El Barcelona golea al ritmo de Lewandowski en Balaídos

Apareció el veterano Lewandowski, ya cumplidos los 37 años, y aquel equipo juvenil tan sorprendente como divertido que se jugó y ganó la Liga a cambio de marcar más goles que el contrario en cada partido, el mismo que desde el verano parecía extraviado, incapaz de ganar el miércoles en Brujas, cantó una victoria de mucho mérito en Vigo. Los tres goles del polaco encumbraron al Barça en una jornada importante del campeonato por la dificultad del partido de Balaídos y por el empate del líder en Vallecas. La esterilidad blanca contrastó con la fecundidad de los azulgrana, que se han situado a tres puntos del Real Madrid después de recuperar su mejor color en la lluviosa noche de Vigo.

La respuesta del Barcelona a un domingo de mucha expectación fue categórica por el juego y por el marcador: 2-4 Las dudas escamparon con el agua después de una contienda muy bien competida por el plantel de Flick. A un primer tiempo disputado a pecho descubierto, decisivo para recuperar la confianza, siguió una segunda parte de control y solidez barcelonista y de frustración del Celta.

Apremiados por Flick, sus futbolistas se juntaron para ser un equipo reconocible porque asumieron los mismos riesgos del año pasado y salieron vencedores de un envite muy delicado contra el bravo Celta. Los azulgrana se fortificaron en la medular y volvieron a ser un plantel creíble por su intensidad y eficacia, voraz como demanda su entrenador, más esperanzado después de empezar a recuperar efectivos como Lewandowski y Dani Olmo.

Jugó el Barça con una formación muy ofensiva porque antes de empezar el partido se cayó Casadó y entró Olmo, que se situó en la línea de medios por detrás de Lamine, Rashford y Lewandowski. El polaco celebró la titularidad muy pronto con un gol de penalti después de unas manos de Marcos Alonso advertidas por el Var después de un tiro de Fermín. Ni el gol ni la alineación azulgrana condicionaron el plan del Celta, el equipo que la pasada temporada ya descubrió cómo atacar la línea del fuera de juego del Barça a partir de la profundidad de Pablo Durán y Mingueza en los costados y los movimientos en la divisoria de Borja Iglesias. El empate llegó acto seguido cuando Carreira se encontró con el campo abierto después de tirar una pared en la divisoria y no paró de correr hasta batir a un paralizado Szczesny.

El 2-1 no llegó de inmediato porque el tiro de Jutglá salió por encima del larguero de la misma manera que Radu evitó el tanto de Rashford con 0-1 en el marcador de Balaídos. No había respiro para ninguno de los dos equipos en un partido de ida y vuelta, como ya es costumbre cuando juega el Barça, siempre dispuesto al intercambio de golpes y muy mejorado en Balaídos respecto a varios de los partidos ya disputados y especialmente del último en Brujas. La presión barcelonista era más efectiva, se notaba la intensidad y Lamine era tan constante en ataque como en defensa para la intranquilidad del Celta, más cómodo en campo ajeno que propio, sabedor de la vulnerabilidad de la zaga barcelonista, recompuesta en Vigo con Eric García como lateral derecho y Cubarsí de central por la lesión del destemplado Koundé.

El Barça defendía mal, abatido de forma continuada los diez últimos encuentros, y atacaba bien, sobre todo porque Lewandowski acababa la jugada, autor del 1-2 después de atacar un muy buen centro de Rashford, Borja Iglesias no tardó en empatar con un tiro de media distancia que no tuvo más réplica que la mirada por parte de Szczesny, un portero que solo tiene sentido en la línea de gol, torpe fuera del arco y punto de mira fácil también para el Celta. No se desmoralizó el Barcelona, siempre bien orientado con el cuero en un partido de un ritmo brutal, aliviado antes de alcanzar el descanso con un gol de Lamine, muy oportunista con una pelota muy bien tocada por Rashford y que no acertó a rechazar Ilaix Moriba.

El descanso sirvió para atemperar a los barcelonistas, que comparecieron en la cancha como un equipo compacto, muy unido alrededor de De Jong. A partir de la posesión, gobernó la cita sin concesiones defensivas y con un cuarto gol, materializado por Lewandowski a la salida de un córner botado por Rashford.

Ni Aspas ni Bryan Zaragoza, dos jugadores de mal recuerdo para el Barcelona, pudieron cambiar el guion de un encuentro que evocó al Barça del curso pasado, al equipo de Flick, a la espera de que se reincorporen Raphinha y Pedri. Todo un alivio para los azulgrana que llega además cuando la Liga se para por los partidos de selecciones y en vigilias de la apertura del nuevo Camp Nou.