El PSG sale del pozo y el Bayer rompe la imbatibilidad del Inter

El nuevo formato de la Champions en su modalidad de liguilla produce partidos soporíferos, como el armisticio que a punto estuvieron de firmar el Bayer y el Inter, prácticamente clasificados antes de comenzar la jornada (1-0); partidos de gran tensión, como la “final” que dijo Luis Enrique que ganó el Paris Saint-Germain en Salzburgo (0-3); y partidos impregnados del espíritu de una oficina de correos, como el que despachó el Bayern Múnich en Gelsenkirchen ante el desahuciado Shakhtar (1-5).

Al pobre club de Donetsk le privaron de la paz, de su ciudad, de su afición, de su estadio, y, finalmente, de su dinero y su país. Ahora migra por la competición más distinguida de Europa desprovisto de los recursos competitivos que hasta hace poco le permitían entretener a los aficionados. Forman parte del folclore de la Champions y el Bayern los goleó 1-5 para instalarse en la 8ª posición, en puestos de clasificación directa.

El PSG, que acumulaba tres derrotas y se hundía la zona de eliminación, se midió al empobrecido Salzburgo obligado a sumar para no quedar eliminado en enero. Hizo méritos de sobra para conseguir los tres puntos. Por juego, por ocasiones, por la belleza de sus combinaciones. El 0-1 de Gonçalo Ramos, que entró al segundo palo como es de ley, encauzó el triunfo tras una dejada de cabeza de Hakimi. Mendes y Doue redondearon el marcador para el club francés, que se agarró con las uñas al 24ª puesto de la tabla, el último vagón de la zona de clasificación vía playoffs. Le restan dos fechas para defender la pequeña conquista: contra el Manchester City en el Parque de los Príncipes, el 21 de enero; y contra el Stuttgart el 29.

La adrenalina de Salzburgo contrastó con el cálculo sereno y moderado de Leverkusen. Allí se enfrentaron dos amantes de la táctica entendida como control del riesgo. Puestos a calcular probabilidades de premios y recompensas, Xabi Alonso y Simone Inzaghi, los entrenadores del Bayer y el Inter, desplegaron una maraña de tales dimensiones que el partido se encauzó lentamente hacia el inmovilismo.

Gol de Mukiele

Un tiro de Tella al larguero, en los primeros minutos, representó la acción más emocionante de la noche. Una sorpresa que el Inter no volvió a permitir hasta el amargo final. Durante 90 minutos, los dos contendientes se trabaron en lo que parecía un armisticio en toda regla. Xabi alineó a cuatro centrales en línea y dos laterales largos por delante, doblando las posibilidades del centro a la olla de un lado y del blindaje del otro. El Leverkusen del técnico vasco jugó a presionar con lo justo y a replegar rápido. Cuando el Inter se estiró, el Leverkusen mostró serios problemas para salir jugando ya que de tanto acumular zagueros despobló su mediocampo de expertos en asociarse. Entre Kovár, el portero, Tapsoba, el central izquierdo, y Palacios, el segundo pivote, entregaron tantos balones a Çalhanoglu que el mediocentro debió sentirse abrumado ante el deber de hacer algo productivo con tantos obsequios. No hizo nada, tal vez no pudo. Otro equipo se habría hundido. No este Leverkusen, un bloque recio, tranquilo debajo de sus múltiples caparazones protectoras, frente a frente con un adversario en el que se reconocía en el arte de la especulación. A los dos les venía bien el empate.

El partido discurrió hacia la parálisis mutua asegurada. La hinchada se resignaba a abandonar las gradas con el 0-0 cuando en el tiempo añadido, tras un córner y varios rebotes en el área, Mukiele, el cuarto central de su equipo, empujó el 1-0. Bastó un momento de distensión. EL gol, sin grandes consecuencias en la clasificación, implica una curiosidad estadística. Después de casi seis partidos disputados, el Inter, cuarto clasificado, encajó así el primer gol que recibe en esta Champions, mientras que el Bayer ascendió automáticamente al segundo puesto, justo por debajo del Liverpool y justo por encima del Aston Villa de Unai Emery, que se impuso al Leipzig a domicilio (2-3).