

El Alavés asalta la Catedral en vísperas de la Champions
Un gol con fortuna de Denis Suárez le da los tres puntos al equipo de Coudet, muy sólido en tareas defensivas
El Alavés asaltó la Catedral con una jugada afortunada pero mucho trabajo por detrás. El mismo que se ha hecho por los despachos del club, que después de un par de temporadas al borde del abismo, decidió montar un equipo sólido. Le está dando forma Chacho Coudet, y de momento con más solvencia que sufrimiento. Enfurruñados en Bilbao por la situación de Nico Williams, de baja tras el paso por la selección, pese a la recomendación de los médicos de tener precaución con sus molestias, algo que comparte, pese a sus diferencias, el Athletic con el Barça, aunque sin hacerlo público, salieron los rojiblancos con la intención de conseguir algo que no habían logrado en toda la historia de la Liga, ganar los cuatro primeros partidos del campeonato. Al final el empeño se quedó en la intención y los bilbaínos se descuelgan del Real Madrid, líder en soledad.
Lo que estaba siendo un partido intenso, con el Athletic presionando feroz en campo contrario y propio, fue transformándose con el paso de los minutos en un catálogo de imprecisiones, que cuando se repiten durante mucho tiempo rebajan el espectáculo a la categoría de tostón. Pese a los esfuerzos de Berenguer por darle sentido al juego de ataque de los rojiblancos, el ordenado desorden del Alavés desconcertaba a los de casa, demasiado precipitados a veces, con Williams y Sancet demasiado imprecisos para lo que requería el juego de los vitorianos.
Percutía una y otra vez el Athletic, y robaba balones Jauregizar como si no hubiera un mañana, sin conseguir descomponer a la defensa visitante liderada por Tenaglia, un tipo de pierna fuerte, pero que comenzaba muchos metros antes con la tarea de Aleñá, que las crónicas clásicas calificarían de oscura pero eficaz.
No podían correr los jugadores de Valverde, que observaba desde el palco por su sanción de cuatro partidos. El Alavés se recogía en su área y a ello dedicaba sus afanes en la primera parte, después de unas chispitas al principio, y un par de saques de esquina. Esa fue toda su labor atacante. Mariano deambulaba como alma en pena sin suministro alguno, cortadas las líneas con el medio campo, y Carlos Vicente apenas se aventuró en campo rival, atado como estaba a las correrías por su banda de Iñaki o Yuri.
Quebraba de vez en cuando el Athletic las líneas alavesistas, pero los centros al área se paseaban por el espacio aéreo sin aterrizar. Fue Jauregizar el primero que disparó a puerta con respuesta de Sivera. Ya se habían jugado 42 minutos y también se animó Williams en el descuento previo al descanso, pero su intento salió desviado.
Por lo que se observó en el regreso de los equipos para jugar la segunda parte, Coudet tenía unos planes diferentes para el Alavés, porque a pesar del buen tono defensivo de los suyos, maniobró como un entrenador desesperado que debe cambiarlo todo. “En el descanso el míster nos ha echado bronca porque no estábamos siendo fieles a la idea que tenemos”, dijo Denis Suárez; “que es tener el balón, jugarlo hasta encontrar el espacio. En la segunda parte lo hemos hecho. No es fácil ganar aquí y yo he tenido un poco de fortuna en el gol”.
Coudet metió a tres jugadores nuevos y aunque el juego siguió igual, al menos al Alavés le cambió la fortuna, porque Denis Suárez, que acababa de entrar, sacó un córner, el balón le volvió tras un rebote, y su segundo envío golpeó en Berenguer, que le defendía, y superó con su vuelo a Unai Simón para inscribir el 0-1.
Todo fueron prisas para el Athletic desde ese momento. Con el marcador en contra y la imbatibilidad por defender, llegaron las oportunidades más claras para los rojiblancos. Iñaki Williams envió fuera un remate en plancha a dos metros de la portería; un magnífico pase de Vesga con jugada posterior de Berenguer, acabó en las manos de Sivera, que después hizo la parada de la tarde a disparo de Iñaki.
Se defendía el Alavés con toda su retaguardia muy bien aplicada en la tarea, a veces desbordada por las bandas porque el rival era de cuidado y también cuenta, pero dejando la tarea para quienes tenían que hacerla.
Cambió Jon Aspiazu, el segundo de Valverde, a todo el frente de ataque, pero el resultado de la nueva receta siguió siendo tan espeso como el anterior. Robert Navarro, Serrano o Izeta, que debutaba después de su fructífero paso por el Mirandés, se rindieron a la evidencia. Maroan estuvo especialmente torpe en sus minutos sobre el césped, así que mejor para el Alavés, en su salsa hasta el final. Solo la aparición de Aymeric Laporte para saludar al público consoló un tanto a San Mamés de la decepción en vísperas de enfrentarse el próximo martes al Arsenal en el estreno de la Champions.