Un Real Madrid vulgar y desquiciado se hunde contra el Celta
Los blancos, que acaban con nueve, se desploman en Liga ante un buen equipo vigués y ya están cuatro puntos por detrás del Barça
Una hora en la inopia y media de juego muy vulgar expusieron todos los agujeros de un Madrid ramplón que se desploma en Liga. Un gran Celta lo dejó en los huesos y metido en la centrifugadora de una crisis galopante de fútbol e identidad a tres días de la visita del Manchester City. Las expulsiones de Fran García en el minuto 64 y de Carreras y Endrick (estaba en el banquillo) en el descuento delataron a un equipo desquiciado. Acabó con nueve, pero el juego no lo encontró con 11 ni con 10.
De los cinco puntos de ventaja con los que salió del clásico ha pasado a estar cuatro por detrás del Barcelona. Solo una victoria en los últimos cinco partidos. El Xabi Alonso de estos días, el menos intervencionista con las estrellas, mantuvo a todos los pesos pesados en el campo, pero tampoco. El Celta, mejor de costa a costa, no necesitó de ninguna heroicidad para frenar a una escuadra que solo tuvo el recurso de los pequeños, colgar balones en el tramo final.
El Madrid arrancó la noche como si fuera una jornada de entreguerras entre San Mamés y el City. Llevaba 36 días sin pisar el Bernabéu, pero la cita no estimuló de entrada lo suficiente a los blancos. Desajustados en la presión y sin dictado con el balón pese al regreso al once de Arda Güler, el fútbol era del Celta. No tardaron en escucharse los clásicos pitiditos de la grada, molesta con la poca actividad de los suyos.
Los vigueses superaban al toque como querían a los locales y amenazaban con las rupturas de Pablo Durán, que a los ocho minutos recibió un gran envío de Bryan Zaragoza. El tiro lo bloqueó Fran García. La primera señal del mayor diente de los gallegos, mejor plantados y más amenazantes. Así que, al cuarto de hora, Xabi Alonso montó un tiempo muerto improvisado con Tchouameni, Vinicius y Bellingham, entre otros, aprovechando la asistencia médica a Ilaix Moriba. Las tuercas de su equipo andaban muy flojas. Solo había creado peligro con un buen cabezazo de Militão en un córner que exigió una mano firme de Radu.
El brasileño fue lo siguiente que se torció. En su intento por frenar a Durán, que la había controlado de maravilla con la espuela y estaba a punto de enfocar a Courtois, se fue al suelo muy dolorido en la parte posterior del muslo izquierdo. Ni siquiera pudo irse por su propio pie. La primera exploración calificó el problema de “muy preocupante”. Le sustituyó Rüdiger en una defensa que ya empezó remendada. Alonso había parcheado el lateral derecho con un central (Asencio) y en el eje de la zaga recolocó a un lateral izquierdo (Carreras). Otro accidente más en una zaga que vive en un parte médico constante. El miércoles ya rompió Trent Alexander-Arnold y se sumó a una enfermería donde ya estaban Carvajal, Alaba, Mendy y Huijsen (el club descarta a este último para el miércoles en Champions).
De susto en susto, el Madrid no levantó la mano en el encuentro hasta la media hora. Todo eso tardó en empezar a desplegarse con más vitalidad. Pese a la cachaza blanca, aún se fue al descanso con unas cuantas ocasiones. Un remate en el área pequeña de Güler, algo forzado, se fue por un dedo y el tiro de Vinicius tras un pase en profundidad lo sacó Radu. El Madrid había mejorado, pero el punzante Pablo Durán no aflojó y, en un gran envío de Borja Iglesias, no concretó ante Courtois.
El descanso devolvió a un Celta sin Durán, que había tenido problemas en un hombro, pero no sin filo. Willot Swedberg, sustituto del canterano, remató de maravilla un centro de Zaragoza y disparó ya definitivamente todas las alertas del Madrid. Rodrygo, que antes del gol ya estaba preparado para salir, relevó a Asencio.
La desventaja, lejos de enchufar al fin a los blancos, los desquició como a un equipo menor. A Fran García se le desconectaron todos los cables y dos faltas en dos minutos, la segunda sin sentido en el centro del campo, lo mandó a la ducha fría ante la mirada desesperada de Xabi, que envidó con Gonzalo García en lugar de Güler. Si el juego no aparecía, el vasco recurrió a toda la caballería.
Mbappé tardó 74 minutos en asomar en el área rival, pero su vaselina se marchó alta. Quedaban todavía 20 minutos, pero en todo ese tiempo, ya con uno menos, solo Gonzalo amenazó de verdad con un testarazo. El último clavo lo puso Swedberg con el 0-2. El final de un Madrid que se despeña. Y ahora le viene el City.