cuando las necesitas”, dice García Romo. “Es un poco también ese tipo de filosofía, parecida a la de un equipo ciclista: una combinación entre lo que es el equipo, porque si te apoyas en tus compañeros te hace ser mejor, pero siempre es un deporte individual. Y cada atleta tiene su planificación de entrenamiento diferente dependiendo de su evento, de sus características, para rendir en ese momento clave al 100%”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.