El Girona pega el estirón

Esta martes sonará la fanfarria de la Champions en el Philips Stadion del PSV Eindhoven. Nada extraño para un equipo de tradición heráldica instalado en la élite. Lo reseñable será el conjunto que forme a su lado, un Girona que saborea por primera vez en su historia las mieles europeas, por ahora con dos derrotas (PSG y ...

Esta martes sonará la fanfarria de la Champions en el Philips Stadion del PSV Eindhoven. Nada extraño para un equipo de tradición heráldica instalado en la élite. Lo reseñable será el conjunto que forme a su lado, un Girona que saborea por primera vez en su historia las mieles europeas, por ahora con dos derrotas (PSG y Feyenoord) y un triunfo (Slovan Bratislava). Pero, pase lo que pase en los Países Bajos, al día siguiente en la ciudad las conversaciones de bar girarán en torno al encuentro, del mismo modo que muchos niños acudirán orgullosos al colegio con la camiseta del Girona. “Ese es nuestro gran éxito”, explica una voz autorizada del club; “que no hace tanto las camisetas que se veían por la ciudad eran las del Barça o del Madrid”. Cultivada la marca, mimada la pelota y alcanzado un logro de tintes épicos, toda vez que el curso pasado acabó tercero en la Liga cuando el objetivo era la permanencia, el Girona ha dado el estirón, se ha hecho grande.

Su flamante realidad se explicó en la reciente gala del Balón de Oro, nominado al mejor equipo del curso junto al Madrid ­—ganador a la postre—, Dortmund, City y Leverkusen. Un reconocimiento a su temporada pasada, cuando llegó a ser el líder y, por ejemplo, le endosó ocho goles al Barcelona (2-4 y 4-2) para entrar, como dijo el técnico Míchel, “en una nueva dimensión”. Una que abarca todas las áreas, desde lo económico a lo deportivo, desde lo institucional a lo social, ya que, por ejemplo, la semana pasada se registraron tres peñas (Baix Montseny, Anglès y Platja d’Aro) para alcanzar las 23, que pronto serán más con la oficialidad de las de Londres, Barcelona, Perpinyà…, señal del cariz internacional de la entidad. Nada raro si se atiende a que ya se han emitido y publicado reportajes en la BBC, la CNN, L’Equipe, La Gazzetta, New York Times, Netflix…

Ocurre que el equipo ya no arrasa como en el curso anterior, instalado en el ecuador de la tabla. “El problema es que somos víctimas de nuestro éxito, de que el año pasado tocamos la excelencia… Pero no debemos comparar porque eso nos puede desviar del camino. Se trata de jugar bien, traer talento y estar en Primera mucho tiempo”, resuelve el director deportivo Quique Cárcel. “No hay que comparar porque saldremos perdiendo. Ahora tenemos un equipo nuevo que se tiene que amoldar al estilo definido de Míchel, que juega cada tres días, que acumula experiencias para el futuro y del que sacaremos aprendizajes”, se suman desde los pasillos de las oficinas del Girona. “Si somos realistas, nuestro presupuesto marca que debemos estar a mitad de la tabla y competir lo mejor posible en Europa”. Un presupuesto que ya supera los 100 millones cuando en el ejercicio anterior estaba en 62.

Pero los millones aún no son suficientes como se expresó en la ventana veraniega. “Jugadores de nivel muy alto se han ido a equipos importantes. Es difícil luchar contra los grandes”, lamenta Cárcel. “Se han ido cinco titulares y no eran unos cualquiera. El Pichichi (Dovbyk, vendido por 30,5 millones a la Roma); el más desequilibrante quizá tras Vinicius (Savinho, regresó al City); uno que llegó a la selección (Aleix García, por 18 al Leverkusen); otro que lo jugó todo (Eric García, regresó al Barça); y uno último que lo ha fichado el Dortmund (Couto, que pertenecía al City)”, enumeran desde el club. Pero el Girona ahora también juega con los grandes. “Meternos en Champions nos ha dado fuerza para ir al mercado; a muchos les apetecía jugar aquí por estilo, competiciones y salario”, revela Cárcel, que entre lo que se vendió (56 millones) y lo que se compró (43,5), ha sacado un margen de 12,5 millones. Los nuevos: siete en propiedad (Asprilla, Abel Ruiz, Krejci, Miovski, Alejandro Francés, Van de Beek y Misehouy) y cuatro cedidos (Bryan Gil, Danjuma, Pau López y Oriol Romeu).

Además, apenas queda rastro del Manchester City, máximo accionista del Girona que catapultó la eclosión. Exigido por la UEFA, debió desvincularse —podía tener como máximo un 30% de las acciones y no el 47% que poseía— para aplicar una estructura de fideicomiso ciego, que viene a ser, coloquialmente explicado, que el club inglés ya no está representado en el consejo de administración y que no vendió pero cedió las acciones que están depositadas en un bufete. “No está permitido el contacto con el City. No podemos usar sus plataformas, no hay comunicación ni por mail, no hay intercambio de ideas… Y no podemos tener jugadores suyos ni de la órbita del grupo”, dicen desde el club. Por eso se mira hacia abajo.

El Girona ha triplicado su presupuesto para la cantera (está en torno a los tres millones), ya solo por debajo del Barcelona. “Es importante apostar por la base. Todo lo que haces por debajo, si no se ve en el primer equipo, la gente no lo cree”, conviene Cárcel. Queda acabar el proyecto de la Ciudad Deportiva (a dos años vista), que pasará de dos a ocho campos y se hará otro con gradas para los encuentros del filial, además de la creación del edificio de oficinas, proyecto que costará unos 25 millones. También se sumará la residencia, que por el momento cuenta con alrededor de 40 chicos y que está en los Maristas de Girona, donde estudia la mayoría.

Es el nuevo Girona, que se queda pequeño para la demanda de la afición —cuenta con 16.000 socios y el aforo es de 14.275, o solo 9.721 cuando se juega en la Champions pues la UEFA no permite las gradas supletorias— pero que se ha hecho grande en el fútbol.