Sergio Ramos, con 39 y con el 93

Su llegada a los Rayados provoca a medias entusiasmo y desconfianza. Lo uno por su condición de leyenda, lo otro por sus siete meses de inactividad tras una trayectoria descendente

Sergio Ramos posa con la camiseta de Rayados de Monterrey.Handout (Handout via REUTERS)

Monterrey está revolucionada, me dice un amigo que viene de allí, con el fichaje de Sergio Ramos por los Rayados. Apareció a lo grande, en avión privado con 11 personas, al modo de un rolling stone, en una primera visita de inspección y búsqueda de casa, de modo que fue noticia antes de firmar. Cuando lo hizo le dijo al propietario: “Les voy a sorprender”, a lo que éste le dijo que esperaba que no, insinuando que con lo que le han pagado la sor...

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Monterrey está revolucionada, me dice un amigo que viene de allí, con el fichaje de Sergio Ramos por los Rayados. Apareció a lo grande, en avión privado con 11 personas, al modo de un rolling stone, en una primera visita de inspección y búsqueda de casa, de modo que fue noticia antes de firmar. Cuando lo hizo le dijo al propietario: “Les voy a sorprender”, a lo que éste le dijo que esperaba que no, insinuando que con lo que le han pagado la sorpresa sería que no jugara bien.

Su llegada a los Rayados provoca a medias entusiasmo y desconfianza. Lo uno por su condición de leyenda, lo otro por sus siete meses de inactividad tras una trayectoria descendente: Real Madrid, PSG, Sevilla… Del Madrid y del Sevilla salió por plantear unas condiciones de renovación que no le fueron aceptadas, del PSG por liquidación del proyecto stars system. Y en los tres casos, un poquito también por su incontinente tendencia al caciqueo, que pesó en su salida de la selección.

Los meses de inactividad los ha salpicado con exhibición en la red de sus sesiones en el gimnasio. Cuando se lesionó Militão se mostró galopando entre olivos con velocidad de olímpico, lo que se entendió como un ofrecimiento, pero no coló. Su hermano René pasó estos meses comparando ofertas de Estados Unidos (San Diego se planteaba un equipo de exmadridistas, réplica y rival del Miami de exbarcelonistas), de Arabia, llegó a estar cerca del Corinthians…

Los Rayados tenían como gran señuelo el Mundial de Clubes. Y Monterrey es una ciudad agradable, con gran ambiente futbolero, única del país con dos equipos de nivel similar. El otro es el Tigres, cuya figura, el francés Gignac, tiene los mismos 39 años que Sergio Ramos. En los Rayados están Sergio Canales y Óliver Torres, éste excompañero del Sevilla lo mismo que el argentino Ocampos, también ‘rayado’. Y hay otro exsevillista, el mexicano ‘Tecatito’ Corona, con el que no coincidió.

El Rayados es de FEMSA, multinacional embotelladora que ha triplicado los números del club desde que se hizo cargo de él, en 2006. Se sabe, o se sugiere, que con vistas al Mundial guarda un remango para algún buen fichaje cuando se abra la ventanilla del 1 al 10 de junio. El rumor, o la ilusión, es que se emplee en Cristiano, cuyo equipo no está clasificado. El club está esperanzado en pasar la fase de grupos, en la que aparte del Inter están el River Plate, al que mira de igual a igual, y el Urawa Reds de Japón. Muchos escrutan el grupo de cruce, con el Borussia Dortmund, el Fluminense, el Mamelodi de Sudáfrica y el Ulsan Hyundai, por si más adelante…

Finalistas en el pasado torneo de Apertura, los Rayados no han comenzado bien el de Clausura: una victoria en cinco partidos. Tiempo habrá para mejorar, si Sergio Ramos ayuda a ello. En México va a encontrar un fútbol distinto, menos apretado tácticamente, con más distancia entre líneas, que le exigirá adaptarse a distancias más largas. Ha pasado minuciosas pruebas en la Clínica Olympia, de Madrid, que conformaron a ‘Tato’ Noriega, el simpático y comunicativo presidente deportivo. Su llegada agita el nombre de los Rayados, pero no incorporan sólo una leyenda, también un jugador de jerarquía, excelente tirador de penaltis y con cuota de goles de cabeza. Les puede ayudar en el mercado de EE UU, con tantos mexicanos de segunda o tercera generación. Allí una camiseta de Sergio Ramos, o cualquier producto de márketing del club, se venderá por siete veces su precio en México.

Lucirá el número 93, en recuerdo del minuto de su vida. Entre los atléticos ha sentado mal. Quizá lo haya elegido más como gran suceso de su carrera que por zaherirles, pero a que puedan pensar lo segundo se apresuró a contribuir el Madrid con la felicitación en su cuenta al jugador, ilustrada con la camiseta presentada por su dorso numerado y resaltando el origen de la elección. No me consta que le felicitara por sus anteriores fichajes por el PSG y el Sevilla, en los que el dorsal fue inofensivo.

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