No hay paz en el volcán del Real Madrid
El Talavera, muy serio, está a punto de provocar la prórroga ante el equipo de Xabi pese a llegar 0-2 al descanso y verse incluso 1-3
No hay noche plácida en el volcán siempre a punto de la erupción que es el Real Madrid. Tampoco en la Copa, el torneo de las emboscadas, cuya mística se alimenta de lo imprevisto. Incluso cuando el equipo grande, como el de Xabi Alonso en El Prado, pone todo para evitar esa posibilidad, con actitud, ocasiones e incluso dos goles antes del descanso que parecían cerrar cualquier margen. Pero no. El Real levantó el pie y el Talavera revivió. Primero acortando distancia con el 1-2. Ahí volvió a golpear el Madrid con el segundo de Mbappé, pero los locales también se levantaron de eso, con el 2-3 y casi el empate. Lunin evitó la prórroga ya en el añadido volando hacia un cabezazo cerca del palo. Así, de nuevo angustiado, alcanzó el Madrid los octavos, siempre a punto de que el volcán empiece a soltar fuego.
Y eso que había proclamado que iba a lo contrario desde el once inicial. David Jiménez, lateral derecho del Castilla, era el único desconocido en una alineación que coronaba por la izquierda Kylian Mbappé, la amenaza más contundente de un equipo que todavía reservaba en el banquillo a Bellingham, Rodrygo y Vinicius.
La declaración no llegó solo desde el once. El equipo de Xabi se activó desde el principio, sin nadie mirando para otro lado tras las pérdidas y con Ceballos y Güler agitando el centro con energía. Desde ahí buscaban aire en las bandas, con el Talavera muy cerrado. Las opciones de estos equipos suelen pasar por el aguante. Si alcanzan los últimos minutos sin haber recibido un gol, las urgencias del grande y el entusiasmo de la grada pueden provocar que recojan algo en el caos. Esta vez lo rozaron incluso recibiendo goles.
El primer picotazo lo dio Mbappé, al que Endrick dejó solo en el área ante Jaime González. El delantero se demoró en el control y el portero, inspirado hasta el error en el tercero, bloqueó el tiro. El francés tuvo una salida muy expansiva. Asomaba por todas partes para tirar una pared, para devolver un pase, para ir recordando que andaba por allí el mayor goleador de Europa.
Todavía más determinación mostraba Endrick, orillado todo el curso, que aparecía siempre en las zonas calientes, a los carriles a los que Güler apuntaba para filtrar, y que volvió a dejar solo con otro pase a Mbappé, que la echó fuera por poco. También se veía mucho a Gonzalo, diana en el área para los centros de Fran García y David Jiménez desde la izquierda y la derecha. Con el Talavera tan comprometido atrás, los envíos desde las bandas son una solución canónica cuando se cuenta con un cabeceador como el madrileño, al que respondió muy inspirado el portero.
El Real generaba, pero el premio le llegó de rebote, un balón que dio en el codo de Moreno cuando bailaba agarrado con Carreras en el área. Mbappé acertó con el penalti y comenzaron a esfumarse las ilusiones de un Talavera al que solo una muy buena parada de Lunin había privado de adelantarse con un cabezazo de Moreno. Después del penalti, Mbappé reapareció, intentó un pase atrás y Farrando marcó en propia el segundo.
Siguieron apretando hasta que, de repente, llegó la desconexión y aceleró el Talavera. Farrando ganó la espalda a Fran y puso un centro con el que marcó Nahuel. Después llegaron dos cabezazos de Di Renzo. Temblores. Hasta el tercero de Mbappé. Pero el Madrid no mide lo necesario para competir desde el principio hasta el final. El Talavera encontró el segundo después de una falta al larguero. Y casi la prórroga. No hay paz sobre el volcán. Sobre todo si caen las pulsaciones.